¡Un filme mata ilusiones! El cocuy probaste quizá no era cocuy

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«El maravilloso Agave cocui» revela secretos documentados por Héctor Puche y Miguel Ángel Pérez. Fotos Cortesía

VEA / Yonaski Moreno

En el año 2017 los cineastas Héctor Puche y Miguel Ángel Pérez comenzaron un arduo proceso de investigación sobre un tema que, además de interesante, muy pocas personas habían abordado: el Agave cocui, la planta que da origen y nombre al licor destilado conocido como cocuy. Todo el proceso fue documentado y recopilado en una película titulada El maravilloso Agave cocui, que próximamente inicia su proyección en festivales y comunidades.

No tuvieron que recorrer mucho para encontrar sorpresas. Ya en sus primeros pasos comenzaron a dudar que aquello que el común llama cocuy fuera realmente esa bebida 100 % a base de agave.

“Entendimos en ese primer momento que los procesos eran muy distintos a eso que nosotros nos imaginábamos. Ahí apareció el planteamiento de que no hay cocuy para todos y los que alguna vez pensamos que habíamos bebido cocuy no era eso. Esto hizo más interesante la búsqueda y este inicio de este proceso de investigación porque había que develar una falsa apreciación de un cocuy que era popular”, relató el director Héctor Puche, en entrevista concedida a Diario VEA.

Héctor Puche, cineasta.

Puche aseguró que la bebida a base de Agave Cocui es muy escasa debido a que su producción es muy difícil. La planta tarda unos 8 años para llegar a su madurez y el proceso para elaborar el alcohol tarda aproximadamente 25 días. “Lo que la mayoría de las personas han bebido, les pudiese asegurar, no es cocuy. Mínimo, póngalo en duda, porque la producción en muy difícil”, señaló.

Los maestros cocuyeros no sólo se ocupan de cultivar y cosechar el Agave Cocui sino también de seleccionarlo cuando está maduro, cortarlo y depilar la piña. Este último proceso se refiere a quitar las pencas de la planta, dejando solo el corazón del agave, dejándolo como una bola.

“Después se socaba un horno de tierra y ahí se cocina esa bola durante dos (2), tres (3) días, a brasa y eso hace que las piñas después estén ahumadas. Todo ese proceso es el que hace el campesino, este maestro cocuyero, para después fermentarlo y destilarlo. Hacer un litro de cocuy son 25 días promedio, porque hay que elegir el momento, no se corta todo el tiempo. Hay una cantidad de procesos asociados al respeto, a la naturaleza, que no se pueden violentar”, describió.

Entonces ¿qué has bebido?

El documentalista comentó que los alcoholes de bajo costo, que son comercializados bajo el nombre de cocuy, “no se sostienen a sí mismos para ser alcoholes 100 % a base de agave”. En realidad lo que se ingiere son alcoholes de otra naturaleza, generalmente caña, porque es mucho más económica y fácil de producir.

“Mientras un alcohol a base de agave lo produces en ocho (8) años, un litro de alcohol a base de caña lo produces cada cuatro (4) meses. Entonces, lo que la gente hace es que mezcla una mínima porción de esta esencia de cocuy con este producto de caña y es lo que bebemos casi siempre”, explicó Puche.

Desprestigio de un excelente producto

La mala práctica sobre la venta de alcoholes supuestamente artesanales que se consumió en el país, sin control del Estado, contribuyó al desprestigio de esta bebida a base de Agave Cocui.

“Hubo un momento de la historia reciente en la que se produjo una grandísima cantidad de alcoholes que no eran cocuy y se escondieron bajo este nombre porque era más fácil comercializarlos. Esa fórmula permitía que no fueran vistos porque el cocuy está permisado desde 2005. Eso hace que se produzca masivamente esos alcoholes no revisados ocasionando un problema de salud y un desprestigio hacia el cocuy”, señaló Puche.

Añadió “se afectó el nombre del Cocuy porque se escondieron en él productos de mala calidad, sin control de ninguna naturaleza y la gente creyó que eso era cocuy. Sigue sucediendo ya en menor grado porque ese alcohol original ha logrado posicionarse, ya hay más productores responsables y buenas prácticas”.

Más que alcohol

Otros de los datos interesantes recabados por Héctor Puche y Miguel Ángel Pérez para la elaboración del documental fueron los múltiplos usos que tiene el Agave Cocui. En algún momento de la historia, estas plantas proveían tejidos a través de sus fibras y sus pencas. “Ellas se deshilachan y salen unas fibras muy suavecitas con las que se pueden confeccionar ropa, hamacas, eso después lo sustituyó otro agave que le llaman la cocuiza, que vino de México”, resaltó el director.

También explicó que con el mismo proceso de cocción de la planta, pero sin fermentarse, tiene un altísimo nivel nutritivo. “Se dice que en esos territorios, sobre todo en Lara, se daba leche con cocuy, es decir, leche con el melao que sacaban de ahí”.

Añadió “esa piña cocida se puede comer y es como si comieses un dulce. De ahí se obtiene azucares, un melao a base de agave que puedes mezclar como tú quieras y con un alto nivel nutritivo”.

También se ha usado de forma medicinal, resaltó. “Se usa el alcohol como un emulsionante para otras plantas y ahí sacan fórmulas para untar, fórmulas populares de la medicina ancestral con las que chamanes o gente de los pueblos sobaban”.

Una labor precarizada

La película El maravilloso Agave Cocui muestra un gran viaje realizado por sus directores, quienes fueron desde Caracas a pueblos de Lara y Falcón, específicamente en los territorios semiáridos, atravesados por sierras y cerros en los dos (2) estados.

Ahí encontraron unas condiciones muy específicas: muy pocas lluvias al año, mucho calor en el día y frío por las noches, suelos muy mineralizados, escasa vegetación, suelos arcillosos, y la posibilidad de cosechar muy pocos rubros.

Todos esos aspectos hacen que la vida en esas zonas sea muy dura, aseguró Puche. “El hombre y la mujer viven asociados en ese territorio entre el chivo, como el ganado para producir leche y carne; y la producción de rubros como maíz, yuca, lo que se pueda producir en esos espacios en los que casi nunca hay agua”.

La producción del Agave Cocui les permite producir alcoholes, “que aguas abajo del cerro, o del territorio en los que vivan, se venden en los poblados y llegan hasta Caracas”.

Puche precisó que los campesinos que viven del Agave Cocui lo hacen de forma muy humilde, casi siempre deprimidas por las distancias que los separan del resto de los poblados. “Viven en precariedad porque el agua no existe, porque los servicios no llegan a esos lugares tan distantes”.

El documentalista aseguró que hay un gran potencial para el país en ese rubro, y llamó a explorar “esa posibilidad no de industrializarla, pero sí de producir buena calidad que tribute a la economía endógena de esos lugares, que eleve el nivel de esos seres humanos que viven tan deprimidos por estar tan distantes y no se le reconozca el valor de esos productos”.

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