Néstor Rivero Pérez

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El 22 de octubre de 1813, el Libertador Simón Bolívar estableció la Orden de los Libertadores, en reconocimiento al heroísmo de los militares que arriesgando su vida en combate hacían gala de su devoción a la patria. El galardón consistía en una pequeña condecoración que cultivaba los estímulos morales en tiempos de estrechez económica del bando republicano y donde poco se podía ofrecer para recompensar con bienes materiales a los esforzados guerreros de la independencia. Y el loable cometido se cumplió, puesto que muchos oficiales se disputaban el honor de ostentar en su pecho el pequeño medallón de ser miembros de la “Orden de los Libertadores”.

Algo de historia

En la antigua Roma, los generales animaban en sus soldados el principio de la emulación, de acuerdo al cual se distinguía con un aditamento a los efectivos que descollaban en los combates contra el enemigo. Se aspiraba a cultivar la valentía y habilidad durante las campañas. Y esta tradición fue a su vez seguida por Napoleón Bonaparte, quien creó el selecto cuerpo de los Mariscales del Imperio, cuya membresía era apetecida por decenas de miles de quienes integraban el Ejército Napoleónico, y del cual formaron parte Grouchy, Murat, Kellermann, Massena, Ney y De Soult, cuyas ejecutorias lindaron con la leyenda, siendo integrados por su heroísmo varios de estos generales, en las páginas de autores como Víctor Hugo y Honorato de Balzac, entre otros.

Premio-Medalla-Condecoración

En distintos ámbitos de la vida social y en la mayoría de los países se ha concedido, o concede, premios en metálico acompañados de un diploma o reconocimiento impreso, o una copa, a favor de destacadas individualidades o equipos deportivos, grupos de investigadores en la ciencia o cuerpos de docentes. Incluso en ámbitos estudiantiles las autoridades del respectivo centro de formación consagran al mejor o a los mejores egresados o los ‘Cum Laude’, con este tipo de galardón. Y merece el comentario el hecho de que a diferencia de la actividad deportiva, cuyo fundamento y liderato lo determina la condición biológica y física de quienes optan a la recompensa, usualmente la orden o condecoración se entrega a quienes manifestaron en el curso del lapso correspondiente, méritos cívicos o su aplicación intelectual en una rama del conocimiento humanístico o científico. No se trata de un acto de una musculatura frente a otra, sino de la cualidad moral y civilista, o aplicación de ingenio del sujeto, lo cual en nada depende de la agilidad para dar saltos sobre vallas, o celeridad en la brazada dentro de una piscina. Y en términos generales tanto uno como otro reconocimiento se acredita, junto a la presea metálica, medalla o  placa debidamente grabada, con formalidades rigurosas y su protocolo validado por el jurado respectivo.

Bolívar y el estímulo moral

Habiendo estudiado desde joven la historia de la Roma imperial, así como la vida de los doce césares y la de los grandes generales y organización de ejércitos, el héroe caraqueño estaba consciente que el Ejército Republicano, formado por oficiales generosos e imbuidos de propósitos elevados, habría de dar significado a una enseña que pendería en el pecho de los condecorados, contribuyendo a su amor a la gloria de que él, Bolívar, había sido investido el 14 de octubre de ese año 1813, cuando en nombre de Venezuela, la Municipalidad de Caracas le honró a perpetuidad con el título de “Libertador”. Y así responde a sus premiadores: “Se me aclama… Libertador de Venezuela, título más honroso para mí que el cetro de todos los imperios”. Y consciente de la emulación de sus tenientes, indica ante los munícipes que “el mariscal José Félix Ribas, el coronel Atanasio Girardot, el brigadier Rafael Urdaneta, los comandantes D’Elhuyar y Elías… son verdaderamente estos ilustres libertadores”. Así, en consecuencia con este pensamiento expuesto el 14 de octubre de 1813, el Padre de la Patria determinará ocho días después, la creación de la Orden de los Libertadores, cuya adquisición por méritos en el combate, se disputaron y obtuvieron muchos de los grandes combatientes de la gesta emancipadora suramericana.

Sinóptico

1993

Luis Felipe Ramón y Rivera

Este día falleció en Caracas Luis Felipe Ramón y Rivera, iniciador, junto a Isabel Aretz, su esposa, de los estudios de etnomusicología en Venezuela. Ramón y Rivera, autor de los reconocidos valses Brisas del Torbes -emblema musical del Estado Táchira, y Lejanía; compuso además canciones infantiles y piezas para piano. En cuanto a su nutrida vertiente de investigador escribió unos treinta textos. Don Luis Felipe “se dedicó a componer música popular y a actividades musicológicas en el Servicio de Actividades Folklóricas y luego en el Instituto del Folklore. Fundador de la Orquesta Típica, fue iniciador de publicaciones periódicas abocadas al estudio del folclor, y del Museo Nacional del Folklore [http://www.sacven.org].

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