Néstor Rivero Pérez

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El 20 de febrero de 1859, con la toma del cuartel de Coro por Tirso Salaverría, se dio comienzo a la Guerra Federal. Dos días después arribará a La Vela, el General Ezequiel Zamora, para ponerse al frente del movimiento.

Estalló Guerra Federal

Como expresión del descontento social y político en la Venezuela de entonces, por la práctica de persecución y extrañamientos del territorio nacional, impuestas por el Partido Conservador entronizado en Caracas bajo el mandato de Julián Castro, un grupo de liberales al mando de Tirso Salaverría en Coro tomó las armas, lanzando el grito de “Federación” y activando el dispositivo revolucionario que hará venir de su exilio al General Ezequiel Zamora, para encabezar la rebelión popular de la Guerra Federal.

Toma nocturna

En la oscuridad de la noche del 20, Salaverría, liberal convencido y amigo del General del Pueblo Soberano, con quien se hallaba en combinación, asaltó el depósito de armas de Coro, tomando control de la ciudad y enviando urgente emisario a Zamora para que viniese de Curazao, donde se encontraba exiliado en compañía de Antonio Leocadio Guzmán, fundador del Partido Liberal y otros radicales, expatriados el año anterior por el gobierno de Julián Castro y el Partido Conservador.

Nuevo liderazgo

Para febrero de 1859, el país se había convertido en un virtual polvorín, especialmente en la región oriental, donde grupos acaudillados por el viejo prócer

Juan Sotillo, habían iniciado operaciones armadas en repudio al gobierno de Castro, a quien se acusaba de traicionar el liberalismo. Por entonces J. Tadeo Monagas, quien pudo a su vez ser designado jefe de la revolución que comenzaba, estaba exiliado en Trinidad y desde allí habría de dar su asentimiento

al liderazgo de Zamora. La otra figura que tenía la conducción de la revolución armada, era Juan Crisóstomo Falcón, quien desde Saint Thomas operaba como director político de la revolución, reconociendo a Zamora como jefe de operaciones militares del occidente. Asi, Ezequiel Zamora, tras su desembarco el 22 de febrero gracias a su valentía, arrojo y competencia al frente de las tropas, fue aceptado por todos los sectores del liberalismo como jefe militar. Sin proponérselo será en el curso de las hostilidades encumbrado como líder supremo de la Federación.

Tirso Salaverría

La acción encabezada por Tirso Salaverría recuerda en mucho la toma de Güiria protagonizada en 1813 por el General Santiago Mariño y la cual dio inicio a la Campaña de Oriente, empezando con la misma la liberación de las provincias de Cumaná, Barcelona y Margarita, curso de sucesos que, junto a la Campaña Admirable encabezada desde el Occidente por el Libertador Simón Bolívar, haría posible la II República. Y al igual que en la Güiria de 1813, lo sorpresivo y orquestado de la operación, permitió a los insurgentes controlar las instalaciones militares y toda la ciudad. Dos días después, el 22, el General Ezequiel Zamora, procedente de su exilio tras pisar suelo venezolano en La Vela, llegó a Coro  trazando de inmediato las líneas de los nuevos sucesos. Como Jefe de Operaciones del Ejército de Occidente, el acierto de sus previsiones pronto le hará triunfar en el centro-occidente del país.

Proclama de insurrectos

En su proclama Salaverría enunció: “¡Corianos! La Federación es el gobierno de todos (…) es el gobierno de los libres. No hay un solo venezolano, con excepción del reducido club que hasta hoy nos ha dominado, cuyo corazón no lata de entusiasmo al impulso de esa voz mágica y arrobadora”. Entonces se esgrimía, frente a la aplicación oligárquica del modelo unitario y central de Estado Nacional que caracterizó al Partido Conservador desde 1830, con su ideología del ‘laissez faire’ manchesteriano, sin noción de contraprestación a favor del país, por los grandes capitales foráneos.

Sinóptico

1534

Carlos V y el Canal de Panamá

Este día el emperador Carlos I de España, I y V de Alemania, emitió real cédula ordenando al gobernador de Panamá, Francisco de Riobueno, estudiar el proyecto de construcción de un canal entre los océanos Atlántico y Pacífico. Así, en territorios donde por siglos habían morado las tribus aborígenes de los Veragua, Texbi y otras, comenzó a trazarse el mapa de una ruta interoceánica, para asegurar a la metrópoli peninsular la conexión de ambos mares. La real instrucción de Carlos V contemplaba examinar la posibilidad de un enlace acuífero “desde el -río- Chagres hasta la mar del Sur”, como por entonces se conocía al océano Pacífico, y se precisó que el gobernador Barrionuevo debía recurrir a “Personas Expertas” a fin de determinar si era posible abrir un canal. Debía informar el costo de la obra y tiempo en construirla. Barrionuevo sostuvo que debía aprovecharse el curso del río hasta donde pudieran llegar los barcos, acondicionándolo para la navegación y salvando en carretas el trayecto restante a la ciudad de Panamá” (http://bibliotecavirtual].

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