Néstor Rivero Pérez

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El 24 de noviembre de 1963, dos días después del magnicidio en Dallas, (Texas, EE. UU.) de John Fitzgerald Kennedy, presidente de Estados Unidos, fue a su vez asesinado a tiros Lee Harvey Oswald, a quien la versión oficial indiciaba como “el disparador solitario” contra el mandatario de la gran potencia mundial.

 

Ruby y la Mafia

En 1939, Jack Ruby había sido objeto de investigación policial en la ciudad de Chicago, con relación al homicidio de un sindicalista de recolección de chatarra, empero careciéndose de pruebas en su contra resultó liberado, marchándose a Dallas. Allí, en ambientes de clubes nocturnos y cabarets, entra en contacto con “los hermanos Campisi y Carlos Marcello” [https://www.lanacion.com.ar].

Según documentos desclasificados de EE. UU., “entre 1949 y 1963 la policía de Dallas lo detuvo ocho veces por disturbios, tenencia ilícita de armas o por violar las normas de la venta de bebidas alcohólicas” [Ibídem]. También se conoce que Ruby había viajado a Cuba en 1959 “como invitado del propietario de clubes nocturnos estadounidense, Lewis McWillie, un asociado del jefe mafioso Santo Trafficante” [Ibídem]. Y de otra parte, en reportaje publicado el 14 de enero de 1992 por el New York Post, se afirma que este era uno de los jefes de Ruby tras su llegada a Dallas.

¿Silenciar al asesino?

El autor de los disparos que segaron la vida a Oswald fue Jack Ruby, personaje del comercio nocturno -quien sostenía su local de Dallas, el “Carrousel Club”, con espectáculos de stripers-, y a quien se había investigado anteriormente por vínculos con el crimen organizado de EE. UU. El homicidio de Oswald tuvo lugar cuando Ruby, amigo de agentes policiales de Dallas, tuvo acceso a los pasillos del organismo en cuya sede Oswald permanecía arrestado, mientras se definía su traslado a la cárcel del condado. Justamente en momentos en que Oswald era llevado por sus custodias, apareció Ruby esgrimiendo un Colt 38 y tras breves exclamaciones accionó su arma contra la humanidad del supuesto magnicida de JFK.

“Redimir a Jackie”

Al momento de abalear mortalmente a Oswald, Ruby, quien era un reservista con experiencia en la II Guerra Mundial, profirió varias exclamaciones, como la de que había “evitado a la viuda del presidente, Jacqueline Kennedy, el dolor de tener que testificar ante una Corte frente al asesino de su esposo”.

La trayectoria de Ruby, con episodios oscuros como la trata de blancas, poco se avenía con propósitos de magnanimidad respecto a la viudedad ajena, y más se corresponderían a eventuales acuerdos subterráneos con grupos del crimen organizado.

Oswald o la Mafia

Tras su arresto, Lee Harvey Oswald sostenía ante la policía su inocencia respecto al magnicidio del presidente Kennedy “¡Solo soy un chivo expiatorio!” se le oyó exclamar [https://ripriphurra.blogspot.com]. Al tanto que había vivido en la URSS entre 1959 y 1962, contrayendo matrimonio con una ciudadana rusa, algunas fuentes sostienen que a Oswald, personalidad contradictoria, se le habría visto en ciudades estadounidenses, participando en manifestaciones que pedían la salida de Fidel Castro del poder.

¿Conspiración?

En todo caso, la celeridad del asesinato de Oswald a manos de Jack Ruby y las amistades de este último en los bajos fondos estadounidenses, han mantenido al paso de las décadas la hipótesis según la cual la muerte del presidente Kennedy pudo ser parte de una amplia conspiración que involucraba sectores belicistas del Pentágono, intereses del armamentismo, la Mafia y grupos contrarrevolucionarios del exilio cubano en EE. UU.

Sinóptico

1948

Golpe de Estado contra Rómulo Gallegos

Este día se produjo el derrocamiento de Rómulo Gallegos, quien habiendo sido electo en 1947 para un período de cinco años, gobernó ocho meses. El novelista, de estatura moral intachable, presidió el país en un tiempo en que todavía los huracanes de la violencia armada y los usos caudillistas del siglo XIX se erguían con vitalidad en el tránsito venezolano a una modernidad penetrada por los capitales transnacionales del petróleo y en el marco de la Guerra Fría, cuyos efectos por entonces se expresaban en los golpes de Estado de la región.

El maestro Gallegos, apertrechado de su estatura moral, soslayó el riesgo de las conspiraciones cuartelarias, iniciando un moderado programa que se ajustaba  a la aceptable convivencia hemisférica con EE. UU. Y esta gran potencia siempre sostuvo la tesis según la cual “EE. UU. tiene aliados, no amigos permanentes”. No de otra manera debe leerse la contestación que Mr. Truman ofrece a Gallegos ya exiliado en La Habana, cuando en respuesta a las quejas del escritor, le comenta que desde los días de Thomas Jefferson, EE. UU. siempre ha reconocido a los gobiernos que ejercen la Administración en su territorio, y que en el caso venezolano, ello ocurría con la Junta Militar instalada el 24 de noviembre de 1948 (Fuente: Carlos Capriles Ayala: Pérez Jiménez y su tiempo, Tomo II).

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