Néstor Rivero Pérez

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El 31 de enero de 1605 murió ahorcado en Londres, el activista católico Guy (Guido) Fawkes, condenado por su participación en la fallida “Conspiración de la Pólvora”, mediante la cual se pretendía liquidar físicamente a Jacobo I, rey de Inglaterra y Escocia, cuyos territorios por entonces constituían dominios separados.

Un “No” del Papa

A raíz de la reforma religiosa que se derivó de los 95 reclamos escritos por Martín Lutero contra las “Indulgencias” -en tablas que en 1517 claveteó sobre la puerta de la iglesia de Wittemberg (Alemania)-, comenzó una corriente de escisiones en la feligresía, que se expresó en contiendas armadas a lo largo del siglo XVI y hasta mediados del siglo XVII. Y en Inglaterra, la división del credo católico, fue consecuencia del rechazo del Papa al divorcio de Enrique VIII y su esposa Catalina de Aragón, para contraer nuevas nupcias con Ana Bolena. Clemente VII habría contestado con una expresión bíblica: “»Lo que Dios unió, no lo separe el hombre» [https://www.ecured.cu]. De inmediato Enrique VIII desconoce la autoridad del sumo pontífice, proclamándose en 1534 como “Cabeza Suprema de la Iglesia en Inglaterra”, conminando a la mayoría de los obispos ingleses a obedecerle.

De Isabel a Jacobo

Luego de la muerte de Enrique VIII en 1547 y tras breves reinados de dos familiares, subirá al trono en 1558 su única hija, Isabel I, quien gobernará hasta su muerte, en 1603. Durante su mandato la nueva monarca, a la vez que convierte a Inglaterra en potencia naval y da impulso a la cultura, adelantaría en materia religiosa una política de persecución contra los católicos, institucionalizando la iglesia anglicana, “independiente de Roma” (…) En 1587 decapitó a María Estuardo, reina de Escocia, quien murió como mártir católica” [https://historia.nationalgeographic.com]. A Isabel la sucederá en 1603, Jacobo I, quien hace más rigurosa la legislación anticatólica, lo que provocaría tentativas en su contra.

 

“Con la pica en Flandes”

Guy Fawkes había intervenido en la campaña de los Países Bajos de 1588, como miembro de los Tercios Españoles. Dichos cuerpos, integrados por infantería, caballería y soldados con pica, hicieron célebre la expresión “poner la pica en Flandes”, que aludía al logro de un objetivo militar, cual era que luego de atravesar los Alpes, el ejército llegaba con sus picas a esta región, hoy repartida entre Bélgica y los Países Bajos.

 

Complot de la Pólvora

De este modo, un grupo de católicos, entre quienes destacaban individuos con experiencia militar, como Robert Catesby, el provincial Thomas Percy, el oficial Guy Fawkes, y otros más, orquestaron un plan para quitar la vida al rey de Inglaterra. La trama consistía en colocar 36 barriles de pólvora en el sótano del Palacio de Westminter, sede de la Cámara de los Lores (Parlamento), al cual debía asistir Jacobo I en la sesión de apertura, habiendo sido delatado el complot días antes por uno de los enterados, quien temía la persecución que el hecho acarrearía. Fawkes se encontraba junto a los barriles al momento de la pesquisa policial, el 5 de noviembre de 1605, siendo de inmediato detenido, sometido a tortura y enjuiciado, siendo condenado a la horca. La pena debía cumplirse el 31 de enero de 1606. Sin embargo, tras subir al cadalso, instantes antes de que  le fuese colocada la soga en el cuello, Fawkes decide dar un salto tratando de escaparse, ocasionándose con la caída, la rotura del cuello muriendo de forma instantánea.

 

Sinóptico

José Félix Ribas

1815

Este día, el general José Félix Ribas, quien fue capturado en montañas cercanas a la población de Tucupido (Guárico), fue muerto de forma cruel por autoridades realistas de la región. Tras la batalla de Urica (Monagas) del 7 de diciembre de 1814, donde las fuerzas de José Tomás Boves y Francisco Tomás Morales, destrozaron a las republicanas, los grupos de sobrevivientes patriotas se dispersan, procurando alejarse de la cuchilla enemiga. Ribas, acompañado de uno de sus antiguos esclavos, toma camino a pie con miras a aproximarse al centro del país, aspirando encontrar fuerzas que resistan a los españoles, para incorporárseles.

Sin embargo, el agotamiento y la carencia de alimentos, afecta su salud. Habiendo amanecido con estado de fiebre, Ribas envía al poblado a su esclavo, para que recabe información y procure adquirir algunos alimentos.

Al toparse con algunas personas el esclavo, al parecer, se contradice en algunos asertos y hace entrar en sospecha a sus interlocutores de Tucupido, siendo sometido a duros interrogatorios por las autoridades, quienes le hacen confesar la identidad de José Félix Ribas y el lugar del escondite. Hasta allí llegan, sorprendiendo al héroe de la Batalla de La Victoria, apresándolo. De inmediato descargan sobre su humanidad del enfermo su odio, y le someten a maltratos e insultos, hasta terminar quitándole la vida en la plaza de Tucupido.

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