Néstor Rivero Pérez

[email protected]

El 12 de febrero de 1814, con participación de varios centenares de adolescentes y jóvenes cursantes de la Universidad y el Seminario de Tridentino de la capital de la República, se libró en La Victoria una de las más significativas jornadas de nuestra gesta emancipadora, capitaneada por el general José Félix Ribas.

 

En La Victoria

El enrolamiento de los jóvenes cursantes de la Universidad y el Seminario, en medio de la alarma ante el peligro del arribo de José Tomás Boves a Caracas, evidenció que la exhortación formulada por Ribas el día anterior conmovió a la muchachada, cuyas edades oscilaban entre los quince y unos veintidós años. De acuerdo a la Gazeta de Caracas -edición N° 40- Ribas dirigió palabras cargadas de profunda emoción, con las cuales advirtió del peligro de Boves para la tranquilidad de sus hogares, mujeres y niños.

Segunda arenga

Ribas “logró organizar una división de 800 hombres entre veteranos, milicianos y seminaristas. Con esta fuerza, además de las guarniciones de La Guaira y algunos pueblos, partió Ribas a La Victoria”. Antes de iniciarse el combate en esta ciudad, según apunta Eduardo Blanco, el bravo caraqueño nuevamente arengó a los bisoños soldados: “¡Lo que tanto hemos deseado, se realizará hoy: He ahí a Boves. Cinco veces mayor es el ejército que trae a combatirnos. Defendéis del furor de los tiranos la vida de vuestros hijos, el honor de vuestras esposas, el suelo de la patria”. De acuerdo a Juan Vicente González, a Ribas “era la gloria del ataque quien le tentaba… aquel hombre altivo… se iba al corazón del adversario” (Biografía de José Félix Ribas).

Plaza atrincherada

La acción, según el parte del mismo Ribas, comenzó a las 7:00 de la mañana. Con una batería de cinco piezas ligeras, los patriotas sostuvieron sus posiciones hasta avanzada la tarde, aunque muy diezmados por la abrumadora mayoría de enemigos, en cuyo seno también se sentía el gran número de bajas. A medida que avanzaba el día Ribas recorría los distintos puntos de la plaza atrincherada. Algunas fuentes indican que perdió tres caballos. Pasadas las 4:00 de la tarde toma la decisión extrema de hacer “que perecieran primero todas las tropas que estaban a mi mando, que abandonar la plaza”. En esto observa que por el camino de San Mateo se elevaba una polvareda. Se trataba de una pequeña fuerza de auxilio de 200 hombres comandada por Vicente Campo Elías, enviada por el Libertador. Así, el héroe de Niquitao hace salir a ciento cincuenta hombres de la plaza que, al lado de la pequeña fuerza de Campo Elías -la que acometía por retaguardia al enemigo- logran un efecto envolvente que junto al factor sorpresa desconcertó a los realistas, obligándolos a retirase a las 5:30 de la tarde.

Estatuaria

Por aquel tiempo José Félix Ribas mantenía con el Libertador excelentes relaciones y una mutua admiración de las proezas de uno y otro paladín. Y cuando la Municipalidad de Caracas, el día 16 de febrero, resuelve la erección de una estatua para honrar al recio vencedor de La Victoria, este, con moderación contesta: “Vuestras Señorías creen que yo he contraído algún mérito (…) En Venezuela no hay otro que merezca esta recompensa que el… Libertador… el único a quien deben tributársele los altos honores”.

Honras a la efemérides

En discurso ofrecido por el Presidente Hugo Chávez el 12 de febrero de 2011, propugnó por una praxis de la independencia como puerta que configura los ejes de la Patria. La independencia precisamente, reclama “conciencia, unidad y fortaleza”.

Sinopsis

 1928
Semana de la Juventud

Este día cerraba en Caracas la Semana de la Juventud, iniciada el 6 de febrero anterior, que constituyó jornada de rebeldía cívica contra el régimen dictatorial de Juan Vicente Gómez, encontrándose entre sus participantes más destacados Pío Tamayo, Jóvito Villalba y Rómulo Betancourt, quienes terminarían en prisión, y el primero se vio liberado seis años después, para morir a los pocos meses de la tuberculosis que adquirió en los calabozos del Castillo Libertador de Puerto Cabello. Dos intervenciones fecundaron en el sentimiento patriótico y de civilidad de los jóvenes de Caracas en dicha semana. La primera fue la del revolucionario Pío Tamayo, cuyo poema El Indio, -recitado ante la reina de los estudiantes, Beatriz (Peña Arreaza)-, concitó el odio gubernamental y el encierro letal contra Pío, quien pedía libertad. La segunda fue el discurso que leyó Jóvito Villalba, por entonces el principal líder de los estudiantes caraqueños, quien invocó al Libertador: “En tierras de Venezuela ha vuelto a sonar el momento del héroe que se revela, como una campanada para esta tumba gloriosa (…) Libertador, ha llegado de nuevo la hora de que tu acción coincida para nosotros (…) Habla, ¡oh! padre, ante la universidad, donde se forjó la patria hace años y pueda oírse otra vez tu voz rebelde de San Jacinto” (https://historiadevzla).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!