Néstor Rivero Pérez

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El 29 de enero de 1830, el Congreso constituyente reunido en Valencia bajo la protección del general José Antonio Páez, acuerda separar a Venezuela de la Gran Colombia, rechazando incluso fórmulas de avenimiento mediante una federación, propuestas por el Libertador Simón Bolívar y el Gran Mariscal de Ayacucho.

 

Grupos de poder

Los grupos de intereses que desde 1826 buscaron desmembrar a la Gran Colombia para asegurar su dominio doméstico en territorio venezolano, estaban integrados por la oligarquía territorial de grandes terratenientes, tenderos urbanos, importadores y prestamistas asentados en los puertos y principales ciudades del país, y letrados, así como una capa de generales triunfadores de la Guerra de Independencia que se nuclearon en torno al General Páez.

 

Programa e ideólogos

La hegemonía conservadora se guio por un programa político que reivindicaba como gran novedad las elecciones censitarias de segundo grado, e igualmente medidas como la pena de muerte para los llamados “delitos políticos” y la prisión por deudas. Ambas instituciones, con aval constitucional, eran remanentes de la juridicidad medieval impuesta en Venezuela durante el periodo colonial. Y en lo económico, la cartera de Hacienda fue manejada por ideólogos manchesterianos como don Santos Michelena.

¿Progreso trasplantable?

Don Santos y otros asesores de Páez, pensaban que para trasplantar el progreso material al país bastaba con aprobar leyes y medidas que facilitasen el ingreso de capitales extranjeros, sin ajustarse a un examen detenido de las causas y contexto que postraban a la nación dentro de una economía monoexportadora-cafetalera y con relaciones de servidumbre y mano de obra esclava. Ello a la larga desembocaría en las rebeliones campesinas de 1846 y 1847 y más adelante en la Guerra Federal de 1859 a 1863. En Venezuela de la época imperaba una economía feudal con relaciones precapitalistas, con presencia del comercio importador.

Ley del 10 de abril

Tales fueron ideas-eje de la Oligarquía Conservadora, cuyo programa económico, tal como lo recuerda el propio general Páez en su Autobiografía, debía impulsar el bienestar. Páez, al hacer la defensa de esta la Ley del 10 de abril de 1834,  expone las tesis del librecambismo en materia de préstamos de dinero, sin percatarse que dicho instrumento jurídico dejaba a los hacendados y agricultores endeudados, en absoluta indefensión respecto a sus acreedores, y sin que el Estado ni tribunales pudiesen intervenir en ningún sentido. Esta Ley fue duramente criticada por Fermín Toro, quien en este asunto razonó con suma lucidez en contra del círculo paecista.

Café

En la Venezuela Agraria que emergió de la Gran Colombia con un único cultivo de exportación significativo para el cobro de los impuestos de que vivía la administración pública, se sintió en toda su crudeza la pronunciada baja de los precios del café en el mercado internacional, que comenzó con la crisis mundial de 1838 y cuyo agravamiento repercutiría en Venezuela con intensidad desde 1844. Numerosos agricultores terminaron en la ruina al no poder cancelar sus deudas, viendo sus propiedades intervenidas por los acreedores y sometidas a remate en los términos laxos dispuestos en la Ley del 10 de abril de 1834. Gran cantidad de peones y mano de obra manumitida, quedó cesante y a la deriva, como pasto propicio, en la Venezuela palúdica, la del analfabetismo y desocupación, para el reclamo reivindicador. Así, La ideología de una economía a favor de los prestamistas y casas comerciales postulada por los conservadores, fue clave en el estallido campesino de 1846 y 1847.

  

Sinóptico

1822

Hace 200 años Simón Bolívar tramó campaña de desinformación

El 29 de enero de 1822, hace 200 años, el Libertador Simón Bolívar, encontrándose en Cali a punto de marchar hacia Popayán, escribe una epístola al vicepresidente Francisco de Paula Santander en Bogotá, instruyéndole de un plan de difusión de noticias falsas mediante la cual se pudiese confundir a los realistas que dominaban el Sur de Nueva Granada y Ecuador, con el objeto de inducirles a entregar la región de Pasto y el Departamento de Quito.

En dicha extensa misiva el Libertador propone que se publique en Bogotá un número de la Gaceta de la Gran Colombia, contentiva de cuatro pliegos falsos, en los cuales se haga ver que el general Rafael del Riego, líder de la revolución liberal triunfante en la Península en 1820, había impedido que el Rey Fernando VII se embarcase a México, como supuestamente habría pretendido.

Igualmente otro de los pliegos debía recoger la información según la cual Miguel de La Torre, en el Castillo de Puerto Cabello, habría recibido instrucciones de Madrid “de suspender las hostilidades”.

Bolívar puntualiza al general Santander, que si bien dichos asertos son mentiras, de lo que se trataba era de inclinar a Juan de la Cruz Murgueón, gobernador español de Quito, a pactar, bajo el influjo de las falsas noticias, la entrega de esta capital a los patriotas.

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