Eugenia Russian

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Con la cumbre de los presidentes suramericanos que se realizó en Brasil, se abre otra nueva etapa en nuestra américa. Venezuela sigue siendo una señal de esperanza para amplios sectores populares y movimientos sociales del continente, al intentar retomar su política internacional basada en paradigmas éticos, superando los mecanismos meramente pragmáticos y mercantiles, y configurando y fortaleciendo los espacios de unidad como los del ALBA-TCP, Unasur, Petrocaribe, la Celac.

La crisis mundial financiera, energética, ecológica y fundamentalmente ética, plantea un imprescindible cambio de actitud para rescatar a la humanidad en peligro, y esto lo tienen cada vez más en cuenta todas las comunidades de buena voluntad. Resulta imposible resolver la crisis siguiendo el mismo rumbo depredador que utiliza el sistema capitalista. La democracia, como forma de convivencia humana, requiere tomar en cuenta una visión política en el sentido ético de asumir el bien común. Lamentablemente en varios procesos históricos, en lugar de asumir el bien común, se trata de aprovecharse del bien común en beneficio de personas o grupos de poder, lo cual no sería política, sino politiquería.

La espiritualidad liberadora y la Diplomacia de los Pueblos, este clamor ético popular, impulsa a retomar el camino de integración solidaria en la construcción de la paz, para asumir la integración no solo comercial, sino en función del bienestar de los pueblos. El rescate de la ética en la dimensión política, como aporte al bien común. Valorar la democracia con respeto a las diferencias, dentro de criterios culturales comunes en la historia del continente mestizo y del sueño bolivariano de la Patria Grande.

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