Néstor Rivero Pérez

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El 23 de noviembre de 1856 murió en la localidad de Paita (Perú), Manuelita Sáenz, singular mujer del tiempo suramericano de las guerras de independencia, de las cuales fue partícipe singular en su condición de género: Valiente, inteligente y visionaria frente a los prejuicios del patriarcalismo feudal. La acción política de Manuelita Sáenz tuvo repercusión directa, de forma comprobada al menos en Ecuador, su patria nativa, Perú, Bolivia y Nueva Granada.

Vida novelesca

Como extraída de las páginas de una novela o drama romántico de los que impuso su signo emocional y de rebeldía política en el siglo XIX, Manuelita de niña aprendió oficios, artes e idiomas y cultivó la lectura, todo lo cual, aunado a su exigente carácter que repelía injusticias y discriminación, la indujo a acercarse a las corrientes que tanto en Quito como en Lima, en el tiempo que residió en una y otra capital, patrocinaban la independencia frente a España.

 

En voz alta

En 1821, el Protector José De San Martín, en Lima, condecoró a Manuelita como Caballeresa de la Orden del Sol. Con la voz de quien enfrenta valiente e imaginativa una estructura colonial de prejuicios y discriminación que marca la subordinación e inferioridad jurídica de la mujer, se vio víctima de distorsiones en su actuación histórica, cuando se trata de una precursora del feminismo en Suramérica: «En el contexto historiográfico patriarcal, Manuela Sáenz ha sido desdeñada, vilipendiada, estigmatizada y hasta reflejada como un defecto de Bolívar, por la moral patriarcal de numerosos escritores» [http://ecuadorcom]. Por entonces se negaba el derecho a la mujer de dar su consentimiento para contraer matrimonio; tampoco existía la figura del divorcio. Así, algunas asumieron respecto a Manuela, y a propósito de su relación afectiva con el Libertador Simón Bolívar, la reprobación del prejuicio conservador y la sinrazón, desconociendo su decisión de separarse para siempre de su esposo, el Dr. Thorne.

Con Simón Bolívar

Sin embargo, el motivo de fondo de la condena eran sus posturas avanzadas en la relación de género y su audaz defensa del proyecto continental y anfictiónico bolivariano. Su actuación en la Batalla de Ayacucho, a las órdenes de Antonio José de Sucre, la inscribe entre los soldados que contribuyeron a independizar los territorios de Perú y Bolivia. En Ecuador contribuyó con las conspiraciones antimonárquicas previas a la Batalla de Pichincha de 1822. Y en Nueva Granada, en 1828, salvará la vida del Libertador durante la Noche Septembrina.

Honras de Neruda

El autor de Canto General y Odas Elementales tributó a la Libertadora del Libertador páginas de su obra en que rezuma lirismo teñido de épica reivindicadora de lo americano. Así, da comienzo a su canto La insepulta de Paita, describiendo trazos del Pacífico, ruta que toma en Valparaíso con destino a Perú, con el propósito de desembarcar en el puerto adonde un siglo antes había llegado desterrada la heroína de Quito. Dice el poeta: “El Pacífico, duro camino de cuchillos. / Sol que fallece, cielo que navega. / Y el barco, insecto seco, sobre el agua. / Cada día es un fuego, una corona”; hasta el momento del desembarque, Neruda va contando y cantando su asombro: «Oh, naves / de la sombra y la luz, naves gemelas! / Oh tiempo, estela rota del navío! / (…) Qué flor salió, / qué embarcación florida / a fundar en el mar la primavera (…) / el viajero ha gastado

su corazón errante (…) / Atrás, adiós, te dejo, costa amarga. / En Paita preguntamos por ella, la Difunta: / tocar, tocar la tierra / de la bella Enterrada. / No sabían. / Las balaustradas viejas, / los balcones celestes, / una vieja ciudad de enredaderas (…) / y yo les pregunté por Manuelita, / pero ellos no sabían, /  No, pero en mar no yace la terrestre (…) Su corazón era de pan y entonces /  se convirtió en harina y en arena, / Y aquí no está y está la solitaria”.

Sinóptico

1816

Campaña de Guayana

Este día el general Manuel Carlos Piar anunció al prócer y coronel Pedro Antonio Zaraza, que había cruzado el río Orinoco, desde la orilla norte, perteneciente a la entonces Provincia de Barcelona, para adentrarse en Guayana. Dicho paso daría acceso a los patriotas, a la estratégica región desde la cual el Libertador Simón Bolívar restableció la República, y adelantaría en 1819 los preparativos de la Campaña de Nueva Granada. En carta dirigida el 28 de enero de 1816 al entonces coronel José Antonio Páez en Apure, Piar define el carácter estratégico de Guayana catalogándola como “la llave del llano, la fortaleza de Venezuela (…) por su posición está en contacto con los países extranjeros y todo el interior: Está cubierta y defendida por un muro más fuerte que el bronce… el Orinoco; ella, en fin… ofrece recursos… para tener un asilo seguro si la suerte nos redujese al último término. La ocupación de Guayana debe ser pues, con preferencia, el objeto de nuestros esfuerzos”.

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