Néstor Rivero Pérez

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El 9 de febrero de 1823, hace doscientos años, culminó en República Dominicana el lapso conocido como “Independencia Efímera”, que comenzó el 1° de diciembre del año anterior, cuando un grupo de patriotas, encabezados por José Núñez de Cáceres, proclama la separación de España.

Contexto

Al tiempo que en Tierra Firme se desarrollaba el ciclo emancipador, con el pronunciamiento de Caracas del 19 de abril de 1810 y la subsecuente contienda contra las autoridades peninsulares, la porción de la isla La Española que se mantenía como colonia de la Corona, sentía el impacto de una doble circunstancia: De una parte su estructura social y económica se hallaba intimidada por la Revolución Haitiana, que desde 1792 se había insurreccionado en el territorio del Saint Dominique francés, al oeste de La Española, contra su metrópoli gala, consiguiendo la independencia y consagrando la abolición de la esclavitud, tras la matanza de muchos propietarios de ascendencia francesa; y de otra parte, el Santo Domingo español se mantuvo desasistido durante buena parte del reinado de Fernando VII.

 

Bajo control haitiano

Uno de los puntos del Tratado de Basilea suscrito entre la Corona española y la Francia termidoriana, suscrito el 22 de julio de 1795, establecía que Madrid cedería a Francia la parte española de la isla La Española, la actual República Dominicana. Y en atención a dicha cláusula, y considerándose legatarios de Basilea, gobernantes haitianos en varias ocasiones fuerzas haitianas con sus fuerzas militares penetraron en suelo dominicano con miras a que se verificase lo fijado en el Tratado. Toussaint de Louverture, Jean Louis Ferrand y posteriormente Jean Pierre Boyer, procuraron anexarse al Santo Domingo español. Y el último de los tres decretó la abolición de la esclavitud y distribución de tierras en el territorio ocupado.

Independencia Efímera

Tal es el nombre que en la historia dominicana se asigna al breve lapso de la primera emancipación dominicana respecto a la Corona española y que, tras proclamarse la separación de Santo Domingo frente a la metrópoli peninsular, el 1° de diciembre de 1821, se sostuvo dicha independencia hasta el 9 de febrero de 1822, cuando tropas que obedecían al presidente Jean Pierre Boyer, de Haití, procedieron a ocupar la franja oeste de La Española, anexándosela en cumplimiento de los acuerdos de Basilea.

Al frente de este corto y primer período de independencia dominicana estuvo José Núñez de Cáceres, letrado de gran prestigio entre los criollos y criollo él mismo, quien sin percatarse de las expectativas haitianas, enarboló en el balcón del palacio de gobierno, la bandera tricolor de la Gran Colombia.

 

Bolívar en el Sur

De inmediato Núñez de Cáceres da curso a trámites ante Caracas y Bogotá, a objeto de que el Estado creado por el Libertador Simón Bolívar, la aceptase como parte de su territorio. Sin embargo, para 1822 el héroe caraqueño se encontraba al frente de las Campañas del Sur y no retornará a la Gran Colombia sino cuatro años después, siendo que Francisco de Paula Santander, en Bogotá, ni José Antonio Páez, en Caracas, supieron dar respuesta clara y oportuna a la solicitud.

Haití se había independizado en 1804 de Francia y, en aquella época contaba con más población y mayor poderío militar que la parte oriental de la isla La Española.

“El Acta Constitutiva del nuevo Estado [Santo Domingo] se compone de 39 artículos (…)  el 4º instituye que la “parte española [de la isla] entrará desde luego en alianza con la República de Colombia [para convertirse] en uno de los Estados de la Unión. El 5º dispone el envío ‘a la’ mayor brevedad de un diputado ‘”a Bogotá para entrevistarse con Bolívar y solicitarle la Constitución colombiana para con su previo examen y conocimiento dar esta parte española acto de accesión. El artículo 6º busca dirimir las relaciones con Haití mediante un tratado de amistad, comercio y alianza para la común defensa y seguridad de ambos territorios” [https://www.scielo.org.mx].

Sinóptico

1861

Estados Confederados

Este día Jefferson Davies fue nombrado Presidente de los Estados Confederados de América. Esta nación surgió en el marco de la histórica controversia entre abolicionistas y esclavistas en EE. UU. Los Estados algodoneros del sur, cuyas clases adineradas, justificaban la oprobiosa esclavitud, que convertía a los negros en propiedad de otros. Así, el vicepresidente de los Estados Confederados, cuya capital era Virginia, pronunció una pieza oratoria que se conoce como Discurso de la piedra angular, donde exponía “la piedra angular del nuevo gobierno y en la que se apoyaba, ‘era la gran verdad de que el negro no es igual al hombre blanco, esta subordinación a una raza superior es su natural y normal condición. Nuestro nuevo gobierno es el primero, en la historia del mundo, basado sobre esta gran verdad física, filosófica y moral”.

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