Néstor Rivero Pérez

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El 21 de abril de 1836 tuvo lugar la batalla del río San Jacinto, en el marco de la guerra que por el territorio de Texas sostenía la nación mexicana y su ejército -comandado por Antonio López de Santa Anna-, contra las fuerzas secesionistas jefaturadas por el estadounidense Samuel Houston. La acción, que debe su nombre al naciente del río del mismo nombre donde se libró el combate -a unos cuarenta kilómetros de la actual ciudad de Houston, EEUU-, fue ganada por los separatistas, y determinó la pérdida de dicha franja por México, erigiéndose durante algunos años aquel territorio, como “República de Texas”. Al líder de la colonización anglosajona, Stephen Austin, se le reconoció como “Padre de la Patria”.

Tratado Adams-Onís

En 1819 fue suscrito el Tratado de Amistad, Arreglo de Diferencias y Límites entre su Majestad el Rey de España y los Estados Unidos de América, conocido como “Tratado Adams-Onís”, pues sus redactores fueron John Quincy Adams, por entonces Secretario de Estado de EEUU, y el diplomático Luis de Onís, por la Corte de Madrid. La primera consecuencia de este acuerdo de 1819 fue el traspaso por España de su soberanía sobre las Floridas, a EEUU, ejercida hasta entonces. El hecho significó un salto cardinal dentro de la estrategia de ampliación de territorios trazada por las élites gobernantes de EEUU, desde la independencia de las trece colonias de su metrópoli, Inglaterra, en 1776. Así, en 1803, el presidente Thomas Jefferson, a través de su Secretario de Estado, James Monroe, en París, cerró negociaciones con la Francia napoleónica para adquirir la extensa franja de las Lousianas con el río Misissipi. La venta permitió a EEUU duplicar la extensión de sus territorios hacia el oeste y sur, avecindándola con Oregon, región situada al noroeste norteamericano y con costas en el Pacífico.

A cambio, España recibió la titularidad indisputada de Texas, no obstante que algunas voces en Washington DC, sostenían que Texas formaba parte de la Lusiana. Y tras el acuerdo Adams-Onís, las sucesivas administraciones de la Casa Blanca persistieron en su política expansionista, ahora por vía, no de compra, sino del despojo interpuesto o directamente militar, como se verá entre 1835 y 1848.

Campeón del expansionismo

Andrew Jackson, presidente de EEUU para 1836, tuvo una actuación de primer orden en el desmembramiento de Texas, territorio despoblado, con algunos miles de habitantes, quienes de haberse congregado en un mismo punto, apenas hubiesen bastado para formar una ciudad medianamente poblada. Jackson apuntaló la doctrina de “fronteras móviles” que legitimó la toma final de la Florida oriental, el avance hacia los Apalaches y la Guerra de Texas, con miras a su final anexión como parte de EEUU, lo que acaeció once años después. Jackson fue de los principales abanderados de la idea según la cual EEUU debía extenderse hasta el Pacífico; y, para 1836, tal objetivo pasaba por el despojo a México de sus territorios en la franja noroeste del país. Ya en 1822 el cónsul Joel Poinsett trató de acordar con México, que se reconociese al río Bravo como “límite internacional”, y la compra de Texas por 5 millones de dólares. En la secesión de Texas, Jackon se apoyó en Samuel Houston, viejo subalterno suyo en la Guerra de 1812 de EEUU contra Inglaterra. Un hecho que confirma la intromisión estadounidense en el separatismo de Texas fue el envío a Washington DC, de Antonio López de Santa Anna, presidente de México y jefe derrotado en San Jacinto, como prisionero de guerra en 1836, para que ratificase ante Jackson, la separación de Texas. Pedro Fernández Campos ha calificado a Jackson de “campeón del expansionismo”. En 1845 Texas sería definitivamente anexionado a EEUU.

Santa Anna

El jefe de la fuerza mexicana en la guerra contra los separatistas de Texas, era el general Antonio López de Santa Anna, quien por entonces ejercía la Presidencia de la nación azteca. Dos equívocos de signo trágico cometió Santa Anna en su guerra contra los secesionistas de Texas; una, haber dividido sus fuerzas con su lugarteniente y cuñado Martín Perfecto de Cos, quien se llevó 900 hombres hacia San Antonio de Béjar, buscando un mejor control de Texas; y dos, respetar, ese 21 de abril de 1836 -en medio de la persecución que hacía a las tropas de Houston- la hora de la siesta, cuando todos los efectivos se abocaron al descanso, abandonando los puestos de vigilancia para “ir a dormir”.

Sinóptico

1815
Incendio del navío “San Pedro Alcántara”

Tal la nave capitana del convoy que transportaba a los 15 mil hombres del Ejército Expedicionario comandado por Pablo Morillo, y se encontraba entre Coche y Cubagua. De pronto en su interior se desata un incendio y explosión que termina en hundimiento, con gran cantidad de pertrechos, víveres y dinero. Los margariteños atribuyeron el hecho a una intercesión de la Virgen del Valle.

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