Néstor Rivero Pérez

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El 16 de septiembre de 1923, durante el mandato de Juan Vicente Gómez, el ingeniero, explorador y ganadero Lucas Fernández Peña, fundó a orillas del río Uairén, al sur del estado Bolívar, el asentamiento Santa Elena de Uairén, base de la actual población del mismo nombre, situada a unos dieciséis kilómetros de la línea fronteriza con Brasil, de cuya ciudad Pacaraima, en la región de Roraima, la separa un trayecto que en vehículo se hace en aproximadamente dieciséis minutos.

¿Réplica de Marcos Vargas?

Al modo en que ocurre con Marcos Vargas, principal personaje de la novela Canaima, ambientada en la región de Guayana por su autor don Rómulo Gallegos, el cojedeño-carabobeño Lucas Fernández Peña se apersonó en Ciudad Bolívar, y hallándose a los 28 años de edad en la plenitud de su fuerza vital, en procura de fortuna resuelve adentrarse en la selva atravesada por caudalosas corrientes fluviales, sobre las cuales se contempla de trecho en trecho grupos de aborígenes desplazándose en canoa, así como otros aventureros, provenientes estos de distintas nacionalidades amazónicas y caribeñas,  que aspiran ubicar una chimenea de diamante o una veta de oro que les convierta al cabo de un corto lapso, de personas que solo poseen con sus botas, su pala y la indumentaria de muda y algo de víveres para varios días –que van consumiendo a medida que se adentran en las profundidades del accidentado y fluvial territorio-, en opulentos propietarios.

 

Presencia en la frontera

Solo que a diferencia de quien en la narrativa galleguiana terció con el machetero Cholo Parima y su jefe José Manuel –el hermano mayor de los pleiteros Ardavines-, Fernandez Peña con sus pies bien asentados en las riberas del Caroní, no se dejó arrastrar por el Vichada, ni desaparece en la selva del balatá, sino que trazó sus mapas con sentido práctico de quien sabía que en la  remota capital federal, Caracas, las autoridades debían observar con beneplácito la ocupación de espacios en una lejanía adonde la gendarmería oficial no llega, para asegurar la presencia de nacionalidad. Se sabe que desde mediados del siglo XIX intrusores británicos, partiendo de su colonia Georgetown, han querido posesionarse de la extensa Guayana venezolana y aldeas como El Callao, La Paragua o Tumeremo, de donde ya había información respecto a la existencia de yacimientos con metales preciosos.

Baquianos

Así se verá a Lucas Fernández Peña, guiado en su trayecto por generosos piaroas, pemones u otra etnia indígena, trepar “montañas, cruzar ríos pasando temperaturas muy bajas y la calamidad de las plagas (puri-puri) y otros insectos; cuando menos lo imagina se descubre ante sus ojos aquella gran sorpresa, la inmensidad de la Gran Sabana” (https://primicia.com.ve), siendo Fernández Peña el primer “criollo” en dar a conocer ante terceros, la subyugación del  impresionante paisaje.

El 16 de septiembre

Ese año 1923, Fernández Peña con su esposa -una princesa piaroa-, dos hijos de ambos y varios ayudantes, edifican la primera casa en la ribera izquierda del río Uairén. Otras construcciones engrosarían el asentamiento al cual Fernández Peña identificó con el epónimo de una de las santas patronas de su primogénita María Elena, al tiempo que honraba a la corriente fluvial aledaña. Ocho años después se estableció allí una misión de capuchinos y en 1945, con mayor cantidad de pobladores, la localidad se vio elevada a municipio.

Minas, comercio y frontera

Santa Elena de Uairén posee un aeropuerto, una aduana principal y un destacamento militar. Es puerto libre desde 1999, gracias al trabajo realizado por el profesor Héctor Fernández Espinoza, hijo del fundador de la población. Su economía se fundamenta en el comercio y la explotación minera. Recientemente el sector turístico ha tenido un desarrollo importante debido a su cercanía con los principales monumentos naturales de la Gran Sabana y su ubicación cerca de la frontera (https://lugaresquever.com).

Sinóptico

1953

Murió Isaías Medina Angarita

El mandatario que impulsó la Reforma Petrolera de 1943, mediante la cual se unificó el régimen de concesiones sobre los yacimientos hidrocarburíferos del país y promulgó la primera Ley de Impuesto Sobre la Renta gobernó en un tiempo de transición, abriendo amplias compuertas para un ejercicio pleno de los derechos políticos por la población y las distintas corrientes de opinión organizadas del país, siendo que Medina Angarita se había formado como profesional de las armas y ocupado responsabilidades durante el período gomecista. Y habiéndose desempeñado como Ministro de Guerra y Marina de Eleazar López Contreras, este último dispuso que Medina le sucediese en la Presidencia a partir de 1941, como en efecto sucedió, hasta su derrocamiento cuatro años después por un golpe de Estado que estalló el 18 de octubre de 1945, orquestado por la joven oficialidad militar de la época, en alianza con el partido Acción Democrática.

 

 

 

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