Néstor Rivero Pérez

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El 2 de abril de cada año se celebra el Día Mundial del Libro Infantil, cuyo propósito es cultivar en niñas, niños y adolescentes, la afición por la lectura, de modo que dicha inclinación se constituya en un hábito con proyección en las distintas fases etarias y a lo largo de la existencia de los individuos. La fecha tributa al natalicio del escritor danés Hans Christian Andersen, quien había nacido el 2 de abril de 1805 en la ciudad danesa de Odense, trasladándose a sus 19 años, a la capital, Copenhague.

Perraut el “padre”

Desde hace mil años la civilización árabe viene mostrando, con las Mil y una noches -conjunto de historias enhebradas en torno al califa abasí Harún Al-Rachid-, el poder del cuento para atrapar la atención de chicos y adultos. Y en el caso de las culturas europeas y luego de la Conquista de América, las familias del Viejo Mundo que habiendo aprendido a leer y a escribir, se trasladaban a partir del siglo XVII a las Colonias del Nuevo Continente, acostumbradas a repetir cuentos para niños, escuchados en sus países de origen, operaron como transmisoras de aquellas historias nórdicas de nieve, lobos y princesas. Así, Charles Perrault, fundador del cuento infantil, escribió relatos como Pulgarcito, Barba Azul, Piel de asno y La bella durmiente, y mediante los cuales rastrea junto a la fantasía, lucha de pasiones elementales entre el bien y el mal, concluyendo en moralejas con el triunfo de la bondad y la inocencia.

Grimm, los dos hermanos

Y a la par de Perraut destacan los hermanos Jacob y Wilheim Grimm, autores y recopiladores de literatura infantil y oriundos de Alemania y quienes durante la primera parte del siglo XIX sumaron su talento como divulgadores del cuento de hadas y al propósito de asentar la nacionalidad germana, cuando los pequeños reinos que componían Alemania, medían sus fuerzas con Francia, Rusia y otras potencias del Viejo Mundo. Así, los volúmenes publicados por los hermanos Grimm contienen textos propios y de otros autores, y, principalmente historias del pasado germano de fuentes orales.

Los cuentos de Andersen

Hans Christian Andersen, quien disputa a Perraut y a los Grim el sitial del mejor autor de cuentos infantiles, se inició en las letras a los 22 años como poeta, autor teatral y redactor de crónicas. En 1833, con ayuda del rey Federico VI de Dinamarca inició el primero de sus numerosos viajes por países europeos, esta vez deteniéndose en Italia, de cuyo recorrido obtuvo material para su novela El improvisador, iniciando dos años después la publicación de la vertiente que le inmortalizaría, la literatura infantil, con su libro Historias de aventuras para niños. En 1838 escribirá la segunda serie de sus relatos para chicos, con historias como “El patito feo, El traje nuevo del emperador, La reina de las nieves, Sirenita, El cofre volador, El soldadito de plomo, La princesa y el guisante, entre otros” [Wikipedia]. Muchos de estos y otros de sus cuentos siguen leyéndose con fruición por el público de todas las edades, vista la gracia y sutileza con las que el autor teje su nexo entre fábula, sentimientos y circunstancia.

“El Cuento de mi Vida”

 ”En Copenhague… consigue hacerse recibir por personajes importantes (…) en esta Atenas nórdica… personajes diversos desfilan ante nuestros ojos… Muy pronto marcha de su país atraído por las ciudades europeas y sus museos, teatros y grandes hombres. La segunda parte del libro viene a ser una especie de guía de la Europa romántica (…) Francia, Italia, Alemania, Inglaterra se nos aparecen a través de viñetas y retratos trazados por la misma pluma siempre presta a registrar con sonrisa benévola los rasgos pintorescos y la psicología particular de personajes como Víctor Hugo, Lamartine, Balzac… la sueca Jenny Lind…  Resumiendo, El cuento de mi vida viene a constituir las risueñas y encantadoras me­morias de Andersen” [https://www.criticadelibros.com].

La lectura infantil

Inculcar y fomentar en el espíritu humano, desde las edades tempranas la sensibilidad por la literatura, al lado de las artes y el saber científico, es un modo infalible de formar individuos amantes de la verdad, la moral y el sentido crítico.

 

Sinóptico

1819

Queseras del Medio

Este día 150 lanceros a caballo al grito de “Vuelvan Caras”, pronunciado por el general José Antonio Páez, se batieron con una fuerza realista de 4 mil doscientos efectivos jefaturados por el general Pablo Morillo.

El encuentro, a orillas del río Arauca (Apure), tuvo como resultado 400 muertos de la tropa realista, heridos y otros tantos dispersos, debido al autoarrollamiento que dentro del ejército monarquista produjo la brusca devolución e inesperada acometida en plena carrera, de los llaneros venezolanos.

Al grito de “Vuelvan Caras”, que significaba volver grupas de modo repentino y concertado, los llaneros, con su giro repentino, al atacar la caballería enemiga, desbarataron la persecución.

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