Néstor Rivero Pérez

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El día 18 de octubre de 1965 fue detenido en la plaza Tres Gracias de Caracas por una comisión de la policía política, la Digepol, el dirigente revolucionario Alberto Lovera. Este, nacido en 1923 en Juan Griego, estado Nueva Esparta, permaneció desparecido hasta que sus restos, amarrados a un pico por una gruesa cadena, fueron localizados el 27 de octubre en las playas de Lecherías, estado Anzoátegui.

  

AD y Guerra Fría

En su discurso de toma de posesión del 19 de febrero de 1959, Rómulo Betancourt sostuvo con tono categórico: “En… mi campaña… fui explícito en el sentido de que no consultaría al Partido Comunista… y… que… miembros suyos no serían llamados por mí para desempeñar cargos administrativos”.

A tono con el Pacto de Punto Fijo de octubre del año anterior, Betancourt marcaba el rumbo del país como satélite de EEUU en el marco de la Guerra Fría contra la Unión Soviética. Y dicha adscripción asumirá toda su virulencia en los procedimientos de detención e interrogatorios, violatorios de los derechos humanos.

El asalto armado por funcionarios gubernamentales a sedes de sindicatos en manos de la izquierda de ese tiempo, el ametrallamiento de grupos de desempleados que reclamaban en Caracas puestos de trabajo y la creciente hostilidad contra barriadas populares de la capital, indujeron a distintos nucleamientos, inspirados en la Revolución Cubana, a tomar las armas contra el Gobierno de Betancourt. Así, el PCV y cuadros como Alberto Lovera aceptaron el reto de la guerra.

 

“El Señor de la Guerra”

Sereno, capaz de oír las opiniones más divergentes y de probada valentía y mesurada actitud para emitir su dictamen sobre las discordias naturales en todo nucleamiento que define los caminos en la batalla antiimperialista y por el socialismo, Lovera concitaba la estima de todos.

En 1965 su compromiso al frente del “aparato armado” le había ganado como apodo “El Señor de la Guerra”. Además de su participación al lado de Argimiro Gabaldón y otros en la organización del Frente Guerrillero Simón Bolívar en el centro-occidente del país, haría lo mismo con otros frentes guerrilleros de la época.

¿Por qué lo matan?

Dos circunstancias concurren en el asesinato del profesor Lovera. Una, que él, identificado vía delaciones por los cuerpos de seguridad, constituía un objetivo a liquidar. Y la segunda la asoma el entonces diputado de AD Salom Mesa Espinoza, que señala que quien dirigió la comisión de interrogatorios y tortura, Carlos Vega Delgado, alias “Capitán Vega”, agente a su vez de la CIA, y otros procedieron: “Con tanto salvajismo contra él (Lovera) no porque le atribuyeran mayor peligrosidad política, sino porque la Digepol recibió informes de que Lovera era… el tesorero de las guerrillas y Vega Delgado tenía interés en esa plata para cogérsela” [Por un caballo y una mujer, Vadell Hermanos, Valencia, 1978, 361 págs.].

 

Memoria

Expediente negro, título de uno de los más impactantes libros de testimonio político en la Venezuela contemporánea, escrito por José Vicente Rangel en los años setenta del pasado siglo, trata del llamado “caso Lovera”.

En su labor de desclasificación de documentos de la CIA, Eva Golinger ha dado a conocer referencias sobre Alberto Lovera: “En Venezuela, la CIA se enfocaba en la persecución y el monitoreo de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) y específicamente de su líder, Alberto Lovera” [https://ensartaos.com.ve].

Poco después del ominoso crimen, John Logan, asesor de la CIA, propone a uno de sus jefes abordar la situación política de Guatemala “utilizando los mismos… métodos que estábamos utilizando en Venezuela” [Pedro Pablo Linarez. La lucha armada en Venezuela. Ediciones UBV, 2006].

El caso Lovera amerita reflexión constante e insta a que de modo permanente se forme a los funcionarios de seguridad bajo un riguroso código de respeto al adversario y al prisionero.

  

Sinóptico

1911

Alfredo Binet

Este día falleció en París (Francia) el pedagogo y psicólogo Alfred Binet, cuyas investigaciones acerca de los niveles de inteligencia de las personas y el diseño de procedimientos para medirla, entre los cuales destaca el test de inteligencia, constituyeron un primer gran paso en la comprensión de esta facultad del homo sapiens.

La estimación de las capacidades de una persona para razonar, aprender cosas nuevas, elaborar abstracciones y producir innovaciones en el entorno, constituye el propósito de los test de inteligencia.

El primer test de inteligencia de la historia se conoce como Escala Binet-Simon, de 1905, que debe su segundo nombre al apoyo de Theodore Simón para su diseño. La preocupación que guiaba a sus creadores era de orden social-pedagógico, pues buscaban “una solución a la carga que significaban los individuos con menor capacidad intelectual en el sistema educacional”, ofrecerles una “atención especial” [https://www2.udec.com] y que se mejorase su formación.

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