Néstor Rivero Pérez

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El 29 de enero de 1866 nació en Claméxy (Francia) el escritor Romain Rolland, quien en 1922 se haría acreedor al Premio Nobel de Literatura y cuyo libro, Juan Cristóbal en diez volúmenes, y publicado entre 1904 y 1912, muestra la búsqueda de perfección y amor a la humanidad del personaje epónimo.

Vocaciones

Abierto desde su adolescencia a distintas vocaciones -como la música, la política, la pedagogía y las letras-, Rolland se centra con los años en la literatura. Y siendo seguidor del escritor y pacifista ruso León Tolstoi, también cultivó trato cercano con  Máximo Gorki, Stephan Zweig, el húngaro Edmund Bordeneaux Szekely, y el indio Swami  Vivekananda. Juan Cristóbal versa sobre un inconformista y “genial músico alemán y donde se muestra el universalismo y amor a la humanidad del autor” (Wikiwand), y se inscribe en el cuadro de preguerra en la Europa de inicios del siglo XX.

Defensor de la URSS

Amante de la búsqueda de un mundo justo, armónico y en paz, Rolland simpatizó con el ensayo de nueva sociedad que desde 1917 se planteó en la antigua Rusia de los zares y que tuvo como resultado la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Muchos escritores del Viejo Mundo que conocieron el paso del siglo XIX al XX, comenzaron a ver en la URSS, la esperanza de regeneración de una humanidad atrapada por entonces en conflictos bélicos, rivalidades fronterizas y captura de nuevos mercados, a tono con la expansión de los monopolios en su fase imperial.

 

Con Stalin

Así, aceptando en 1935 una invitación del escritor Máximo Gorki, máxima gloria viviente de la literatura soviética, Rolland estrecha sus nexos con el liderazgo de la naciente URSS. Joseph Stalin era profundo admirador y lector de sus libros. Y ello explicaría la respuesta afirmativa que dio a la petición del escritor acerca de permitir salir de la URSS a Victor Serge, un crítico del rumbo de la URSS. El mismo Rolland al parecer fue quien conversó con el muralista Diego Rivera para gestionar ante el presidente Lázaro Cárdenas, que México acogiese a León Trotski, a quien ningún país deseaba hospedar en su territorio.

¿Budismo socialista?

De otra parte Rolland fue seguidor del hinduista Sri Ramakrishna y cuyos miles de seguidores viajaban de distintos continentes a Calcuta para escucharle. Ramakrishna creía en una especie de sincretismo universal, concibiendo que “todas las religiones (hinduismo, budismo, cristianismo, islam) eran en esencia una sola; vio en el deseo sexual y el dinero los males que impedían alcanzar la iluminación espiritual y rechazó el sistema de castas” [https://www.biografiasyvidas.com]. Y las hondas inquietudes derivadas del contraste entre los modelos de occidente y oriente, se ven reflejadas en personajes, capítulos y párrafos de la obra de Rolland.

“Pasiones y anonimato”

“Los cincuenta primeros años de la vida de la cual se hablará en este libro, están íntegramente en la sombra de una obra solitaria, anónima y elevada; los años siguientes están en medio de una hoguera mundial provocada por la apasionada discusión europea. Difícilmente otro artista de nuestro tiempo ha obrado en mayor anonimato, con menor recompensa y más solitario que Romain Rolland, hasta poco antes del año apocalíptico, y seguramente no hubo desde entonces otro autor más discutido. La idea de su existencia resulta, en verdad, visible solo en el momento en que todo se conjura para aniquilarla” [Stephan Zweig, libro Romain Rolland. El hombre y su obra  / https://freeditorial.com].

Sinóptico

1815

Guasdualito

Este día, fuerzas patriotas comandadas por los coroneles Francisco Olmedilla, Francisco Guerrero y el capitán José Antonio Páez, al frente de quinientos hombres derrotaron en Guasdualito (Apure) a ochocientos realistas. En su Autobiografía,  Páez expone el modo en que se libró el combate de Guasdualito.

Al amparo de la oscuridad, los independientes sorprendieron a los realistas, sin darles tiempo a conocer cantidad y disposición de sus fuerzas, que era mucho menor. Los enemigos se agrupan en el perímetro central del poblado y atacan precisamente hacia la salida de Guasdualito, donde estaba Páez. Este había dividido su fuerza en dos alas, un escuadrón que daba cara a la calle del pueblo por donde venían los realistas, y otro, situado en el flanco izquierdo de la vía, y del cual no se percató el enemigo.

Así, figurando una “formación martillo”, cuenta Páez, cargó por la espalda enemiga, derrotándolos al poco tiempo. “Se contaron más de 200 muertos y heridos y 28 prisioneros, la mayoría de los cuales fueron ejecutados en una degollina ordenada por Olmedilla y el comandante cojedeño Fernando Figueredo (…) Páez se opuso valientemente a que siguiera la matanza innoble y contra todo riesgo, logró su cometido en parte. Escribe Páez que el haberse presentado ante Olmedilla le hizo ver: ‘La barbarie de aquella matanza, y lo impolítico de semejante paso’…” (Autobiografía).

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