Una visión distinta de las ciencias.

Néstor Rivero Pérez

El 17 de junio de 1996 falleció en Cambridge (EEUU), Thomas Kuhn, físico, filósofo, docente, conferencista y escritor estadounidense, cuya investigación teórica y obra escrita en torno al concepto de los paradigmas de la ciencia, han contribuido a transformar esquemas tradicionales y modos de abordaje de la actividad científica en sus distintos campos, tanto por centros especializados, como por noveles investigadores a lo largo del mundo.

Ciencia o dogma científico
Al igual que Carlos Marx, Sigmund Freud, Albert Einstein o Edgard Morin, entre otros, la obra de Kuhn trasciende su existencia y al parecer en las décadas subsiguientes se seguirá debatiendo en torno a sus reflexiones en procura de una mejor caracterización y delimitación de la actividad científica y su historicidad. Del mismo modo que Marx dio inicio a una visión de totalidad en el estudio de la sociedad, su economía, relaciones sociales y superestructura cultural y de las ideas, y Freud develó el universo oscuro del subconsciente, o Einstein la tesis del universo curvo y Morin propone, con el pensamiento complejo, el abordaje multidimensional del conocimiento, Kuhn contribuyó al acuñamiento dentro del mundo de la ciencia, además del principio del paradigma, al de términos novedosos y potentes como “la anomalía” y “giro copernicano”, e igualmente arrojó luz acerca del equívoco de quienes pretenden ajustar la realidad a un modelo, cuando aquella ofrece un curso distinto.

El concepto de paradigmas
Dado lo escurridizo de una noción que involucra tan elevada carga de polisemia, cualquier lector puede iniciar su aproximación al término de “Paradigma”, a partir del Diccionario de la Real Academia de la Lengua, “Conjunto de ideas que sirven de base para resolver problemas y lograr avances en algún campo del conocimiento”. En todo conviene aclarar que el propio Dr. Kuhn, “la persona más responsable de introducir ese concepto en nuestra conciencia colectiva, usó el término en no menos de 21 maneras diferentes” (http://ve.scielo.org/scielo).

¿Discusión útil?
Mediante su obra, especialmente La estructura de las revoluciones científicas, este físico-filósofo dio curso a una indagación acerca de los modos en que cambian las sociedades con relación a sus sistemas de creencias, convicciones y prejuicios, tratándose de un proceso lento, el cual conlleva el combate entre paradigmas: Viejos modos, procedimientos de análisis y viejas “verdades” y convicciones, versus nuevos modos, procedimientos de análisis y las subsecuentes verdades y convicciones que de tan trascendente mutación se desprenden.

Fotos de lo invisible
En Estructura de las revoluciones científicas Kuhn ofrece como ejemplo del cambio de paradigmas lo acaecido con los rayos X, cuyo descubrimiento en 1895 se debió, como se sabe, al físico germano Wilhelm Conrad Roentgen, cuando experimentaba con tubos de vacío y un generador eléctrico. Roentgen posibilitó que se retratase algo ajeno a la superficie: Sobre “una loseta manchada con solución de cianuro de platino como la que es costumbre usar en los experimentos de fluorescencia” (https://www.acronline.org), constató la propiedad de dicha sustancia para “reflejar rayos blancos… y muy especialmente si son violetas o rayos producidos por electricidad negativa” (Ibídem). Y dicha novedad fue recibida con gran dificultad por la opinión pública, incluso numerosos científicos para quienes “resulta imposible tomar la fotografía de un hueso de persona viva, para hacer eso -decían- hay que quitar la carne que lo cubre”. De eso se trata el cambio de paradigma: Ante un descubrimiento que desmitifica aquello que se tenía por cierto y es un error, la mente que ama el conocimiento desecha la falsedad y asume el nuevo paradigma.

Sinóptico
1905
Máximo Gómez, el Napoleón mambí
El 17 de junio de 1905 falleció en La Habana (Cuba) Máximo Gómez, quien entre 1895 y 1898 se desempeñó como general en Jefe del Ejército Libertador o Ejército Mambí, en la Guerra de Independencia de la mayor de las Antillas frente a España. Visto que Gómez nunca conoció la derrota al frente de tropas, el escritor dominicano Juan Bosch, tributó su memoria dando a uno de sus libros el título de El Napoleón de la guerrilla. Nativo de Baní (República Dominicana), se inició como militar dentro del ejército colonial de España en la isla, a sus 16 años. Ya con el grado de mayor del ejército español se radicará en Cuba, donde en 1868 se identifica con el “Grito de Demajagua”, mediante el cual Carlos Manuel de Céspedes dio inicio el 10 de octubre de ese año, a la Guerra de Independencia de la isla. Máximo Gómez, uno de los escasos militares con instrucción castrense, sabía “que tendría que enseñar a noveles combatientes a formar filas, marchar de frente, cargar los fusiles y a pelear también. Sobre todo cuerpo a cuerpo y a machete limpio (…) Años después le reconocen como supremo jefe de las tropas libertadoras (…) Por sus conocimientos militares y su valentía fue ascendido rápidamente a mayor general por el presidente Céspedes” (http://hoy.com).

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