Quiero que todo esto se resuelva en sana paz (…) sin embargo cualquier loco podría darme un tiro

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Exequio Ruiz Ñáñez narró a Diario VEA los pormenores de la violencia perpetrada por Polizamora el 12 de abril. Foto Diario VEA

VEA / Carlos Batatin

Cuando era un muchacho de 12 años de edad, al pasar cerca del río Pacairigua, observaba a las mujeres sembrando semillas de caña en los surcos. Todo el valle de Guatire era exclusivo para su cultivo. Desde siempre su inclinación fue la agricultura y, ahora que tiene 76, su aspiración es seguir con el ejemplo que le dio su padre. Vivir de la tierra, amarla y comer lo que ella ofrece.

Se trata de Exequio Ruiz Ñañez, nacido en el año 1946, y aunque se define como carpintero de profesión, desde pequeño “yo decía, cónchale yo quisiera trabajar allí. Sin embargo, me daba miedo y pena decirle a mi papá que me consiguiera trabajo sembrando caña”. Para ese entonces por medio día de jornada pagaban 3,50 bolívares, «un dineral». “Eso me llamaba mucho la atención y era mi anhelo cultivar la tierra”.

El sueño de Ruiz Ñáñez se cumplió el 3 de mayo del año 2013. “Hace casi nueve años llegamos aquí. Dos años después, en el año 2015 en adelante, comenzó la guerra. Nos atacaban de noche. Teníamos que dormir con un ojo abierto y hacíamos turno. De 56 matas de lechosa que estaban en plena carga  me cortaron 40. Sobre las matas de cambur destruidas perdí la cuenta”.

El 12 de abril, Exequio Ruiz, fue una de las víctimas de la agresión que ejerció Polizamora junto con representantes de la empresa Guatire Textil –que reclama la titularidad de las tierras- contra agricultores y agricultoras de una unidad de producción familiar asentada en el parcelamiento Villa Zamora 2021, ubicada en la Zona Industrial Terrinca, en Guatire, estado Miranda. Ese día, integrantes del cuerpo policial ocasionaron grandes destrozos en el terreno, arrasando con plantaciones y viviendas con el objetivo de provocar desalojo arbitrario de las familias.

-¿Ha tenido algún tipo de inconveniente con  sus vecinos?

-Bueno, precisamente ese es el monstruo que siempre nos ha atacado. Aquí éramos más familias pero muchas negociaron con los propietarios de la empresa Guatire Textil. También eran asediadas hasta que llegaron a un acuerdo.

Narra de manera exclusiva para Diario VEA que su entorno familiar ha corrido con la misma desgracia porque las amenazas para que abandone la tierra son permanentes.  “Exacto. La primera vez que nos atacaron fuimos al Instituto Nacional de Tierra (INTI), también acudieron sus abogados. No recuerdo la fecha. Hemos recibido tantos ataques que ya nosotros estábamos saturados”.

-Ante el INTI se les dijo que si la tierra les pertenecía que lo demostraran con documentos. Allí quedó claro que si eran los legítimos dueños, nosotros seríamos reubicados en otro terreno. Nunca presentaron argumentos ni papeles para demostrar la propiedad.

Durante la entrevista, pese a que está pasando por una situación difícil, sonríe  y cuenta como anécdota que los dueños de la textilera “cada vez que eran visitados por representantes del tribunal agrario se escondían para no recibir la boleta de citación, mientras que de nuestra parte nunca faltamos ni a una presentación”.

-¿Qué tiempo tiene de establecida la textilera en el lugar?

-Realmente no sé qué tiempo lleva. Lo cierto es que uno de ellos me dijo, en cierta ocasión en el propio tribunal en 2020,  que habían comprado los terrenos en el año 1950. Yo les respondí: Mire mi amigo yo tengo 74 años, y le cuento que, en esa época,  aún los trapiches funcionaban en esos terrenos. ¿Cómo es eso que ustedes compraron en esa fecha?

Para él no hay duda que detrás o al frente de todas las agresiones en su contra, está la gente del grupo textil, pero “nunca se sentaron a dialogar con nosotros. Estábamos dispuestos a conversar y llegar a un acuerdo, porque nosotros somos pisatarios y no podemos vender la tierra porque ella sigue siendo del Estado”.

-¿Ustedes tienen el aval del INTI y los respectivos documentos?

Por supuesto. Nosotros hicimos la solicitud o permiso para el terreno entre los años 2012 y 2013. El INTI comprobó que la tierra era de utilidad pública y emitió su veredicto asumiendo que los terrenos no tenían propietarios y no los otorgan en 2016.

-Antes de la llegada del actual alcalde de Guatire, Raziel Rodríguez, quien es señalado como responsable de emitir una orden el pasado 12 de abril, para desalojarlos en forma violenta, ¿alguna otra autoridad similar había procedido de tal forma en su contra?

-Nadie. Absolutamente nadie había actuado en nuestra contra. Tenemos en nuestro poder  la carta agraria que nos garantiza y autoriza nuestra permanencia y utilización de la tierra dentro del parcelamiento.

-En su opinión, ¿considera usted que el alcalde Raziel Rodríguez, está a favor de los dueños de la textilera?

-No digo que sea él. Le voy a decir algo, nosotros responsabilizamos a Polizamora, la cual fue la que nos atacó y nos privó de libertad. Ella tendrá que decir de dónde y quién dio la orden.

Tras su respuesta el señor, Exequio Ruiz Ñañez, ofrece un ejemplo: «Si usted quiere que su hijo tenga una buena conducta, cuando él, junto a dos niños más, rompe un vidrio ajeno, usted agarra a su muchacho por la mano y en compañía de los padres de aquellos dos, acude  a la casa del perjudicado y asumen la responsabilidad, porque si uno se esconde lo más probable es que el muchacho siga haciendo lo mismo».

Por cierto, al llegar al lugar observamos a dos efectivos de la Policía del estado Miranda y de acuerdo con el testimonio de este agricultor de 76 años, «ellos están aquí para custodiar las 24 horas desde el día que nos agredieron».

También observamos, en la entrada principal del terreno, tres carpas que sirven de dormitorios y para esconderse del ardiente sol. Las comidas las realizan  al aire libre mientras el viento pretende apagar las llamas de la cocina.

No tienen baño para refrescarse ante el ardiente calor ni para otros requerimientos. Tres niños corren sin el menor peligro porque ya no hay matas, arbustos o casas  con que tropezar porque todo fue devastado. Lo que ayer fue verde y lleno de vida fue convertido en tierra removida y cuando el viento pega fuerte el polvo se adueña del lugar.

-Cuéntenos qué fue lo que ocurrió el pasado 12 de abril

-Eso día ocurrieron dos cosas: Polizamora me secuestró junto con Bernardo José Ruiz Ñáñez, Eduar José Ruiz Olivares, y Stefani Briceño y nos llevaron engañados a la sede policial del municipio Zamora y, mientras estábamos allí detenidos, enviaron máquinas y tres motosierra y destrozaron las casas, matas y árboles sembradas dentro del   parcelamiento Villa Zamora 2021, ubicado en la Zona Industrial Terrinca, en Guatire, estado Miranda.

-Los efectivos policiales que lo sacaron bajo engaño, ¿son los mismos que estaban en la gestión del alcalde anterior o son funcionarios nuevos o sabe quiénes son?

-A quien conocemos es a uno de apellido Romero. Él fue el encargado del procedimiento.

Seguidamente relató “qué les importa a esa gente mandarnos a matar. No sabemos a dónde fueron a parar los machetes para defendernos después que destrozaron todo. Luego que pasaron las máquinas y tumbaron las casas nuestros enseres quedaron tapados con la tierra».

-¿Qué ocurrió una vez dentro de la sede de Polizamora, cómo fue el trato?

-Para llegar a la sede de Polizamora uno se tarda como unos cinco minutos desde el terreno. Allá duramos sentados un buen rato. Mi hijo me indica que estábamos perdiendo el tiempo y decidimos regresarnos porque no se trataba de ninguna negociación y nos cansamos de esperar. Nos levantamos de las sillas dispuestos a salir. Una mujer nos pregunta ustedes se van, si ¿por qué?, le respondimos. Ella salió y habló con un policía superior, quien se acercó a nosotros y nos metió en un calabozo. De inmediato quedamos incomunicados, porque nos quitaron los teléfonos, las correos, trenza de los zapatos y, a mi con 76 años, me dieron un buen empujón. Un día después, el pasado 13 de abril, luego que fueron puestos en libertad, comenzaron a armar algunas carpas que les dieron en  calidad de préstamo los vecinos y otras  improvisadas. Lograron obtener una cocina para poder preparar la comida al aire libre. Por acá todos han sido muy solidario y siempre nos traen algo para solventarla situación. Ese día  un familiar  que fue a buscarnos en Polizamora me dice Exequio, aquello lo destruyeron todo. Tumbaron los ranchos y las matas. Uno de mis hermanos, cuando fue a visitarnos, se puso a llorar al ver todo devastado y hecho ruina”.

¿Cuánto daño sufrió el área  de siembra luego que fue removida por los tractores?

-Removieron más de 20 centímetros de capa vegetal. Aquí utilizaron moto sierra y máquinas para tumbar 18 samanes de más de cien años, lo cual significa que para poder hacerlo, tuvieron  que cavar y remover casi medio metro de profundidad y eso daña la tierra de cultivo

-¿Esta situación les cambió la vida?

-Creo que sí aunque yo seguiré siendo el mismo.

-¿Qué aspira usted que debe hacer el Estado en este caso?

-Al Gobierno nacional le pedimos que haga que los responsable de la agresión nos indemnicen por los daños que nos han causado.  

¿Qué hacer ante el panorama descrito?

-Insistir en cultivar la tierra. Se nos otorgó un  permiso y el aval para trabajar la agricultura y en eso seguiremos.

¿Luego de lo vivido siente algún temor?

-Quiero que todo esto se resuelva en sana paz. Sin embargo, después de esto pienso que cualquier loco podría hasta darme un tiro, locos hay bastantes y con estos señores que  pretenden adueñarse de la tierra,  no se puede esperar mucho.

También afirmó que “ellos, los agresores, aspiran tomar el terreno de banda a banda. La parte que les corresponde está conformada por la quebrada del Cancán, la cual divide la otra zona en disputa, mientras que la nuestra está entre  el río Pacairigua y  la quebrada El Calicanto”.

Rememoró que hace algún tiempo, “cuando alguien venía a buscar plátanos o cambures, uno le decía: Pasa y escoge tú mismo el racimo. Ahora todo eso ha cambiado”.

Exequio Ruiz Ñañez, hace hincapié en que nunca había sido detenido ni haber tenido un mal entendido con la fuerza policial ni autoridad alguna. Sin embargo, “nos sacaron engañados al mejor estilo del secuestro”.

Mientras recorrimos el lugar, conformado por unos 8 mil 600 metros cuadrados, quebrando la voz agregó que “nos quedaron siete matas de aguacate de aproximadamente 70 y unas cuantas de onoto. Teníamos 3 mil matas de cambures. También había matas de plátanos y cada plátano pesaba hasta un kilo”.

¿Qué le pide usted a las autoridades?

Hay que dejar claro que violaron nuestros derechos humanos. También hay que detallar que mataron los animales que había. Solo quedaron algunas gallinas, mientras que dos cochinos pequeños nunca aparecieron.

Comentó que al parcelamiento han llegado  distintos representantes del  Gobierno nacional. «Aquí nos visitó personalmente el diputado y primer vicepresidente del PSUV Diosdado Cabello, también el Instituto Nacional de Tierra (INTI), David Hernández Giménez, el ministro de Ecosocialismo, Josué Alejandro Lorca, entre otras autoridades, quienes nos han dado su apoyo y han comprobado que fueron violados nuestros derechos humanos. Se dieron cuenta la magnitud del daño causado al terreno y a las familias que cultivamos la tierra.

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