Néstor Rivero Pérez

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El 11 de abril de 1963, hace cincuenta años, el sumo pontífice Juan XXIII firmó su encíclica Pacem in Terris (“Paz en la Tierra”), mensaje que sustentaba la convivencia pacífica de los seres humanos y naciones del mundo que entonces confrontaban el ambiente de la Guerra Fría. El “Papa Bueno” como se le identificada sustentó su petición sobre los valores de la verdad, justicia, libertad y el amor al prójimo. Cincuenta días después de esta, su octava y última encíclica, falleció el Romano Pontífice.

El papa Roncalli

Oriundo de la región de Lombardía (Italia) Angelo Giuseppe Roncalli, tras una dilatada carrera sacerdotal sucedería en 1958 a Pío XII en el solio vaticano. Su pontificado se caracterizó por un halo de progresismo y reformas dentro del cual adquirieron vitalidad en el seno de la Iglesia corrientes del ecumenismo, el nexo entre cristianismo y humanismo y la Teología de la Liberación surgida en países de América Latina. Su acercamiento a otras confesiones se manifestó en 1960 cuando luego de 400 años de distanciamiento entre la Iglesia de Inglaterra y Roma, Juan XXII recibió en el Vaticano a Geoffrey F Fisher arzobispo de Canterbury.

Dignidad de la persona

En su encíclica Pacem in Terris Juan XXII traza con un lenguaje sutilmente laico y ecuménico que no ha vuelto a ser leído en los salones del Vaticano, la dimensión de dignidad y albedrío que distingue a los integrantes de la especie que impera sobre la Tierra “En toda convivencia humana bien ordenada y provechosa hay que establecer como fundamento el principio de que todo hombre es persona, esto es, naturaleza dotada de inteligencia y de libre albedrío, y… derechos y deberes, que dimanan inmediatamente de su propia naturaleza” (Pacem in Terris). A dicha esfera de deberes y derechos, dado su carácter universal e inviolable, “no puede renunciarse por ningún concepto” (Ibídem).

Convivencia civil

La Pacem in Terris enfatiza en el carácter espiritual de la sociedad humana al sostener la inmanencia espiritual que impulsa a la búsqueda de la verdad y al disfrute “disfrutar en común del justo placer de la belleza en todas sus manifestaciones” (https://www.vatican.va).

“Nuestra época”

Con una postura muy definida respecto a la problemática del mundo de su época, Juan XXIII ofrece puntos de vista de profunda actualidad, perfilando tres características principales de los tiempos que nacían y mantienen su proyección en el presente: a. la elevación del campo laboral, b. la mujer en la vida pública, y c. la emancipación de los pueblos. Respecto al primer punto el Papa señala que a partir del reclamo por reivindicaciones, los trabajadores se erigen “como hombres en todos los sectores de la sociedad; esto es, en el orden económico y social, en el político y en el campo de la cultura”; y en cuanto al segundo aspecto, Juan XXIII define como “hecho evidente la presencia de la mujer en la vida pública” (Ibídem).

Ni dominadores ni dominados

Y respecto al tercer tópico el Pontífice llama la atención acerca de la próxima emergencia de un mundo sin dominados ni dominadores “la convivencia humana ha sufrido una total transformación en lo social y en lo político. Todos los pueblos, en efecto, han adquirido ya su libertad o están a punto de adquirirla. Por ello, en breve plazo no habrá pueblos dominadores ni pueblos dominados”. El Pontífice advierte acerca de que unas naciones pudieren superar “a otras en el grado de cultura, civilización y desarrollo económico. Pero esta ventaja, lejos de ser una causa lícita para dominar injustamente a las demás, constituye más bien una obligación para prestar una mayor ayuda al progreso común de todos los pueblos” (Ibídem).

Encomios

Paz en la Tierra fue acogida con benevolencia por líderes políticos y movimientos sociales de distinta orientación. U Thant, secretario general de la ONU, afirmó “La encíclica está completamente de acuerdo con las concepciones y los objetivos de las Naciones Unidas” (Wikipedia). Y en el marco de la Guerra Fría los máximos representantes de los dos modelos encontrados, J F Kennedy, presidente de EEUU, y Nikita Jrushchov, premier de la URSS, alabaron el magno mensaje.

Sinóptico

479 aC

Confucio

Este día falleció en la provincia china de Lu, el moralista y reformador Confucio (el Maestro), cuyas ideas lograron imponerse como la principal corriente doctrinaria dentro de la nación que hoy se integra como República Popular China, disputando a EEUU el rol de primera superpotencia tecnológica e industrial del globo. De joven Confucio enseñó a escribir y calcular, incorporando, y aquí radica una de sus aportaciones, el cuido personal y la preservación de “los valores familiares, pues consideraba que la vía para crear una sociedad estable y alegre era mantener sólidos lazos entre los miembros del núcleo” (https://www.latercera.com). Suya es la expresión “El hombre que mueve montañas empieza apartando piedrecitas”.

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