Néstor Rivero Pérez

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El 13 de mayo de 1940, el primer ministro del Reino Unido, Inglaterra, Winston Churchill, inauguró su gestión con una de las ofertas políticas más dramáticas que se conozcan en el curso de la historia universal, al proclamar que en la contienda contra el Tercer Reich alemán, jefaturado por Adolfo Hitler, solo podía asegurarles a sus connacionales “Sangre, sudor y lágrimas”.

 

Carta del Atlántico

Del 8 al 12 de agosto de 1941 se reunieron a mitad del océano Atlántivo, Franklin Delano Roosevelt, presidente de EE. UU., y el premier Winston Churchill, delineando ambos las bases del Derecho que advendría al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Dichas bases, plasmadas en la Carta del Atlántico, contemplaban para la posguerra “una paz que proporcione a todas las naciones los medios de vivir seguros dentro de sus propias fronteras, y a todos los hombres en toda la Tierra, una vida libre de temor y de necesidad” [Wikipedia].

 

De Teherán a Yalta

Año y medio después, la alianza se amplía con un tercer miembro, cuando en Teherán (Irán) se celebra la primera Conferencia de los Tres Grandes: F. D. Roosevelt, por EE. UU.; W. Churchill, por el Reino Unido, y Josif Stalin, por la URSS, perfilándose en la misma los planes para el aniquilamiento del régimen hitlerista y Potencias de Eje. Ello habría de concretarse con la apertura al año siguiente, del Frente Occidental  y  envío de numerosos contingentes de tropas estadounidenses a Europa para abrir el Frente Occidental, al tiempo que por la frontera oriental del III Reich, la URSS combatía fieramente contra las fuerzas alemanas que venían ocupando parte de su territorio desde 1941. Y ya en enero de 1945 se da la cita de Yalta, la última a la que Roosevelt concurre -pues fallecerá tres meses después-, ya se veía con claridad el cuadro de derrota del Ejército alemán en repliegue indetenible, hasta su reconcentración en Berlín, capital que caerá, como se sabe, el 2 de mayo de 1945.

 

Una larga vida pública

Churchill, nacido en 1874 y quien falleció en enero de 1965, ha sido quizás el político moderno con la vida pública más dilatada, puesto que en 1900 fue electo diputado por los conservadores -en cuyas filas se mantuvo hasta el final de su vida, salvo un fugaz paso de joven por el Partido Liberal.

Saldo de una contienda

Y en el marco de la alianza de la Gran Bretaña con EE. UU. y la Unión Soviética-, la Segunda Guerra Mundial concluyó a favor de los Aliados, cuando el 2 de mayo anterior, el Ejército Rojo al mando de general Gueorgui Zukhov, tomó Berlín, posesionándose del edificio de la Cancillería, en cuyo búnker subterráneo el propio Führer se quitó la vida de un balazo, para evitar caer en manos de los soviéticos. “Se calcula que más de 80 millones de personas perdieron la vida durante aquellos años, es decir, más de un 2 % de la población mundial” [https://historia.nationalgeographic.com].

 

“Sangre, sudor y lágrimas…”

Uno de los discursos de mayor celebridad en la historia universal, fue pronunciado  el 13 de mayo de 1940, cuando ante el Parlamento del Reino Unido, Churchill -quien días antes había sido nombrado como nuevo primer ministro, sostuvo “(…) estamos en… una de las grandes batallas de la historia… (…) Yo diría a la Cámara: “No tengo nada más qué ofrecer, que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor (…) Me preguntáis: ¿Cuál es nuestra política? Os lo diré: Hacer la guerra por mar, por tierra y por aire, con toda nuestra potencia y con toda la fuerza que Dios nos pueda dar; hacer la guerra contra una tiranía monstruosa, nunca superada en el oscuro y lamentable catálogo de crímenes humanos (…) Pero yo asumo mi tarea con ánimo y esperanza (…) En este tiempo me siento autorizado para reclamar ayuda de todas las personas y decir: «Venid… vayamos juntos adelante con nuestras fuerzas unidas” [Discurso, Winston Churchill, Londres, 13 de mayo de 1940 /  http://www.historiasiglo20.org].

Sinóptico

 1968

Mayo Francés

Este día en Francia, en el marco de un creciente malestar por el incremento de desempleo -y en un ambiente juvenil y universitario contestatari-, cristaliza un llamado a huelga general que estremeció al país y sacudió a la opinión pública mundial por la magnitud de la alianza obrero-estudiantil que la impulsaba. El 15, con apoyo de letrados como Jean Paul Sartre, comienzan en las universidades marchas hacia las fábricas tomadas; y se incorporan los controladores aéreos y sectores del “carbón, transporte, gas y electricidad”. En Nantes “los obreros y los agricultores cortaron los accesos a la ciudad y controlaron el precio de los productos ofrecidos en las tiendas, las cuales solo podían abrir con autorización del Comité de Huelga”. Para el 25 de mayo, cuando en distintas plantas se discutía sobre “el control obrero” el primer ministro George Pompidou, inició negociaciones con los líderes obreros. La huelga cesó el 27 con incremento del 35 por ciento del salario mínimo.

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