¡Sorprendente! Mire lo que creó este inventor venezolano con el líquido venenoso de la yuca

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El líquido fétido y venenoso que surge del prensado de la yuca, denominado «Yare», posee un alto contenido de cianuro. Fotos RT.

VEA / Yonaski Moreno

José Gregorio Jiménez, un inventor popular nacido en el estado Carabobo y graduado como técnico superior universitario en Tecnología Electrónica, convirtió su curiosidad en un proyecto que confía pudiera tener un impulso ante el complejo panorama de las medidas coercitivas unilaterales que dificultan la importación de tecnología y la entrada de componentes para producir gasolina.

Se trata de un biocombustible a partir de un líquido fétido y venenoso que surge del prensado de la yuca, denominado «yare». Es venenoso, porque posee un alto contenido de cianuro.

Su propuesta de generar combustible no fósil con el desperdicio de la yuca, le ha otorgado varios reconocimientos a pesar de que su aplicación –con costos que pudieran ser 70 % más bajos que los de la producción de gasolina– no se ha hecho extensiva en el país, reseña actualidad.rt.com.

En el reportaje publicado por la agencia de noticias, Jiménez destaca que no es químico y que le tocó aprender lo necesario para poder llevar adelante su proyecto, que inició de una manera casi accidental.

Durante una visita a la zona del Campo de Carabobo en el año 2006, llegó junto a un amigo al sector El Rincón, donde se hace casabe desde hace más de cien años. Al ver y escuchar sobre el “yare” pidió una muestra. A partir de ella comenzó su investigación, que se ha desarrollado por aproximadamente catorce años.

El proceso

Para que el “yare” se transforme en etanol, se realiza la filtración seguida de la pasteurización, para eliminar las bacterias que se encuentran naturalmente en el líquido. Posteriormente, se efectúa un proceso enzimático o hidrólisis enzimática, «que es el secreto industrial» o la tecnología que descubrió Jiménez.

Luego viene la hidrolización, que corresponde a la subdivisión de las moléculas de la sustancia. Entonces, los almidones presentes en el “yare” se transforman en azúcares primarios como la glucosa y la sacarosa.

«Estos dos tipos de azúcares reaccionan o fermentan con levaduras, las que se utilizan para la cerveza o para el pan, y hacen que se transformen en alcohol y dióxido de carbono», dice el inventor popular.

La propuesta de Jiménez para la elaboración de combustible tiene una gran diferencia con la producción de etanol a base de maíz, pues, la variedad de tubérculo utilizado, la yuca amarga, no es comestible, es un desecho, mientras que el maíz es uno de los alimentos más importantes del mundo.

Pero este tubérculo no es el único candidato para la generación de etanol. El investigador ha hecho muchas pruebas «porque la idea no es hacerlo con el alimento sino con sus desechos», por tanto, ha probado con papas, zanahorias, remolachas y cualquier subproducto que tenga azúcar o almidones y que son descartados por los agricultores por no tener el tamaño o la calidad deseada.

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