Doily Hernández Marín

@doilyhernandezm

Jesús en la Biblia nos dice: “No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos”. Cuánta verdad hay en estas palabras que nos deben ayudar y guiar a hacer el bien desde lo más profundo de nuestro corazón con sinceridad, honestidad y viéndonos como hermanos.

En estos días previos a la Semana Santa, camino que Cristo hizo para la salvación de todos, hemos visto cómo se han caído las caretas de algunos dirigentes políticos y empresarios que jamás tuvieron a Dios en su corazón y olvidaron uno de los mandamientos: “No Robarás”, pecado grave que afectó al pueblo venezolano, pero más allá del pecado, revivieron a Judas Iscariote y traicionaron la confianza que nuestro presidente Nicolás  Maduro había puesto en ellos.

En esta misma línea, me permito citar al papa San Juan Pablo II: «Ser fieles a la palabra dada, al juramento, aun en el caso en el que siguen para nosotros consecuencias dañinas; no practicar la usura, plaga que también en nuestros días es una infame realidad, capaz de estrangular la vida de muchas personas».

Las y los servidores públicos tenemos una tarea titánica, que es hacer el bien como nos demanda el pueblo, ir a las periferias más lejanas, ser buenos samaritanos y hacer mucho con poco, y es posible lograrlo trabajando honradamente. No podemos quedarnos de brazos cruzados y ver al enfermo pasar o al hermano en alguna necesidad; seamos como Cristo y practiquemos su evangelio.

El santo padre Francisco recuerda las “bienaventuranzas del político”, propuestas por el cardenal vietnamita François-Xavier Nguyễn Vãn Thuận, fallecido en el año 2002, quien fue un testigo fiel del Evangelio:

“Bienaventurado el político que tiene una alta consideración y una profunda conciencia de su papel.

Bienaventurado el político cuya persona refleja credibilidad.

Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés.

Bienaventurado el político que permanece fielmente coherente.

Bienaventurado el político que realiza la unidad.

Bienaventurado el político que está comprometido en llevar a cabo un cambio radical.

Bienaventurado el político que sabe escuchar.

Bienaventurado el político que no tiene miedo”.

Que Dios nos bendiga nos libre de todo mal y tentación y nos lleve a la vida eterna. Amén.

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