Néstor Rivero Pérez

El 25 de abril de 1974, tuvo lugar en Portugal el movimiento insurreccional que ha pasado a la historia con el nombre de “Revolución de los Claveles”, mediante la cual fue depuesto el régimen dictatorial establecido 48 años y que consagraría a Antonio Oliveira Salazar, líder indisputado hasta su muerte del conservador Estado Novo y de “la derecha republicana, los monárquicos y los católicos” y a su sucesor, Marcelo Caetano.

Un poco de historia

El sistema monárquico imperará en Portugal desde el inicio de la Baja Edad Media, hasta que en 1910 se establece una primera república de carácter parlamentario, que se mantuvo hasta que el golpe de Estado de 1926, patrocinado por sectores ultraconservadores del clero, la universidad y clases pudientes lusitanas con la figura de Antonio Oliveira Salazar, inicialmente como ministro de las Finanzas, y luego primer ministro desde 1932. Más adelante ejercería la Presidencia del ‘Estado Novo’, modelo de república corporativa afín a los regímenes personalistas de Benito Mussolini y Francisco Franco. Salazar, con un feroz anticomunismo hasta su muerte, mantuvo a Portugal alejado de las corrientes políticas democráticas.

Militares e izquierdas

Células del clandestino Movimiento de Militares de las Fuerzas Armadas, acordaron con apoyo de civiles, que en la madrugada del 25 de abril de 1974, al ser entonada por emisoras radiales de Portugal la canción “Grandola Vila Morena”, compuesta por José Afonso, darían inicio a la insurrección contra el régimen del Estado Novo. A poco se inicia, como recuerda el analista Alfredo Oliva, un “proceso de descolonización de las colonias africanas” (Aporrea). Se trató de un movimiento cuyo propósito central era deslastrar a Portugal de la larga tradición autocrática y que en el marco de una revolución democrática, llevaba a tierras lusitanas reivindicaciones como elecciones universales, directas y secretas y de derechos humanos, que bien pronto permearon la opinión pública. Un país de apenas siete millones de habitantes, había sentido la emigración de más de un millón de connacionales, y padecía un analfabetismo del 20% de su población. “¡Y los jóvenes militares e izquierda -recuerda Oliva- con todo el poder y apoyo popular, entregan en bandeja de plata sus sueños a los ‘ciudadanos’ (burguesía) que realizaron cambios, para que no cambiara nada!”.

Tanques y claveles

El nombre que tomó el movimiento democratizador de 1974, fue “Revolución de los Claveles”, el cual surgió de modo circunstancial, en medio del desplazamiento de tropas y tanques en la plaza Rossio, de Lisboa. Entonces, un friolento soldado con medio cuerpo fuera de su tanque en marcha, hace señas a una joven que viene con un cesto, en solicitud de un cigarrillo. “Como la joven solo llevaba los manojos de claveles, le dio uno”, flor de la temporada primaveral en aquella latitud. El soldado resolvió colocarlo en la boca de su arma, provocando la emulación en el resto de sus camaradas, quienes querían hacer notar con su gesto, que no deseaban hacer rugir fusiles ni cañones y convocar respaldo de la población civil. Así, muchos transeúntes comenzaron a colocarse el adminículo floral en las solapas. De este modo, el movimiento del 25 de abril hizo del clavel distintivo de la lucha antidictatorial de Portugal.

Sinóptico

1915

Marcos Pérez Jiménez

Este día nació en Michelena (Táchira), quien sería el último dictador militar de nuestra historia y quien desde 1948 integró la Junta de Gobierno que depuso a Rómulo Gallegos, asumiendo a partir de 1952 “en nombre de las Fuerzas Armadas”, el control del país hasta 1958. Su gobierno expresó la alianza de intereses entre los sectores importadores, del alto comercio del país y la institución armada del país, en el marco de las directrices geopolíticas diseñadas por el gobierno estadounidense de Harry Truman para América Latina. Entendía el gobernante tachirense que las deficiencias estructurales de su mandato en el orden político y falta de democracia e irrespeto a los DDHH, se compensaban con los kilómetros de autopistas, el número de edificios construidos y la cantidad de vehículos automotores que empresas importadoras vendían para hacer circular por las carreteras del país. Pérez Jiménez no logró resolver la fractura profunda de la institución castrense en torno a su figura. El descontento de la oficialidad patriótica de la época se expresó en las tramas conspirativas de Wilfrido Omaña, Hugo Trejo, José María Castro León, Martín Parada, Manuel Ponte Rodríguez y Víctor Hugo Morales, entre otros. Dicho descontento estallaría de modo sorprendente y coordinado en enero de 1958, cuando en conjunción con las fuerzas civiles comandadas por la Junta Patriótica, sería depuesto el último dictador militar de la historia republicana de Venezuela.

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