VEA / Yonaski Moreno

El reguetón no tiene cabida en las escuelas de la parroquia San Agustín. Docentes, padres y representantes de la parroquia caraqueña, asumieron el compromiso de alejar de estas instituciones, desde educación inicial hasta bachillerato, los antivalores que promueve este subgénero.

La medida no es nueva. El poder popular organizado de San Agustín trabaja en la parroquialización de la educación desde el año 2004, a través de la Unidad Territorial Integral de Educación Bolivariana (Utieb) figura contemplada dentro del proyecto de educación nacional. Como primer paso, docentes de los 22 centros educativos de la parroquia recorrieron cada rincón para conocer las vivencias de los estudiantes, tras lo que realizaron una jornada para elaborar su proyecto.

«San Agustín es la única parroquia del país que tiene un proyecto educativo propio, respetando todas las líneas del Ministerio del Poder Popular para la Educación, pero basado en tres ejes transversales: Identidad, valores y ambiente», explicó a Diario VEA el músico, docente y político parroquial, Jesús «Paicosa» Guzmán.

Expuso la experiencia de San Agustín para combatir los antivalores impulsados por el género. Foto VEA.

Paicosa visitó las instalaciones de este medio varios días después que, en septiembre 2023, cultores, periodistas, intelectuales, entre otros, solicitaran la prohibición del reguetón en instituciones educativas durante una reunión sostenida con el fiscal general de la República, Tarek William Saab. Con un buen trecho andado en esa batalla, Jesús Guzmán expuso en esa oportunidad la experiencia de San Agustín.

«Llamamos desde la Utieb a una reunión con todas las directoras y los directores de la parroquia, más el sector cultura y todo aquel que quisiera participar en pro de la educación. En esas reuniones decidimos que el reguetón no entraba a la escuela en ninguna forma. Se acordó y se cumplió, y hasta el sol de hoy eso en las escuelas de San Agustín no se da. (…) no hubo resistencia porque estamos hablando con propiedad», recordó el cultor.

Así como lo cuenta suena fácil, pero lo cierto es que la decisión estuvo acompañada de un gran compromiso y voluntad de acatar la línea, así como de una amplísima oferta cultural que sirvió como estímulo para los jóvenes. «¿Quieres bailar? Ahí están los tambores», propusieron.

«Eso pasa cuando tienes una alternativa que brindarles. Nuestra identidad es el tambor, no es el reguetón. Las escuelas están para formar a raíz de lo que somos como pueblo venezolano, no de lo que viene de afuera», precisó Paicosa.

El proyecto educativo que adoptaron aporta otra gran ventaja. Cuenta con tres momentos: Herencia Indígena; Herencia Europea y Herencia Africana. Cada momento cuenta con una amplia oferta musical que se pone al alcance de los jóvenes. «Eso nos da la posibilidad de enfrentar este tipo de géneros musicales. El tema de identidad se ha manejado con mucha fuerza, y lo primero fue reconocernos como una parroquia afrodescendiente», indicó. «Tú, a raíz de reivindicar lo tuyo, puedes contrarrestar al enemigo», añadió.

La certeza de que las escuelas de la parroquia San Agustín están libres de reguetón es un gran aliciente, sin embargo la tarea no está completa. «Insisto, eso no es suficiente, porque eso no quita que en casa los chamos escuchen y bailen reguetón. Y no es un problema únicamente del reguetón, hay otros géneros que también tienen contenidos vulgares».

Sobre este subgénero, que nació como una variante del reggae, Paicosa expuso: «La visual que transmiten es que si estás cargado con cadenas de oro, drogas y pistolas, todos se ponen a tus pies. Así sea una fantasía, una puesta en escena, para quien lo vive detrás de la pantalla, parece real. Cuando tú aterrizas sabes que no es así, pero lo han ido vendiendo y es lo que meten en la cabeza de la gente».

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