Néstor Rivero Pérez

[email protected]

El 15 de septiembre de 1881, bajo el mandato de Antonio Guzmán Blanco, se inauguró el sistema “Tranvía de Caracas”, que conectaba la esquina de las Gradillas, en el ángulo sureste de la Plaza Bolívar, con la Plaza Carabobo, que por entonces destacaba hacia el este rodeada de haciendas de café y cacao, como uno de puntos extremos de aquella pequeña urbe, cuyo paisaje y clima temperado, la mostraban a los ojos de propios y extraños, cual “odalisca del sultán enamorado”.

Guerras, endemia y demografía

La dramática baja demográfica que significó para los venezolanos entre 1810 y 1824, su decisión de obtener la Independencia de nacional frente a la Corona española, aunado ello al cuadro de endemias como tuberculosis y paludismo y óbitos derivados de la crónica desnutrición y parasitosis que afectó a amplios contingentes de la población, incidió en la lentitud de las líneas de reposición y rebasamiento del número de habitantes con que contaba el país, al inicio de la independencia. A dicho cuadro se aunó en el curso del siglo XIX, un contexto de desajustes de orden político y social proclive a la insurgencia de caudillos regionales y recurrentes contiendas civiles entre conservadores y liberales. Así, de una población que, de acuerdo a: https://www.redalyc.org, para 1811 bordeaba el millón de habitantes, quince años después –según José Manuel Restrepo, se encontraba en 659 mil personas. Y medio siglo después, en 1873, cuando se organiza el primer censo oficial de Venezuela, la población alcanzaba un millón setecientos mil individuos. Al inicio de su independencia, la nación mexicana contaba con 8 millones de habitantes; dicha cifra ascendió a más de doce millones para finales del siglo XIX.

Caracas, población y transporte

Y esta evolución demográfica en una estructura económica agraria y artesanal precapitalista, producía su impacto en las ciudades, puesto que el grueso de la población, que distintos estudiosos estiman en un 80 por ciento para el campo, concentraba el restante 20 por ciento en las ciudades. Respecto a Caracas, distintos gobiernos del siglo XIX, desde José Tadeo Monagas, proyectaron acciones de modernización, especialmente en áreas como la iluminación nocturna a gas y un primer tranvía capitalino. Luego Guzmán Blanco impulsaría notorios cambios en su arquitectura, acueductos y carreteras. Y también, en 1881, la puesta en funcionamiento, del Tranvía de Caracas, cuando la capital congregaba cien mil habitantes.

Coches a caballo

Desde tiempos de la Colonia, y hasta las postrimerías del siglo XIX, los coches de tracción animal para el traslado de personas, equipajes y otros bienes, mantuvieron su actividad entre el puerto del litoral y la capital. Expresión de dicho  cuadro se plasma en el poema Vuelta a la Patria, cuando el vate José Antonio Pérez Bonalde, al inicio de su trayecto hacia Caracas, insta al auriga “¡En marcha, en marcha, postillón, agita/ el látigo inclemente!/ Y a más andar, el carro diligente/ por la orilla del mar se precipita”.

Tranvía y destinos

Algunos entrecortados rieles aferrados hoy al pavimento de la vía pública de la parroquia La Candelaria, de Caracas, permiten imaginar el tiempo en que los transeúntes de la capital observaban el paso del curioso mecanismo de transporte, que exigía, mediante sus pitazos, detener el paso peatonal, el de caballos y otros medios, cuando aquel vehículo cruzaba alguna esquina. Y desde la Plaza Bolívar, el tranvía, que se inició con tracción animal, abrió, además de su destino de Plaza Carabobo, rutas hacia el sector Palo Grande, en la parroquia San Juan, y Puente Hierro, en la parroquia Santa Teresa.

Tranvías de la ciudad

 “Venezuela tuvo tranvías a tracción animal (ferrocarriles urbanos) en al menos una docena de ciudades. En unas pocas también corrieron locomotoras a vapor sobre sus calles. Los tranvías eléctricos transportaron pasajeros en Caracas, Valencia, Maracaibo (…) El Ferrocarril La Guaira-Caracas también usó carros eléctricos parecidos a tranvías. Todas estas… funcionaron entre 1882 y 1947” (http://www.tramz.com).

Sinóptico

1897

Nació Mario Briceño Iragorry

Autor de textos que contribuyen a la comprensión del proceso venezolano, este ensayista mantuvo a lo largo de su vida, su compromiso con la civilidad y el significado de lo venezolano. En su obra El regente Heredia y la piedad heroica ofrece una visión sobre José Fco. de Heredia, miembro de la Real Audiencia de Caracas en tiempos de la Guerra a Muerte y bajo el predominio de J. T. Boves, promoviendo el regente, la moderación de ímpetus persecutorios dentro del régimen español contra los patriotas. Durante el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, Briceño Iragorry en oportunidades se acercó a la sede de la Seguridad Nacional, a abogar por detenidos políticos y acompañando delegaciones de estudiantes. Entre otros de sus libros destaca también Casa León y su tiempo y Tapices de Historia Patria y Lecturas Venezolanas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!