Eugenia Russian

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En Venezuela, la conmemoración del 23/1/1958, del fin de una dictadura militar y comienzo de una democracia representativa, tiene un significado especial, asociado a una experiencia política llena de muchos errores. La memoria histórica, basada en la verdad, resulta indispensable para discernir con conciencia ética la realidad, la cual, con la Constitución Bolivariana de 1999, pese a las medidas coercitivas unilaterales, intenta avanzar hacia una democracia participativa y protagónica, con defensa de los Derechos Humanos, hacia un desarrollo sustentable.

Nuestro pueblo ha sufrido un incesante bombardeo mediático; le presentan a la gente una realidad de país con la óptica del especulador financiero, para quebrar la esperanza y hacerla retroceder; intentan  ignorar los avances y se magnifican los desaciertos. Se requiere tener la suficiente capacidad de discernimiento para diferenciar las criticas mal intencionadas hechas para crear zozobra,  de las que se hacen para avanzar en el rumbo que pauta la Constitución, con justicia social, con corresponsabilidad cívico-militar y una sociedad organizada.

En nuestra Patria, las controversias internas se procuran resolver en el campo constitucional, lo cual tiende a su vez a consolidar y avanzar en una democracia verdadera, cada vez más incluyente y capaz de hacer su aporte en el tratamiento democrático de los conflictos internos, con avances hacia estadios superiores de relaciones internacionales, capaces de superar la gran crisis de humanidad actual, con base en criterios de cooperación y de solidaridad. La democracia no solo es una construcción política, sino es sobre todo una construcción ética.

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