Eugenia Russian

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Desde diversas comunidades de buena voluntad del mundo surge una corriente de reflexión crítica de acción solidaria para enfrentar la enorme crisis global humana, retos contemporáneos como el cambio climático y la búsqueda de un desarrollo humano y sustentable y la corresponsabilidad de los pueblos.

Las distintas fuentes espirituales se enfrentan a ese ascenso atemorizador. Pues se trata de recuperar el sentido de los valores humanos que hacen posible la vida. Y rescatar la esperanza transformadora, hacia un futuro mejor para la presente y futura generación.

Sobre estos grandes cambios que requiere la humanidad hacemos memoria del legado que dejó el Presidente Hugo Chávez en la XV Conferencia Internacional de la ONU sobre el cambio climático en Copenhague en el año 2009, donde expresa: “el cambio climático es sin duda el problema ambiental más devastador del presente siglo, inundaciones, sequías, tormentas severas, huracanes, deshielos, ascenso del nivel medio del mar, acidificación de los océanos y olas de calor, todo eso agudiza el impacto de las crisis globales que nos azotan. La actual actividad humana supera los umbrales de sostenibilidad, poniendo en peligro la vida en el planeta, seamos capaces de hacer de esta Tierra no la tumba de la humanidad, hagamos de esta Tierra un cielo, un cielo de vida, de paz, y de hermandad para toda la humanidad, para la especie humana”.

Desde la espiritualidad liberadora, diferentes comunidades se unen en defensa ética para superar este caos destructivo con criterios del Buen Vivir y aportes, en función de un desarrollo inclusivo, humano y sustentable, para lograr el parto de una nueva Humanidad Fraterna, con cuidado de la Madre Tierra.

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