Eugenia Russian

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En este tiempo de cuaresma, las comunidades cristianas nutridas con espiritualidad liberadora, reflexionan sobre la situación de los pueblos, en medio de la crisis mundial. Y a su vez conmemoran la vida de San José, un silencioso pero excepcional guía liberador generalmente poco valorado. Y Rutilio Grande por su lucha por un mundo con justicia e igualdad.

San José representa a las personas buenas y humildes, quienes están en medio de las multitudes de la humanidad, que son gentes comprometidas, que hacen caminar al mundo a pesar de los sistemas opresores. Que viven de las virtudes simples y cotidianas y honran a su pueblo. Para José, lo más importante que saberse la personificación del Padre, era vivir con radicalidad, sinceridad y humildad. Dice Leonardo Boff, “San José no nos legó ni una sola palabra…su lenguaje era otro, hablaba con las manos en la carpintería, con los brazos, cargando con su hijo: Con los pies, caminando hacia el exilio; con el amor, permaneciendo junto a María”.

De igual manera las Comunidades Eclesiales de Base de la Patria Grande, conmemoran la Pascua del sacerdote salvadoreño jesuita Rutilio Grande, quien fue asesinado junto a Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus, en el Salvador, el 12/3/1977. El compromiso espiritual liberador de Rutilio, resulta un legado que alcanza cada vez mayor vigencia en situaciones de conflicto, como el del tiempo actual, pues en su tiempo tuvo que enfrentar poderes opresores en El Salvador y en Nuestra América y abrir espacio hacia una pastoral liberadora.

Que el espíritu paternal de San José y el compromiso con la justicia de Rutilio Grande, logren en esta Cuaresma, iluminar a la humanidad, en unidad en la diversidad, para detener la espiral de violencia y potenciar caminos de paz, hacia una Humanidad Fraterna.

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