Eugenia Russian

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La conmemoración en Venezuela, del Día de la Madre, es una oportunidad para las comunidades de valorar el significado creador de la maternidad y la dimensión femenina en la Fe. Aun en medio de los conflictos mundiales contemporáneos, especialmente expresados en tensiones bélicas en diversas partes del mundo por acceder a los recursos energéticos y alimenticios del planeta, imponiendo medidas coercitivas unilaterales y bloqueos financieros, por parte de los poderes opresores y que siguen agudizando un clamor que une el grito de la gente pobre con el grito de la Madre Tierra.

Un clamor que está siendo oído, con incipiente conciencia planetaria, por comunidades de buena voluntad del mundo, cada una bebiendo en su propio pozo espiritual, a fin de contribuir a detener la espiral de violencia y asumir una transformación social ética en la política mundial. Ocasión propicia para apreciar uno de los impulsos que puede resultar vital en la construcción necesaria hacia una sociedad responsable, sensible e incluyente. Que rechace toda xenofobia contra los migrantes y permita abrir el corazón y la conciencia al respeto y a la vida del ser humano.

Se requiere valorar y avanzar en toda América Latina y en el mundo, la actuación social con criterio de comunidad en la diversidad con relación al género. Pues María fue y es también la concreción de un proyecto acontecido en medio de los pobres. Con Jesús y José forma una familia digna y sencilla que lucha por vivir con el pan ganado trabajosamente cada día.

El día de la Madre es ocasión para que, teniendo en cuenta a la Madre de Dios, dedicar un homenaje de afecto a todas las madres vivas en el tiempo o en los corazones de sus seres queridos, como expresión del rostro materno de Dios, imprescindible para superar sociedades irresponsables y apoyar la construcción de Otro Mundo Posible.

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