Néstor Rivero Pérez.

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El 1° de febrero de 1817 nació en Cúa (Miranda) Ezequiel Zamora, quien simboliza en la historia republicana las rebeliones campesinas y el reclamo por la redistribución de la tierra en la Venezuela agrario-feudal y oligárquica que a partir de 1830 sucedió a la Gran Colombia.

 

Lecturas y programa

En el pensamiento político de Ezequiel Zamora, inicialmente un pulpero de Villa de Cura y negociante de ganado en el centro del país -lo que le permitió entrar en contacto con la realidad social en haciendas y hatos de Aragua, Guárico y Miranda-, influyeron su cuñado Juan Caspers, alsaciano que había participado en la Revolución Francesa de 1830. También Manuel María Echeandía y el abogado J. M. García, liberales ambos con ideas protosocialistas. También influyeron sus lecturas del semanario El Venezolano, redactado en Caracas por Antonio Leocadio Guzmán -adversario del paecismo-, y de quien Zamora se haría seguidor en Villa de Cura y La Victoria. Y en la mente del caudillo del alzamiento popular escenificado en el país entre 1846 y 1847 y de la primera fase de la Guerra Federal, entre 1859 y 1860, el liberalismo poseía un magnetismo social que otros adversarios del Partido Conservador desconocían. Así se verá que al triunfo de la Federación en 1863, quedaron en el tintero iniciativas como la entrega de tierras a la mano de obra ociosa que deambulaba por campos y ciudades.

 

Dos estallidos

Ciertamente Zamora estuvo al frente de procesos insurreccionales que en sus respectivos momentos, hicieron temer a los dueños de tierras y esclavos, a la oligarquía conservadora que nucleaba a los comerciantes, gran parte del generalato poseedor y a reconocidos letrados de la época, por su predominio en el control doméstico sobre las clases sociales. Uno fue el levantamiento armado de 1846-47, del campesinado que laboraba en condiciones de enfeudamiento o esclavitud, en las haciendas del centro del país. Y el otro, la Guerra Federal que estalló en 1859 y que lideró el hijo de Cúa hasta el año siguiente en que una bala misteriosa le quita la vida.

Horror a la oligarquía”

Tal fue una de las consignas popularizadas por Ezequiel Zamora en el curso de la Guerra Federal. De propia inspiración o sugerida por su secretario Francisco J. Iriarte, joven que se había incorporado al Ejército Federal poco antes de la jornada de Santa Inés y quien aportaba su ideario socialista utópico y anarquista adherido durante su pasantía por Francia, donde presenció la insurrección y barricadas del París de 1848. Iriarte sería uno de los hombres más cercanos a Zamora, quien le designó auditor del Ejército. En su libro Guzmán Blanco. Elipse de una ambición de poder, Ramón Díaz Sánchez sugiere un potencial en Zamora como reformador social, al sostener que sus propuestas quedaron truncadas con la bala fatal de San Carlos, y que el Valiente Ciudadano mantuvo “in pectore” sus ideas respecto al destino de la Federación, si hubiese permanecido con vida.

 

Soldado del pueblo

Ezequiel Zamora, en su carácter de general de los Ejércitos Federales, utilizaba un sombrero de paisano, y por encima de este el quepis de militar. Con ello quería de una parte apuntarle a la oligarquía y a sus oficiales que el Ejército Federal a su mando, defendía con las armas la causa popular. Y a sus seguidores federales, que el militar debía verse como instrumento de la voluntad mayoritaria y civilista del pueblo, sin pretender erigirse en su superior. El mensaje era claro rechazo al rol de José Antonio Páez, Carlos Soublette y otros prohombres de la independencia, cuyas espadas se colocaron al servicio de los terratenientes y plutócratas urbanos. Zamora caerá en San Carlos el 10 de enero de 1860.

 

Sinóptico

1804

Haití proclama su independencia

Este día Haití se declara independiente, siendo la primera nación de la América Latina y Caribeña en adquirir su condición republicana. Ya en 1793, Toussaint de Louverture había hecho público su credo abolicionista: “Quiero que la libertad y la igualdad reinen en Santo Domingo. Trabajo para que existan. Uníos, hermanos, y luchad conmigo por la misma causa. Arrancad de raíz conmigo el árbol de la esclavitud”.

En 1802 se inicia un ciclo de terribles combates entre los 25 mil efectivos enviados por el emperador Napoleón Bonaparte al mando de su cuñado  Charles Leclerc de una parte, y de la otra las fuerzas haitianas, entre cuyos principales jefes descolló el propio Louverture, sucedido por figuras como Jean-Jacques Desalines, Henry Cristophe y Alexandre Petión. Así, el día de Año Nuevo de 1804 Dessalines dirige al pueblo haitiano su elocuente mensaje: “Serás el sostén de la libertad… y el apoyo del jefe que te dirige.

Pon entonces entre sus manos el juramento de vivir libre e independiente, y de preferir la muerte a todo aquello que tienda a subyugarte nuevamente. Jura, finalmente, perseguir… a los enemigos de tu independencia” [https://dialnet.unirioja.es].

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