Néstor Rivero Pérez

[email protected]

El 4 de mayo de 1814, al amparo del lema “El Altar y el Trono”, el nuevo monarca de España, Fernando VII, decretaría la anulación de la Constitución liberal,  aprobada dos años antes por las Cortes de Cádiz, así como todas las actuaciones de cariz progresista dadas por dicho Parlamento durante el apartamiento forzoso  del monarca. Este, como efecto de la invasión napoleónica a la Península Ibérica, quedó de rehén de los franceses, entre 1808 y 1814.

«Mi tío, el doctor»

De facciones pronunciadas, Fernando VII se caracterizaba no obstante por un trato amable y la mordacidad de su conversación. Se cuenta que en una ocasión, a su tío, el Infante don Antonio Manuel, excelente persona pero de corta ilustración, le fue conferido por la Universidad de Alcalá el grado de doctor. «Desde entonces Fernando no le nombraba más que como mi tío, el doctor» [Diccionario Enciclopédico Espasa Calpe, Tomo 23, pág 865], lo que podía interpretarse como sorna. El novel monarca era persona muy dominada por sus miedos, como se vio en circunstancias cruciales, tales como los días previos al Motín de Aranjuez de 1808, cuando, descubierto en un complot de esos días, delató a sus cómplices.

El Altar y el Trono

La postura absolutista de Fernando VII encontró sustento doctrinario en la obra del fraile agustino Manuel José Anguita Téllez, quien se hacía llamar Rafael de Vélez. Este, en 1812 publicó la obra Preservativo contra la irreligión, ataque frontal y doctrinario contra el ideario liberal: “Se dicen liberales, porque con facilidad renuncian a sus opiniones antiguas, y siguen otras nuevas de mayor ilustración. Ellos se jactan de ser superiores a todos… su patria es todo el mundo: Sus compatricios todos los hombres, hasta los hotentotes y cafres (…) En toda la Europa son conocidos con los nombres de iluminados, materialistas, ateos, incrédulos, libertinos, francmasones, impíos. Sus doctrinas contra los reyes, autoridades y religión acreditan estos títulos, y sus obras los manifiestan a lo menos como unos fanáticos, unos misántropos, enemigos de toda sociedad” [http://www.filosofia.org]. Téllez-Vélez alcanzaría mayor renombre como autor de La apología del Altar y el Trono, en dos volúmenes. En dicha obra objeta la Constitución de Cádiz de 1812, así como la expulsión del Nuncio de Su Santidad de aquel año, la desamortización de bienes eclesiásticos y la abolición del Tribunal de la Inquisición. La obra dio alegatos a quienes sostuvieron la necesidad del régimen absolutista.

Manifiesto de los Persas

Recordando a los antiguos persas, que concedían a la población al fallecer el monarca, un lapso de cinco días para robos, venganzas, asesinatos y otros excesos, «a fin de que la experiencia, les obligase a ser más fieles a su sucesor», 69 personalidades del Madrid más conservador, suscribieron el titulado “Manifiesto de los Persas”, mediante el cual brindaron al monarca reinstaurado, la opinión que este requería en su propósito de gobernar sin sujeción a ningún poder distinto que su voluntad absoluta. El Manifiesto fue entregado a Fernando por Bernardo Mozo de Rosales, luego recompensado con el título de Marqués de Mataflorida.

El Manifiesto disipó las vacilaciones del monarca, quien antes del 4 de mayo mantenía temores sobre la eventual respuesta en contrario a su deseo de imponer el absolutismo, por los liberales, cuyo apoyo popular por entonces se desconocía. Ya en el ejército, el rey había confirmado el apoyo de los generales Castaños, Elío, Eguía y Morillo, entre otros, cuadros fundamentales del control militar de la Península.

Efectos en América

La reinstalación de Fernando en el trono en 1814 repercutió en las antiguas colonias. En cuanto se asentó en Madrid y asegurarse el control del grueso del ejército, clero y nobleza, además del pueblo llano, el rey se abocó a la organización de un poderoso ejército para asegurar sus dominios coloniales sobre las colonias americanas, Así, con el envío de una fuerza de 15 mil hombres al mando de Pablo Morillo, la guerra se prolongaría por varios años más, sin que dicha fuerza lograse finalmente doblegar la firme vocación de Independencia.

Sinópticos

1795
Nació José Gregorio Monagas

Comandó el último batallón grancolombiano que viajó a Perú para reforzar su guerra de Independencia. Al llegar en 1825, tras la Batalla de Ayacucho, había concluido ya la contienda. Así reforzará el sitio del Callao, último reducto de los realistas, que capituló a comienzos de 1826. En 1854, como presidente de Venezuela, Monagas promulgó  la Ley de Abolición de la Esclavitud.

1810
Lino de Clemente

Fue designado Ministro de Guerra y Marina, por la Junta Suprema de Venezuela, durante la I República. Junto a Gregorio McGregor, Pedro Gual y Luis Aury, Clemente participó en 1817 en la creación de la República de las Floridas. Meses más tarde el Libertador, desde Angostura, le nombra cónsul de Venezuela ante EEUU.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!