Soldados rusos liberados narran torturas ejercidas por militares ucranianos

VEA / Carlos Batatin

Tras haber permanecido en cautiverio por las fuerzas militares ucranianas, soldados rusos relataron que los amenazaban de muerte con una pistola en  la cabeza, además que fueron golpeados, atados de manos, amordazados y permanecieron en condiciones inhumanas dentro de un sótano.

De acuerdo con la denuncia formulada por el personal castrense liberado, las autoridades ucranianas violan el Convenio de Ginebra respecto al trato debido a los prisioneros de guerra, el cual establece  que los efectivos militares capturados «deberán ser protegidos en todo momento, especialmente contra todo acto de violencia o de intimidación, contra los insultos y la curiosidad pública». También  establece que «están prohibidas las medidas de represalia contra ellos».

En tal sentido, el Ministerio de Defensa de Rusia dio a conocer a través de diferentes grabaciones testimoniales de sus soldados, las diferentes torturas a las que fueron sometidos. «Naturalmente, nos ataron de pies y manos y empezaron a golpearnos. Yo tenía una pequeña barba, así que comenzaron a decir «es de Kadyrov, de Kadyrov», es decir, checheno. Entendí que tenían un encono especial hacia los chechenos del regimiento de Kadyrov. Empezaron a darme patadas en la cara, en la cabeza. Luego, cuando me dieron una patada en la cara, me desmayé y en ese momento no recuerdo nada más».

Otro de los maltratos reseñados en el portal  www.actualidad.rt.com,  revela que un soldado y sus compañeros,  recibieron diferentes tipos de amenazas, entre ellas «acabar siendo colgados o castrados».

De igual forma  describe la citada página digital, que algunas intimidaciones eran «muy terroríficas»  y hasta eran grabadas por los victimarios. «Recuerdo que cuando estábamos tirados en el suelo, atados, entre los soldados había un herido. No sé si lo torturaban o qué, no lo veía, pero recuerdo cómo gritaba».

Entre los distintos materiales dados a conocer por el Ministerio de Defensa de Rusia, destaca la experiencia de un joven militar quien aseguró que «nos vieron a seis de nosotros. A mi compañero le preguntaron dónde estaba el último, dónde el sexto. Lo señaló, y este camarada se arrodilló con las manos detrás de la cabeza, rindiéndose. Y el hombre se giró y le disparó con una metralleta».

También contó  que «todos estábamos tumbados boca abajo y luego nos trasladaron uno por uno hacia un vehículo que se acercó. A un compañero le rompieron la nariz. A nosotros, a los heridos, nos querían acabar de rematar (…) No conseguía dormir porque mi estado era muy malo. A lo largo de dos días no comí en absoluto. Cada día nos llevaban a grabar videos para recitar sus textos. Si a alguien no le salía bien, lo golpeaban, igual que a mí. Debido a la lesión en la cabeza, me fallaba la memoria y no podía recordar todo el texto para pronunciarlo entero».

A los prisioneros los trasladaban hasta los cuarteles de las fuerzas de seguridad ucranianas. Uno de ellos recibió un fuerte golpe. «Llegamos al lugar con los ojos vendados y al instante recibí un golpe en la cabeza, y debido a una lesión ya existente, me desmayé». Detalló que lo amenazaron con romperle un brazo si no se levantaba, pero apenas lo intentaba, volvía a recibir golpes. «Debido a que no comíamos nada, era muy difícil soportarlo, tenía todos los órganos con traumatismos».

Luego de los maltratos y violencia recibidos, destaca que los obligaban a mentir al ser llevados ante la Cruz Roja. «Todos los que estaban a nuestro alrededor, nos decían que en caso de que nos preguntaran, afirmáramos que nos alimentaban perfectamente, que nos daban agua, que no nos faltaba nada, que las condiciones eran perfectas, que los heridos eran bien tratados».