Néstor Rivero Pérez

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El 29 de noviembre de 1781, hace 240 años, nació en Caracas don Andrés Bello, el polígrafo de más vasta producción en el continente americano del siglo XIX, y cuya obra literaria y jurídica, así como en educación, filología, diplomacia, filosofía y otros ramos del saber, lo convirtieron en el Patriarca de las Letras Americanas.

Obra ciclópea

Bello fue preceptor de Lenguas de Simón Bolívar en sus años juveniles. Así lo reconocerá este último en 1825, ya convertido en el Libertador, al escribir: “fue mi maestro… de Bellas Letras y Geografía”. El polígrafo permaneció desde 1810 exiliado en Londres. De 1829 hasta su muerte se radica en Chile con sosiego, donde lega una extensa obra escrita, de variedad temática y calidad. Fundó la Universidad de Chile, regentando distintas cátedras, a la vez que redactaba el Código Civil chileno; ejerciendo como asesor de relaciones exteriores. Fue autor de la Gramática Castellana, que ha contribuido notablemente a la uniformidad del idioma. Tradujo obras del latín, inglés y francés.

La “Silva” y sus fuentes

Bello forjó su base intelectual durante la Colonia. Por entonces imperaban los textos del clasicismo greco-latino, la literatura española del Siglo de Oro y la escolástica, que forma parte de la identificación entre razón y fe, y que se expresará en el eclecticismo filosófico de don Andrés. En su discurso poético, Bello manejará con destreza sinalefas, sinéresis y “la ley del acento final” [http://corrienteliteraria]. Su poesía está dominada por un rasgo sustantivo del clasicismo: El bucolismo. En su monumental Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida, la versificación de Bello toma rumbo propio americano ante el paisaje que hace caer luz sobre la granada, o la caña “de do la miel se acendra”. Difícil ante sus estrofas escapar al sortilegio de los “aromas mil” que el viento bebe ante la embriaguez del añil que entinta y da vestido al jazmín; o sostenerse incólume ante el ananás que embebido sazona, para los hijos de la fecunda zona, su ambrosía. Bello en perpetua creación será, de acuerdo a Emir Rodríguez Monegal, “uno de los primeros poetas de habla hispánica en acusar caracteres ro­mánticos” [http://letras-uruguay.].

Penurias

A diferencia de Simón Rodríguez, Bello no fue hombre de plantear a todo riesgo un programa reformador al descampado del recio bosque humano de la América que salía de la contienda contra España. Mientras el primero, sin graves cargas familiares entonces -pero sometido a los riesgos de la estrechez en países de Europa-, hace maletas y se viene a Bogotá, apenas asegurada la independencia, Bello, en Inglaterra, bordeando por momentos la indigencia junto a nutrida familia, aguarda varios años más, a la espera de que la Gran Colombia le reconozca un ascenso del modestísimo cargo de Secretario de la Legación diplomática, y con ello sus ingresos.

Bello y Bolívar

Tras Junín y Ayacucho Bello escribe a Bolívar. En desconocimiento de las tensiones que desde 1826 afloraron en las relaciones entre el Libertador y el vicepresidente Santander, Bello pide se le mejore para atender la manutención de los suyos “en una ciudad -Londres- donde todo es carísimo”. Bolívar, entonces distanciado del vicepresidente Santander -al frente este último del Poder Ejecutivo de la Gran Colombia-, le responde “Yo no estoy encargado de las Relaciones Exteriores (…) Yo le recomendaría [al Vicepresidente], pero mi influjo con él es muy débil y nada obtendría”. Así, tras 19 años en Londres, Bello resuelve aceptar la oferta de un cargo por el gobierno de Chile, trasladándose en 1829 a la capital, Santiago. Infructuoso fue el último intento del Libertador por conservar a Bello para su patria. Desde finales de 1829 hasta su muerte, nada pudo hacer el Padre de la Patria, presenciando la desintegración de la Gran Colombia. Mucho de estos incidentes los ignoraba Bello, quien en Chile será uno de los fundadores de sus instituciones. Allí fallecerá en 1864.

Sinóptico

1947

Partición de Palestina

Este día la Organización de Naciones Unidas aprobó fraccionar en dos porciones, el territorio de la histórica Palestina, el cual desde los tiempos de Jesús de Nazareth, estuvo ocupado por comunidades aramitas, asirias, cananeos, sirios, filisteos y también hebreos, quienes mantenían contactos de orden cultural, patriarcal y de comercio, con una trayectoria de varios miles de años en el Medio Oriente y en el marco de los antagonismos propios de las comunidades primitivas en el Medio Oriente. La decisión abrió las compuertas a un régimen de ocupación y despojo territorial cuyas víctimas, comunidades palestinas, se vieron obligadas a migrar y expatriarse a otras latitudes y continentes, debido a la política de desalojo adelantada por los gobiernos sionistas del Estado israelí, con expresiones de inusitada violencia para imponerse  a los nativos palestinos y con apoyo financiero y militar de potencias occidentales.

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