Néstor Rivero Pérez

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El 14 de julio de 1941, a tres semanas de haberse iniciado la Operación Barbarroja -nombre de la invasión alemana a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que comenzó el 22 de junio de ese mismo año-, se utilizó por primera vez el lanzacohetes BM-13, y cuya evolución técnica ha producido versiones más contemporáneas como el BM-27 y BM-30. “Katiuska” fue el arma de mayor potencia destructiva e impacto psicológico desplegada por el Ejército Rojo en el curso de la II Guerra Mundial.

Katiuska autorizada

La orden para llevar adelante la construcción de dicho dispositivo se mantuvo en consideración por varios meses sobre el escritorio de Jśosif Stalin, máximo jefe de la URSS y secretario General de Partido Comunista (PCUS). Stalin dio el 21 de junio -un día antes del inicio de la Operación Barbarroja- su asentimiento a “la producción en masa de los nuevos lanzacohetes rusos, que ayudarían al Ejército Rojo a torcer definitivamente el rumbo de la guerra” (https://www.guioteca.com).

El ataque alemán al suelo soviético tomó desprevenido a Stalin, quien, en atención al Pacto Ribentrop-Molotov, creía poder sostener la paz con el III Reich, con miras a ganar más tiempo para trasladar a Siberia las fábricas soviéticas instaladas en Petrogrado Moscú y Stalingrado, así como para rearmar a la URSS.

“Órgano musical”

Veteranos de guerra cuentan el pavor que generaba el silbato que acompañaba el lanzamiento de los Katiuska en campos de batalla. Los propios efectivos de las fuerzas alemanas comenzaron a denominar la nueva arma como “órganos de Stalin”, aludiendo al penetrante sonido que provenía del corte del viento por la mortífera carga, e igualmente por la semejanza que mostraba la “batería de cohetes -con- los tubos de un órgano musical”.

Los efectos del Katiuska se hicieron sentir en los siguientes años hasta el término de la contienda, debido a los trastornos emocionales que producía su impacto en el enemigo. “Hubo muchos casos de soldados que “se volvieron locos debido al fuego de los lanzacohetes soviéticos”, confesó un cabo alemán capturado, según un informe escrito durante la contraofensiva del Ejército Rojo de 1941. Se refería al temible Katiusha” (https://es.rbth.com).

Secreto bien guardado

Al momento de su estreno en los combates sucedió algo muy parecido al que cuatro años después habría de producir en los asistentes, el estallido de la primera bomba atómica en el desierto de Álamo Gordo (EEUU). Si bien la contemplación de gruesos proyectiles instalados sobre la plataforma de un camión, no despertaba gran asombro, sí lo hizo el disparo del primer proyectil “(…) todos quedaron atónitos. El primero en recuperarse por lo visto fue el ministro de Defensa Semión Timoshenko, quien reprendió airadamente a su adjunto: ‘¿Por qué no me dijiste que teníamos un arma así?’” (Ibídem).

La contundencia del dispositivo accionado tuvo como efecto que se ordenase su producción masiva, el día antes, como ya se ha dicho, de que Alemania penetrase en la URSS.

“Arma desconocida”

“Su nombre oficial, BM significaba ‘máquina de combate’ y ‘13’ se refería al calibre de los misiles. La primera unidad experimental, compuesta por siete unidades, bajo el mando del capitán Iván Fliórov se utilizó por primera vez en la ciudad bielorrusa de Orsha (500 km al oeste de Moscú) el 14 de julio. Orsha era un gran centro de transporte que había sido tomado por la Wehrmacht” (Wikipedia).

Desde entonces y hasta el final de la guerra, los Katiuska contribuyeron como el soldado más eficiente, en el cambio de la correlación de fuerzas y destino final del conflicto, hasta la toma de Berlín el 2 de mayo de 1945 por los soviéticos.

Sinóptico

1816

Francisco de Miranda

Este día murió en el presidio La Carraca, de Cádiz (España), Francisco de Miranda, quien junto con el Libertador Simón Bolívar forma el binomio de venezolanos universales, por la resonancia de sus hechos y pensamiento.

Curtido en guerras

Había nacido en Caracas en 1750, y, cuando aún la generación que debía conducir la Guerra de Independencia de Venezuela no terminaba de ver la primera luz, ya Miranda alcanzaba celebridad al frente de tropas en el norte de África, sirviendo a España; así como en Pensacola (Norteamérica), a favor de la Independencia de Estados Unidos; y, en defensa de la Revolución Francesa, al frente de divisiones del Ejército del Norte. Ante los prejuicios de castas de la sociedad colonial, que le tachaban por ser ‘hijo de un comerciante y una panadera’, Francisco viaja en 1770 a la Península para hacer carrera militar.

Sin embargo, a sus 33 años Miranda fue denunciado ante la Inquisición y debió escapar desde Cuba a EEUU, para librarse de la orden real de detención y el proceso de la Inquisición, que le acusaba de propalar herejías. En su peregrinar por Europa será recibido con benevolencia por monarcas ilustrados, sabios y grandes artistas de la época.

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