Néstor Rivero Pérez

El 1° de mayo de 1889, a los tres años de la “Masacre de Chicago” contra los trabajadores de la fábrica de herramientas McCormick, el Congreso Obrero Socialista, convocado por la II Internacional, acordó celebrar el día 1ro de mayo de cada año como Día del Trabajador.

 

Algo de historia

Fue en Gran Bretaña donde -a partir de la puesta en funcionamiento de la máquina de vapor perfeccionada por James Watt en 1785- tuvo su inició la industrialización de la producción mundial. Y dicho proceso derivó en la necesidad de concentrar gran cantidad de mano de obra libre que pudiese ser contratada para cubrir los agotadores horarios de este primer tiempo de un capitalismo sin reglas. En lucha contra el absolutismo y el régimen feudal, la naciente burguesía urbana, a la par que pugnaba por la democratización del poder público, se aseguraba los derechos de propiedad a medida que avanzaba el ciclo de tecnificación de las fábricas y con ello la tasa de beneficios derivados de la venta de sus productos, textiles, calzado, herramientas agrícolas, carne en tasajo, y vagones y rieles para el ferrocarril, entre otros, que dominaron la expansión del nuevo modo de producción y la hegemonía sobre las economías agrarias sustentadas en la chícora, los bueyes del arado y la doblada de lomo del sembrador y recolector.

Rechazo a las máquinas

Las primeras reacciones de grupos de obreros contra el maquinismo comenzó con la misma revolución industrial: al tanto que los patronos más inteligentes procuraban instalar las nuevas técnicas y sistemas mecanizados para producir sus artículos, grupos de trabajadores llamados “ludistas”, en huelga, buscaban destruir las máquinas, contemplándolas como rivales del puesto de trabajo. Se trataba de una actitud propia del pequeño productor artesanal directo que ve en peligro su espacio en la economía nacional. Sin embargo este período breve en la historia del movimiento laboral mundial dio paso a las ‘trade unions’, de donde surgieron las formas organizativas de masas del moderno sindicato obrero.

La huelga de 1886

De acuerdo al autor A. Maddison (The world economy: A millennial perspective, OCDE, 2003) en el Reino Unido la jornada de trabajo, desde el inicio de la revolución industrial (1785) se extendió por 11 horas hasta 1910, cuando se implantaron las 10 horas de trabajo, quedando en esta materia Gran Bretaña por detrás de EEUU, país en el cual desde 1886 su entonces presidente Andrew Johnson “promulgó la Ley de Ingersoll estableciendo la jornada laboral de 8 horas, cuya aplicación siguió costando nuevas batallas al movimiento laboral. La larga tradición del movimiento obrero en la costa este de EEUU se expresó en logias como los “Caballeros del Trabajo”, con sus periódicos y hojas sueltas reclamando mejores condiciones laborales y con gran cantidad de miembros extranjeros, quienes llegaban a los muelles de Nueva York desde Polonia, Alemania o Irlanda, muchos de ellos con experiencia de barricada y protestas en Europa. Así, habiendo arrancado una huelga de trabajadores de la empresa de implementos agrícolas McCormick de Chicago, la misma concitó solidaridad de otros trabajadores, congregándose la multitud en la Plaza Haymarket, de Chicago. Prosiguiendo el conflicto, el día 4 la Policía de la ciudad de presentó en la plaza y en un extraño incidente, que la historia imputa a un agente provocador, ocasionó un primer disparo que desembocó en una refriega con varios muertos y decenas de heridos. Entre los apresados por la Policía se encontraban corajudos líderes obreros como el socialista Albert Parsons y August Spíes de filiación anarquista. Ambos, al lado de “Fielden, Schwab, Fischer, Engel, Lingg, Neebe” integran la lista de los “Mártires de Chicago”, en cuyo honor se estableció el Día del Trabajador. Cabe indicar que en EEUU el 1ro de mayo es un día “normal”. Dicho país celebra el “Labor Day” (Día del Trabajo) cada 5 de septiembre, en homenaje a la federación de trabajadores “Caballeros del Trabajo”, reunida en 1883.

 

Sinópticos

1901

Luis Zambrano: Pionero de la electrificación

El 1 de mayo de 1901 nació en Bailadores (Mérida) Luis Zambrano, genio popular de la ciencia aplicada y la tecnología, quien adelantó motu propio la electrificación de caseríos de los Andes. Su ejemplo y su memoria es reconocido hoy cuando se asigna su epónimo al Premio Nacional de Tecnología Popular, con el propósito de fomentar la innovación en el país.

Autodidacta que apenas cursó hasta 4to grado de primaria, Zambrano poseyó un genio portentoso para los procesos mecánicos. Se hizo “de manera empírica e intuitivamente suficientes conocimientos de electricidad y mecánica, desarrollando cerca de 50 inventos, como la máquina peladora de fresas, una zaranda para clasificar ajos y numerosas innovaciones a diversas máquinas”.

En accidente de 1977 con una sierra, Zambrano sufrió cercenamiento de su mano derecha.

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