Rafael S. Chacón G.

@Rafaelsimonchac

Recuerdo cuando te conocí, Aristóbulo, como siempre te menté y nunca dejé de decirte Negro, con estima y cariño, para ese entonces eras presidente del Sindicato Único del Magisterio (SUMA) de Caracas, ahí empezaste a destacarte como líder del magisterio venezolano, luego saltaste a otro espacio político como diputado del otrora antiguo Congreso y después el pueblo caraqueño te eligió como alcalde, los primeros años de la Revolución Bolivariana me tocó informarte que serías candidato de la Fuerza Bolivariana de los Trabajadores a la presidencia de la desaparecida CTV.

Con la victoria del Comandante Chávez, él te nombra por primera vez como ministro de Educación, para ese entonces me llamaste para organizar una asamblea de dirigentes de la Fuerza Bolivariana Magisterial, me tocó moderar ese acto y entre las distintas intervenciones te me acercaste y me propusiste formar parte de tu equipo en el ministerio, recuerdo que nos tocó enfrentar en el 2002 el golpe de Estado contra el Comandante Chávez y para ese mismo año luchamos contra el paro sabotaje petrolero, nos cerraron las escuelas de la otrora Alcaldía Mayor y organizamos a la comunidad y volvimos a garantizar el derecho a la educación.

Junto con el Comandante Chávez rescataste el pensamiento del maestro Simón Rodríguez, de Prieto Figueroa, siempre en defensa de la educación pública, gratuita y de calidad, de la Escuela Social y Productiva, del estado docente, nos dejaste un gran legado; un país libre de analfabetismo, y el sistema de educación bolivariano. Conversamos recientemente y me propusiste organizar e impulsar el Congreso Bicentenario de los Pueblos, Capítulo: Educadores, como siempre manifestaste plena confianza política. Negro, amigo y camarada, nos dejas un gran vacío, pero seguiremos tu siembra, con tu ímpetu revolucionario, seguiremos defendiendo tu legado, te digo, con dolor mayor, no es un adiós es un hasta luego, y, como siempre, terminabas tus actividades con pleno entusiasmo: «Viva la Patria», y hoy te digo: ¡Viva Aristóbulo!

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