@SotilloArte

A lo largo de la historia del arte el espacio del artista en el tejido social ha variado significativamente. En el aspecto productivo económico estos espacios son, cuando menos, bastante complejos de analizar. Las prácticas de la creación artística son múltiples y mutantes en el tiempo, sin embargo cuando hablamos del creador individual que fabrica objetos y relaciones y las somete a mecanismos sociales preexistentes, los consensos acerca de los conceptos de trabajo, empleo, profesión o carrera, sufren una importante deformación.

Desde una perspectiva originaria el artista es el verdadero trabajador. La palabra trabajo ajusta perfectamente sobre su accionar, sobre su práctica fundamentalmente transformadora. El artista transforma la materia, la idea, la emoción, las relaciones sociales y humanas. Hay un afán creador centrado en la capacidad y la necesidad de hacer una parte del universo que para el artista está aún sin terminar. Este trabajo artístico creador muy difícilmente encaja en las clásicas relaciones sociales del empleo y el trabajo asalariado.

Esta dificultad se deriva de lo complejo de establecer valores precisos para los objetos creados por los artistas y para el esfuerzo, la energía y el tiempo, que se invierte en producir estos objetos. El arte es un sistema cerrado donde los valores son determinados por variantes caprichosas que no obedecen a los mecanismos existentes en otros ámbitos. Alrededor de la creación artística existen, desde luego, espacios ajustados a las convenciones sociales, pero el trabajo solitario dedicado a la creación artística está siempre en tensión con las normas sociales aceptadas.

Las complejas relaciones que existen entre la sociedad y el “trabajo” artístico frecuentemente aprovecha la creación del artista para engrosar y fortalecer sus mecanismos que al mismo tiempo no dan espacio al sujeto creador. A la sociedad no le es fácil lidiar con el espíritu crítico y subversivo del artista. Pero el artista vive dentro de esta sociedad y debe aceptar la contienda aun cuando sabe que no siempre ganará la batalla. Muchas veces el creador debe subsistir en los espacios marginales y laterales que la sociedad permite a duras penas a los espíritus sublevados. Arte, trabajo, empleo, oficio, mantiene una batalla de larga data que aún en nuestros días se ve en las esquinas. Es, al final, el alma humana buscando la belleza y la emancipación. No lo perdamos de vista.

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