Mg. José A. Amesty Rivera

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El pasado 14 de septiembre, la embajada de EE. UU. anunció la llegada de la nueva encargada de negocios a Bolivia, la diplomática de carrera Debra Hevia, con amplia experiencia en América Latina y específicamente en Bolivia, donde ya estuvo cumpliendo dos misiones diplomáticas. Su asignación más reciente fue como subjefa de misión en Ecuador y más atrás como consejera política en Rumania. También trabajó en Países Bajos, Nicaragua, Panamá, Eslovaquia y en la Oficina de Asuntos Centroamericanos, así como en el Centro de Operaciones del Departamento de Estado de EE. UU.

Ahora, ¿cuál es el papel y objetivos de esta dama en Bolivia?

Hevia fue designada en el país suramericano, andino y bolivariano, para nombrar y posicionar personal confiable de la Administración Biden en la embajada norteamericana, y así continuar la desestabilización en el país, alimentando y promoviendo la división entre los diferentes actores del gobierno boliviano.

Específicamente su trabajo es con los políticos de derecha en el Congreso de Bolivia, para seguir torpedeando las relaciones del Ejecutivo boliviano (Luis Arce y David Choquehuanca) con Evo Morales.

La señora Hevia desde los años 90 es ficha de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA), así como del Departamento de Estado norteamericano (DOS), siguiendo los lineamientos de apoyo a la derecha regional y la desestabilización en países no afines con EE. UU.

Igualmente, ha incidido en países vinculados al tráfico de drogas, donde facilitó la atención de la Administración de Control de Drogas (DEA), donde sospechosamente esta institución, lejos de lograr su objetivo, cada año en aquellos países ha aumentado el tráfico de drogas.

Recordemos también, que ella fue la promotora durante el gobierno de Evo Morales, para que la derecha en Bolivia promoviera acusaciones y campañas contra Morales, buscando sanciones contra el líder indígena.

Durante su pasantía por los países del área latinoamericana, ha dejado caos y muerte, específicamente en Nicaragua, donde jugó un rol determinante en el golpe de estado de 2018.

Juntamente con su antecesor en Bolivia, como encargado de negocios, Marcos Mandojana, ha impulsado la campaña contra Bolivia con los siguientes ejes: A través de sendas acusaciones mediáticas, ha proyectado a Bolivia como un narcoestado; la desestabilización en países del área no confiables para EE. UU.

A su vez, la diplomática Debra Hevia, ha participado en reuniones privadas con el empresario colombiano Alex de la Rotta, residente norteamericano, quien desarrolla actividades contra el gobierno de Luis Arce.

Algunos empresarios de esta índole, tienen como trabajo atraer inversionistas, donde han creado una empresa en Santa Cruz, Bolivia, llamada «QKapital Bolivia«, cumpliendo tareas de información para el Departamento de Estado norteamericano. El apoyo de dinero se hace a través del Banco Fassil, en Bolivia, haciendo transacciones hacia EE. UU y Bolivia.

La derecha boliviana, el Departamento de Estado y esta funcionaria Hevia, tienen la pretensión de acabar con el Movimiento al Socialismo MAS-IPSP y con Evo Morales (el mismo Evo ha señalado que existe gente en el Ministerio de Gobierno, que le advierte sobre las supuestas intenciones de algunas autoridades de entregarlo a EE. UU.), antes de las elecciones de 2025 en Bolivia. En este plan tiene un rol importante el gobernador Luis Fernando Camacho, quien podría dar un golpe de Estado con apoyo de las plataformas de ciudadanos, los comités cívicos, la cámara de agropecuarios, empresarios, en Santa Cruz y Cochabamba.

 

Papel de la embajada «gringa» en Bolivia

Recordemos que la embajada norteamericana en Bolivia, por lo menos desde 2022, ha desarrollado reuniones con empresarios en el hotel Los Tajibos, en Santa Cruz de Bolivia, como base de apoyo de los funcionarios de la embajada norteamericana, coordinando sus planes contra Luis Arce y Evo Morales; todo esto, con el visto bueno del dueño del hotel, Samuel Doria Medina, exvicepresidente de la gestión de Jeanine Áñez.

Así mismo, la embajada norteamericana en Bolivia, tiene información sobre la situación de la policía; el gobierno boliviano no tiene control de ella, y puede convertirse en un elemento de conflictividad en el país. Esta situación es similar a la que ocurre en Ecuador.

Hay policías que están pasando información sobre la corrupción y el narcotráfico al interior de la policía y en el país, a la embajada estadounidense, a cambio de protección, y visas para viajar a EE. UU. para ellos y sus familias, todo a espaldas del gobierno de Arce.

Una de las líneas de trabajo de la embajada norteamericana, es tratar de vincular al gobierno del Movimiento al Socialismo y a Evo, con lavado de dinero, corrupción, tráfico de drogas, para ir ensombreciendo su imagen. Todo esto, con la ayuda de Debra Hevia y toda su experiencia y camino en estas tareas, como ya lo hemos indicado.

A todo lo anterior, se agrega que el Departamento de Estado «gringo» y la Agencia de EE. UU. para el Desarrollo Internacional (USAID), trabajan en la formación de líderes del sector empresarial, académico, ambiental, en ciudades como El Alto, Cochabamba, Santa Cruz, Oruro y Potosí, con el fin de lograr apoyo local a sus intereses económicos y políticos, sin que se vincule a la Administración de Biden, como una acción de injerencia y golpe blando.

El interés en ciudades como El Alto, está asociado al alto número de votantes. La alcaldesa de esta ciudad, Mónica Eva Copa, es una figura que sigue EE. UU., como futura candidata en la próxima contienda electoral.

Por otro lado, en mayo pasado, durante la celebración de la 53ª Conferencia de la Sociedad de las Américas y el Consejo de las Américas, se intentó vender la imagen de Luis Arce como dictador, y a su vez, se desalentaba la inversión de EE. UU. y de Europa, en Bolivia.

También la embajada «gringa» busca generar en corto tiempo una crisis económica, fomentando un desencanto en los electores, aprovechando todas las puertas traseras que dejó la gestión de Jeanine Áñez.

En paralelo, el Programa para América Latina del Centro Internacional Woodrow Wilson, evalúa juntamente con el gobierno norteamericano y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), estrategias para limitar el acceso de China y Rusia al litio boliviano, y en otros países de América del Sur.

Es decir, el Centro Wilson y el BID, orquestan proyectos de financiamiento que eviten el ascenso de la industrialización y el procesamiento del mencionado mineral en Bolivia, con el fin de que no tenga influencia en el mercado regional y global.

Entre los proyectos malsanos de estas instituciones está el recorte de financiamiento del BID, así como el financiamiento de grupos opositores, vinculados al sector minero ecologista, para que mantengan hostilidad contra la política mineral local.

De esta forma, la estrategia de atacar la economía boliviana y de América Latina, busca seguir manteniendo el viejo orden económico unipolar de engañar, doblegar y coaccionar por parte de EE. UU. El agotamiento del imperio norteamericano es tal, que sus acciones están visibilizando la verdadera esencia e interés de dominación de los recursos naturales y gobiernos en la región.

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