Néstor Rivero Pérez

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El 6 de mayo de 1821, en epístola premonitoria dirigida a su amigo Guillermo White, comerciante británico establecido en la isla de Trinidad, el Libertador Simón Bolívar expone su apreciación acerca del pronto desenlace de la contienda por la Independencia de Venezuela, esbozando el escenario que se configuraba a propósito del drástico repliegue del general en Jefe realista Miguel de la Torre, quien tras abandonar Barinas retrocedió a Acarigua, ciudad que abandonaría trece días después para reconcentrar sus fuerzas en San  Carlos.

Negocios y contienda

Con el mismo nombre y apellido operó durante la primera parte del siglo XIX en Buenos Aires, un comerciante británico, William Porter White, con actuación pública controversial y quien en funciones de proveedor de los ejércitos republicanos del Río de la Plata, obtuvo pingües beneficios  consiguiendo barcos, armas y avituallamiento en el curso de distintas campañas, y quien se viese sometido a juicio por acusaciones sobre manejo doloso en el curso de dichas transacciones.

Guillermo White

En todo caso el Guillermo White con quien se comunicaba el Libertador poseía intereses en Puerto España (Trinidad) y relaciones mercantiles en distintos puntos de Caribe. Siendo partidario entusiasta de la independencia, recibió en 1818, encargo del propio Bolívar de actuar como su intermediario epistolar para que por su conducto le fuesen enviadas a Angostura todas las comunicaciones y los periódicos o boletines que desde distintos puntos del orbe tenían al héroe caraqueño como destinatario. A White le escribió en 1820 el Libertador: “La educación forma al hombre moral, y para formar un legislador se necesita ciertamente de educación en una escuela de moral, de justicia y de leyes”.

El plan de La Torre

Bolívar estimaba que ya estaba muy próxima la jornada decisoria, la cual, debido al desplazamiento en reversa de los realistas, iba a darse en definitiva, algunas decenas de kilómetros adelante de San Carlos, en la planicie de Carabobo, por donde pasa el camino real que conectaba la actual capital de Cojedes y la ciudad de Valencia. Y así lo expresó en su epístola a White del 6 de mayo: “El plan que ha concebido el general La Torre de concentrar todas sus fuerzas en San Carlos es el único que puede prolongar algo más su existencia en Venezuela, mas no es el que puede destruirnos (…) Al romper las hostilidades ha abandonado a nuestro poder todo el occidente de Caracas”.

¿Por qué a White?

Tratándose de un comerciante respetado en Trinidad, y siendo esta isla punto de primera importancia en las comunicaciones entre Londres y las posesiones británicas del Caribe, y con amplias relaciones fuera de Trinidad, White recibía de Bolívar información confidencial, para su difusión en las colonias y la Europa, de los adelantos que los republicanos venían obteniendo en Tierra Firme. Y así lo apunta el héroe caraqueño a su corresponsal: “Al abrir la campaña no temo sino las mentiras de los españoles en Europa, por la influencia que ellos pudieran tener en el ánimo de nuestros enviados (…) Recomiendo pues y suplico encarecidamente a Ud, que por Gibraltar o cualquier otra vía, escriba a [los enviados de Bolívar]  Revenga y Tiburcio Echeverría (…) Ud puede negar abiertamente todas las victorias que los enemigos se atribuyan”. Esta misiva impone al lector contemporáneo, del genio de Bolívar como pionero en la contraofensiva ante las campañas de desinformación.

Sinópticos

1873

José Antonio Páez

Este día falleció en Nueva York el general José Antonio Páez, fundamental lancero de la independencia y hombre público de la historia de Venezuela. Páez se sumó como militar a la causa emancipadora en 1813, distinguiéndose por un valor sorprendente y el buen trato hacia la tropa y familias del llano. Con su intuición de gran táctico, Páez creó una escuela de la lanza, mejorando y enseñando a sus soldados las técnicas del ternejal, el Vuelvan Caras y el uso de una lanza de mayor longitud a la tradicional. En el curso de la Guerra de Independencia la actuación de José Antonio Páez resultó decisiva para el triunfo final de 1821. Sus operaciones al frente de la caballería llanera contribuyeron al desgaste del Ejército Expedicionario de Pablo Morillo en las campañas de 1818 y 1819. Igualmente su actuación personal en la Batalla de Carabobo del 24 de junio de 1821, que le fue reconocida por el Libertador. Sin embargo, cuando se hace una lectura crítica de su tránsito por las páginas patrias en dos puntos, su figura se empequeñece: Uno, su proceder frente al Libertador en 1830. Si bien distintas circunstancias explican la separación de la Gran Colombia, lo recriminable en Páez atiende más al juicio moral que al político. Se trata de la ingratitud del amigo en quien Bolívar confió los destinos de Venezuela; y el otro, su actuación como “espadón” de la oligarquía frente a la insurrección campesina de 1846-1847.

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