Cuando se caen las quinielas: el caso Alex Saab y la palangre mayamera
La autora es periodista.
Gipsy Gastello Salazar
@GipsyGastello
Tal como si se tratara de un juego de fútbol o de una carrera de caballos, los miembros del palangrismo “Made in Miami” apostaban por un destino fatal para el diplomático Alex Saab. Periodistas como Roberto Deniz, Maibort Petit, Leopoldo Castillo, Carla Angola, Gerardo Reyes y tantos otros, se dedicaron por más de 500 días a mal entretenerse con el juego de la zozobra en torno al hombre que más centimetraje se ha llevado en la prensa de la derecha durante estos últimos meses. Libros sin verificación de fuentes, viajes infructuosos a Cabo Verde, el cuento del “Gallo Pelón” con los 3 aviones de la DEA, infinidad de fake news a diestra y siniestra y las más descabelladas fantasías, marcaron la pauta periodística de las empresas de desinformación que están al servicio de los intereses de los dueños del capital. La tradicional quiniela, que tanto divierte en los mundiales de fútbol o en los más populares torneos.
El día de la extracción ilegal del enviado especial Alex Saab, el segundo secuestro para ser más precisos, la prensa mayamera hizo fiesta. Cuentan las malas lenguas que celebraron hasta el amanecer y que botaron la casa por la ventana. Todas sus mentiras, al parecer, habían surtido efecto. Esas mismas mentiras que habían ofrecido como pruebas para el Tribunal de Distrito de Estados Unidos en Florida. Fiesta que llevaron a las redes sociales sin pudor alguno, generando miles de tuits, de mensajes por Instagram, de videos envenenados por Youtube, viralizando las más descabelladas versiones del secuestro.
En la primera audiencia de Alex Saab, durante escasos minutos tuvieron acceso a las imágenes de la tan codiciada braga naranja con la que le habían hecho bullying sin piedad alguna por más de 16 meses. Las imágenes se hicieron virales hasta que el juez John J. O’Sullivan prohibió que se difundieran, ya que según el artículo 53 de las Reglas Federales de Procedimiento Legal de EE.UU., eso constituye una grave falta; sin embargo, la “prensa libre” (como osan llamarse) hizo un circo romano que cayó en lo perverso. Babeaban de la emoción al verlo injustamente encarcelado en una prisión de máxima seguridad. Para tener una idea, cuando suelen conectarse vía Zoom unos 20 periodistas en este tipo de procesos, el día de Alex Saab fueron más de 400 quienes atiborraron la sala virtual, en plena demostración del morbo con el que manejan el caso, para luego regodearse en sus redes sociales.
Este 1° de noviembre se esperaba la lectura formal de los cargos contra el diplomático Alex Saab; sin embargo, al encontrarse en cuarentena, no ha podido reunirse con su equipo de defensa desde que se perpetuó la extracción ilegal hacia territorio gringo. Así que uno de sus abogados, Henry Bell, solicitó al juez de primera instancia, Edwin Torres, que fuera aplazada la audiencia por 15 días, hasta poder tener contacto con Alex Saab, quien ya había manifestado que se declararía inocente. Esta había sido la noticia del día, hasta que unas cuantas horas después, ocurrió algo inesperado.
Los fiscales de la Corte de Distrito Sur de Florida presentaron la moción que desestima 7 de los 8 cargos por los cuales se le acusa a Alex Saab, precisamente los que tienen que ver con lavado de dinero, uno de los mayores señalamientos de los que había sido víctima el diplomático.
En Miami, las salas de Redacción del palangrismo más acérrimo de esta parte del planeta, temblaron. Y como ocurre con las caídas estrepitosas en Wall Street, los teléfonos no paraban de sonar. ¿Y ahora, cómo le damos la vuelta a este revés? En medio del pánico, comenzaron a sacar fantasiosos argumentos, buscando la quinta pata del gato para no quedar en soberano ridículo. Entonces, encontraron una especie de hilo por donde comenzar a halar, halar, halar. Alegan, orquestados y al unísono, que desde el 7 de septiembre del año pasado esta decisión estaba tomada ya que, por vías diplomáticas, EE.UU. se había comprometido con un “abnegado” gobierno de Cabo Verde, a procesar a Alex Saab por un solo cargo, para no superar el plazo de la pena máxima establecida en el archipiélago africano. Golpes de pecho a destiempo, digamos.
Redundamos al recordar que el caso de Alex Saab ha estado viciado desde el principio. Orden de Interpol emitida luego del secuestro, orden de aprehensión emitida a nombre de otra persona y “corregida” un año después, violación de Derechos Humanos, torturas sistematizadas y sostenidas; negativa a reconocer la inmunidad diplomática al embajador (aunque a su esposa e hijas sí les otorgan la visa diplomática, ¡vaya contradicción!) y paren ustedes de contar.
Por eso es que causa tanta suspicacia que hoy día, de la nada, se esgrima el argumento de la “buena voluntad” entre gobiernos. ¿A estas alturas? ¡Mejor que nos cuenten una de vaqueros! Los mensajes nerviosos de Roberto Deniz en su cuenta de Twitter o el gagueo más que evidente de Carla Angola en su cuenta de Instagram (tragando grueso y con la mirada perdida), ambos tratando de defender lo indefendible mediante suposiciones y más suposiciones, demuestra que esta moción les cayó como una patada en el estómago. La locura llegó a tanto, que Carla Angola osó a argumentar que la acusación que quedó en pie, como una especie de paraguas, permitiría “aumentar el prontuario” del embajador. Así de fantasiosos se tornaron, para poder salir del paso ante tan vergonzoso tropiezo. Diría un meme: “¡Arre unicornio!”.
En todo caso, lo realmente importante es recordar que Alex Saab es un preso político, rehén del imperio, prisionero de guerra, secuestrado por sortear los embates de las medidas coercitivas unilaterales y apoyar al pueblo venezolano en medio del criminal bloqueo económico impuesto por EE.UU., para poder traer alimentos, medicinas y combustible.
Por emprender una misión humanitaria de máximo nivel, Alex Saab fue injustamente encarcelado y sometido a las peores vejaciones jamás imaginadas. Esa es la verdad que no pueden tapar con un dedo. Por eso es que cada día se unen más voces, más rostros, más gobiernos, más voluntades, para defender a Alex Saab, para exigir su inmediata liberación. Espero que pronto esté de vuelta en casa, sano y salvo, junto a su familia. De lo contrario, este zarpazo al Derecho Internacional marcará la oscurana diplomática mundial en pleno siglo XXI. ¡Free Alex Saab!