¡Tragedia en Ímola! Ayrton Senna dejó la vida en la pista hace 29 años
El tricampeón mundial brasileño se estrelló a más de 200 kilómetros por hora contra un muro no protegido durante la celebración del Gran Premio de San Marino.
VEA/ Jimmy López Morillo
Era, sin dudas, el piloto más excitante del momento y para muchos uno de los mejores de la historia. Sin embargo, la tarde de aquel 1 de mayo de 1994, cuando en todo el planeta se celebraba el Día Internacional del Trabajador –salvo en Estados Unidos, donde echan bajo la alfombra la gesta de los Mártires de Chicago- la noticia del accidente en el cual perdió la vida en el Gran Premio de San Marino, Italia, sacudió a todo el globo terráqueo.
El brasileño Ayrton Senna apenas había cumplido 34 años poco más de un mes antes, el 21 de marzo y ya poseía en sus vitrinas tres títulos mundiales, 1988, 1990 y 1991, con 41 victorias, 65 pole positions y 80 visitas a los podios, pero en aquella oportunidad no pudo ganarle la carrera ante un rival al que nadie vence llegado su turno: la muerte.
Había sido un fin de semana plagado de situaciones graves. El viernes, otro piloto amazónico, Rubens Barrichello, se había estrellado en la Variante Bassa de la pista de Ímola, cuya vida fue salvada gracias a la intervención del médico de la Federación Internacional de Automovilismo, Sid Watkins, de acuerdo con los reportes.
Ese hecho, y el del día siguiente, sábado 30 de abril, cuando en las pruebas clasificatorias otro gravísimo accidente terminó con el paso terrenal del austriaco Roland Ratzenberger, cuyo vehículo se estrelló contra un muro de hormigón en la curva Villeneuve a más de 300 kilómetros por hora, dejaron extremadamente preocupado a Senna, quien se enteró de su fallecimiento al visitarlo en el centro médico donde había sido recluido.
«Ayrton, no corras mañana, hay muchas otras cosas en la vida. Has ganado tres mundiales, eres el mejor piloto del mundo. No tienes necesidad de arriesgar ahora. Vámonos de aquí, vamos a pescar», le dijo el doctor Watkins, encargado de darle la trágica noticia. Él quedó preocupado, luego se reunió con Patrick Head y Frank Williams, tras lo cual se marchó a su motorhome, donde se echó a llorar.
“Tengo un mal presentimiento. Preferiría no correr”, le dijo en una conversación telefónica a su novia, Adriane Galisteu, con quien conversó en par de oportunidades. “Quiero demostrarte que puedo ser el mejor hombre de tu vida”, también le expresó.
Ya en la mañana de aquel fatídico domingo, 1 de mayo, Senna corrió más rápido que nadie en los calentamientos previos y pareció estar listo para la carrera, tras lo cual se detuvo a conversar durante largo rato con el francés Alain Prost, su viejo y encarnizado rival ya retirado, con el cual mantenía una sólida amistad. Luego filmaría para el canal de televisión galo TF1 una vuelta en la que le envió un sorpresivo mensaje, que llegaría a conmoverlo hasta las lágrimas:
“Un saludo a nuestro querido amigo Alain. Todos lo extrañamos”.
Previo a la carrera, también solicitó a su jefa de prensa que enviara el pésame a la familia de Ratzenberger.
Ella, Betis Assumpcao, comentaría después:
“Por lo general tenía una forma particular de ponerse la capucha ignífuga y el casco. Decidido y fuerte. Esperando la carrera. Ese día, por la forma en que hacía esos procedimientos, se notaba que no quería correr. No estaba pensando que iba a morir, realmente pensaba que iba a ganar, pero sólo quería acabar de una vez y volver a casa. Él no estaba allí”.
La tragedia
Ya a comienzos de esa carrera chocaron el portugués José Pedro Lamy y el finlandés JJ Letho, dejando un reguero de escombros que obligaron a la suspensión de la prueba para recogerlos, reanudándose en la vuelta 6, con Senna imponiendo el giro más rápido escoltado por el hoy prostrado Michael Schumacher.
En la vuelta número 7, ante los ojos no solamente de quienes estaban presentes en el circuito italiano, sino de los millones que observaban el Gran Premio por transmisión televisiva a todo el planeta, Senna siguió de largo en línea recta en la curva Tamburello a la cual llegó a 310 kilómetros por hora, para estrellarse a 217 km/h contra un muro de concreto sin protección. Eran las 2:17 de la tarde, hora local.
De acuerdo con las imágenes recogidas por el helicóptero la rueda delantera derecha de su monoplaza se estrelló contra su casco, empujando su cabeza hacia atrás y provocándole fractura del cráneo.
Los socorristas llegaron apenas 30 segundos después. Pocos minutos más tarde, luego de extraerlo del vehículo, le realizaron una traqueotomía y lo trasladaron al hospital Maggiore de Bolonia, donde oficialmente a las 4:30 la doctora María Tereza Fiandri dio a conocer que había sufrido “traumatismo craneal, shock hemorrágico y coma profundo» y el neurocirujano habló de una lesión “generalizada en la cabeza”. No podía, en consecuencia, realizársele una intervención quirúrgica.
A las 6:40 de la tarde, la propia doctora Fiandri informó: “El electroencefalograma de Ayrton Senna no registra ninguna actividad. Lo mantenemos vivo porque la legislación italiana así lo exige. No hay esperanzas» y luego detallaría que el deceso se había producido a las 2:17, es decir, exactamente en el momento de la colisión.
La muerte de Senna generó impacto en todo el mundo. Todo Brasil quedó conmocionado, en shock. Fue enterrado con honores de Estado el 4 de mayo en el Cemitério Parque Morumby de Sao Paulo, luego de un cortejo acompañado por más de 250 mil personas.
Cuando el 17 de julio de aquel año la selección de su país conquistó la cuarta Copa Mundial de Fútbol de su historia, sobre el engramado del Estadio de California, Estados Unidos, los integrantes del equipo, entre los cuales figuraban Romario, Taffarel, Bebeto, Dunga y dirigido por Carlos Alberto Parreira, exhibieron una pancarta en la que podía leerse:
“Senna…aceleramos juntos, el Tetra (campeonato mundial) es nuestro», un homenaje que con seguridad habrían preferido rendirle con él físicamente presente allí, al lado de todos ellos.
