Vladimir Castillo Soto

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Después de pasar Donald Trump por la presidencia de Estados Unidos de América (EE. UU.), la piel de los migrantes quedó más endurecida, la continuación del infame muro en la frontera con México, encerrar a los niños en jaulas, previa la separación de sus papás y mamás, calificar de violadores y bandidos a los migrantes y a sus descendientes, las deportaciones masivas, derogar o dejar en desuso leyes en favor del migrante, y un largo etcétera, empujó a creer a quienes buscan en EE. UU. una oportunidad para disminuir su pobreza y sus tragedias, que los demócratas podrían ser una mejor opción. Biden, para ganarle las elecciones a Trump, necesitaba del voto de los migrantes latinos, que ya están regularizados y que son cada vez más importantes en diversos espacios electorales, y para mejorar su tradicional apoyo hizo una serie de promesas electorales para atraer su voto, entre ellas las más importantes fueron: Llevar adelante la reforma de la ley de migración, que facilitaría la normalización de la estadía de millones de migrantes actualmente ilegales; facilitar los procedimientos para la legalización de los llamados “dreamers”, que son migrantes que arribaron a EE. UU. antes de cumplir los 18 años acompañados de sus familias; derogar el llamado decreto de salud pública Título 42 de los tiempos del Covis-19, el cual permite a los agentes fronterizos deportar a México a los migrantes sin posibilidad de solicitar asilo; la ley que facilita la estadía de los trabajadores ilegales del campo; el proyecto que aspira facilitar a muchos migrantes ilegales permisos temporales para trabajar; la propuesta de facilitar recursos monetarios a migrantes ilegales para facilitar su inserción en la vida de esa nación mientras resuelven su condición.

Ninguna de esas promesas ha sido cumplida, en el mejor de los casos se han presentado en la Cámara de Representantes y ninguna ha sido aprobada por el Senado. Algunas iniciativas en la frontera para facilitar el ingreso legal de los viajeros, como la App CBP One, no ha facilitado ni mejorado los trámites y procedimientos para obtener un ingreso legal.

Como es de imaginarse, los migrantes ilegales, que son latinos en prácticamente su totalidad, son en su gran mayoría explotados. Niños, jóvenes, trabajadores del campo, adultos mayores y mujeres principalmente, no perciben los salarios correspondientes, trabajan muchas más horas que el resto de los trabajadores y no cuentan con ningún tipo de seguridad social y por ende adolecen de servicios médicos y odontológicos.

Por otra parte los migrantes ucranianos, hasta cien mil según la primera propuesta del gobierno, obtienen un trato muy diferente; el proceso es expedito y requiere pocos trámites para obtener la estadía legal por los dos primeros años, incluso pudiendo llevar a sus parientes, una vez ubicados en el país.

Este trato preferencial y la ingente cantidad de dinero que ha aprobado el Congreso para continuar la guerra en Ucrania, hasta el último ucraniano, beneficiando básicamente a la industria de fabricación de armas, demuestra una vez más el carácter clasista y racista del gobierno de Estados Unidos. Como sabemos, en la actualidad la pobreza y la pobreza extrema han aumentado en EE. UU. y se ve a mucha gente durmiendo en tiendas de campaña o carros y trailers viejos; se ve mucha gente afectada por las drogas, terribles opiáceos sintéticos que deforman y matan a quienes los consumen, millones de personas sin seguro médico, deambulando enfermos y sin esperanza, millones de migrantes llamados ilegales, siendo explotados, perseguidos y maltratados; también hay millones de afrodescendientes de los sectores deprimidos que viven con temor de encontrarse con un policía y terminar muerto o encarcelado sin motivos válidos o ciertos. Ni qué decir de los habitantes originarios y dueños de esas tierras, exterminados, execrados, en campos de concentración o reservas. Con los más de cien mil millones de dólares que hasta ahora han gastado avivando la guerra proxy en Ucrania, muchos de los problemas internos de los sectores más oprimidos se hubiesen podido resolver, o por lo menos se hubiesen podido disminuir. Si las promesas electorales de Biden y los demócratas se hubieran cumplido, muchos migrantes podrían estar en mejores condiciones de las que viven el día de hoy.

En definitiva, en el capitalismo el interés que prevalece es el de los poderosos, de las corporaciones, ¡del capital!

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