Nuevo concepto de la política exterior rusa: Una estrategia para mantener la soberanía

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La autora es periodista y analista política. Ganadora del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2022.

Yoselina Guevara López

@lopez_yoselina

Este viernes 31 de marzo, el presidente Vladimir Putin firmó un decreto que sienta las bases de las nuevas líneas estratégicas de la política exterior rusa, que sustituye a la versión lanzada en 2016. El líder del Kremlin subrayó “debido a los graves cambios ocurridos en el escenario mundial era necesario actualizar los documentos estratégicos claves”.

 Adaptar la estrategia, mantener la soberanía

Este amplio documento nos define la estrategia de Rusia a nivel de relaciones internacionales; para quienes se dedican a la geopolítica el análisis de este punto es crucial e ineludible. Tomando en consideración que una potencia es un actor geopolítico, la estrategia representa justamente lo que debe imperiosamente alcanzar en el largo plazo, sus necesidades fundamentales; las prioridades ligadas a su existencia en el mundo; lo que debe perseguir para no hundirse bajo la presión exterior o bajo el peso de sus propias incoherencias estructurales.

A su vez, la definición de la estrategia está ligada a las características físicas, históricas, culturales, antropológicas, demográficas y económicas de la comunidad, de la población que vive en ese espacio territorial. De allí la importancia de este documento que, evidentemente, no nace del capricho circunstancial de un gobernante de turno.

A nivel geopolítico una estrategia equivocada puede provocar el grave riesgo que una potencia desaparezca, al menos de forma soberana, pasando a formar parte de la esfera de influencia de otras potencias. Esto nos trae a colación el concepto de “soberanía”, a veces trillado, pero determinante para el posicionamiento geopolítico, y el cual está a su vez vinculado a la economía, cultura, tecnología, el ámbito militar, y en general a  todos los aspectos bajo los cuales se perfila un estado.

Estados Unidos, la gran amenaza para Rusia

En el caso específico de la Federación de Rusia, en el centro de este nuevo concepto de política exterior, se encuentra la necesidad de reforzar la soberanía del país y la realización de un orden mundial más justo y multipolar.

En consecuencia, Estados Unidos es definido como la mayor amenaza para Rusia, “la principal fuente de riesgos para su seguridad y la paz internacional” por lo que “su prioridad exterior será contrarrestar lo que persiste de dominio estadounidense en el mundo”.

Es necesario señalar que a partir de 2008 Rusia se dio cuenta de que no obtendría de Occidente el tan ansiado reconocimiento de la legitimidad de sus intereses y de su condición de potencia o superpotencia. Desde ese momento empezó a lanzar el mensaje al mundo de que estaría dispuesta a defender incluso con las armas lo que considera sus intereses vitales. Para muchos esto era solo una simple amenaza, precipitándose los acontecimientos que llevaron a que en el año 2022 se concretara la operación militar especial rusa en Ucrania bajo la premisa de la defensa de su seguridad.

La estrategia estadounidense definida ha sido la contención de Rusia, de allí que la táctica norteamericana aplicada mediante la inclusión en la OTAN de los países pertenecientes al antiguo bloque soviético (incluida Ucrania) e históricamente bajo influencia rusa, tiene como objetivo justamente contener a Rusia y empujarla hacia el interior.

Estados Unidos cree que si Rusia se liberara de esta acción de contención el control de Europa se les haría muy difícil; la Federación a través de los recursos energéticos había estado maniobrando con la finalidad de dominar una parte importante del viejo continente. Los estadounidenses temen perder Europa y consideran que la contención de Rusia es la táctica esencial para lograr este objetivo estratégico; por ello el estallido del conflicto Rusia-Ucrania ha servido a sus intereses. No obstante, Estados Unidos está dominando gran parte de Europa, un ejemplo claro de cómo se pierde la soberanía.

Rusia se niega al aislamiento de Occidente

El documento del nuevo concepto de política exterior afirma “Rusia no se considera enemiga de Occidente y no se aísla de él, no tiene intenciones hostiles”, subrayando que “Moscú espera que los países occidentales tomen conciencia de la inutilidad de la confrontación y vuelvan a interactuar en posición de igualdad”.

En el conflicto Rusia-Ucrania los países de Europa Central y Oriental, desde Polonia hasta los tres países bálticos más Rumanía, se han convertido en la vanguardia en la defensa de Ucrania. Luego están los países occidentales, es decir, Alemania, Francia, Italia, España, que siguen estando vagamente a favor del diálogo para la resolución del conflicto, pero que no han hecho nada por llevarlo a cabo porque sencillamente están subyugados a los mandatos de Washington.

En lo que respecta al aislamiento, la Federación de Rusia con sus más de 17 millones de km2 de territorio, es un país inmensamente grande que ha demostrado que es capaz de autoabastecerse, y que además actualmente mantiene muy buenas relaciones comerciales y económicas con otros países. A diferencia de los países europeos que son demasiado pequeños para ser completamente autosuficientes.

Entretanto, Rusia dispone de grandes recursos, un sector de defensa militar eficaz altamente desarrollado, un gran mercado interno y una agricultura muy desarrollada.

Asimismo, la nueva política exterior rusa menciona que “reviste especial importancia la profundización integral de los lazos y la coordinación con China e India”, ya que “el principal objetivo es transformar la región en una zona de paz, buena vecindad y prosperidad”.

El documento señala que Rusia seguirá profundizando las relaciones mutuamente beneficiosas con América Latina y el Caribe, incluyendo la cooperación militar, para ayudar a estos países a afrontar «las presiones de  Estados Unidos».

No cabe duda de que Rusia está consolidando las bases de un nuevo mundo multipolar, en el que la soberanía es un elemento preponderante e ineludible en el establecimiento de las relaciones entre los países. Se continúan abriendo los grandes caminos que dejaran atrás la existencia de la hegemonía de Estados Unidos como dueño absoluto del mundo.

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