Néstor Rivero Pérez

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El 22 de julio de 1817, el sacerdote y coronel José Félix Blanco, al frente de las Misiones del Caroní, dictó un reglamento para la administración de los estratégicos establecimientos económicos, las Misiones del Caroní, que recién habían pasado al control republicano, en el marco de la Campaña de Guayana, comenzada por Carlos Manuel Piar y concluida por el Libertador Simón Bolívar.

 

Administrador
Nacido en Caracas en 1782, José Félix Blanco, quien se ordenó de sacerdote, intervino en los acontecimientos del 19 de abril de 1810. Desde 1813 intervino en distintas campañas. En 1816, combatió a las órdenes de José Antonio Páez en el Yagual. En marzo de 1817, estando en Guayana, es nombrado por Piar administrador de las Misiones del Caroní, a cuyo frente se encontraba cuando el Libertador asumió la jefatura de la campaña. Blanco cumplió una labor crucial al frente de las Misiones, proveyendo a Bolívar de mulas y artículos de
exportación, con que este pudo pagar la compra de pertrechos. En las filas republicanas alcanzó el grado de coronel.

Sufra y calle”

Al cruzar el Orinoco para reunirse con las fuerzas patriotas de Guayana, Bolívar confrontará dificultades por el celo de liderazgo del general Carlos Manuel Piar. Esta contrariedad se expresa en la aspiración de Piar de que Bolívar removiese al padre Blanco como administrador de las Misiones. Blanco padecerá la hostilidad de Piar, quien le consideraba poco dócil a su autoridad. Y Bolívar deseando mitigar complicaciones, le escribe al padre Blanco: “Querido amigo, yo le pido que por favor sufra y calle, por el bien de la patria, que… muy pronto va a variar nuestra situación”.

 

El reglamento

No obstante las contrariedades de esos días, José Félix Blanco demostró ser un administrador diligente y hombre de perspicacia republicana, cuando justificó en la Teoría del Contrato Social, de Juan Jacobo Rousseau, su normativo de administración. Así, la presentación del Reglamento de las Misiones del Caroní constituye una lección acerca de las razones que tienen los hombres para reunirse en sociedad, que no son otras que lograr “bienes que no alcanzarían en el estado aislado y fáctico de la pura naturaleza”. De allí que, según Blanco, se requiriese una “autoridad con derecho, para obligarlos a obrar en beneficio común (…) renunciando todos de consuno a aquella independencia natural, cuyo ejercicio aislado debía serles funesto”. Luego dicta los 14 artículos del Reglamento.

 

Abolir vejaciones

El artículo N° 1 del reglamento consagra la figura del comisionado, para administrar las Misiones en cada localidad del Departamento. El Nº 2, establece la abolición de “todas las vejaciones personales que hasta aquí han sufrido (los indios), excepto el trabajo en conuco y demás propiedades del Estado en estas Misiones”. El artículo 6 somete los potreros de mulas y caballos a las órdenes directas de la comisión general. El texto sería alabado por diferentes personalidades, entre estos el cónsul de EE. UU., Jean Baptiste Irving, y los diputados del Congreso de Angostura.

Educación y buenas reglas”

Blanco justifica las normas del reglamento con la necesidad que había de sustraer la población indígena sometida a las Misiones, del estado de superstición y servilismo a que les redujo el régimen colonial. Así, expone: “Pero la educación… las costumbres… y el hábito inveterado a la esclavitud, forman en nuestros pueblos una nueva naturaleza, acaso más fuerte que la primitiva: Es preciso que los funcionarios públicos consagremos nuestro esmero y celo patriótico a descorrer el denso velo de estas ominosas prevenciones, para que
desaparezcan las tinieblas del error y se suceda la… luz de la razón y la justicia (…) No es mi empresa reformar a los malvados con tormentos, crueldades y suplicios; prevenir el mal antes que corregir es mi intento; porque las buenas reglas y prudentes instrucciones, forman al buen ciudadano” [Introducción al Reglamento de las Misiones, 22 de Julio de 1817].

 

 

 

Sinópticos

1813

Batalla de Los Horcones

Un día como hoy se escenificó dicha acción en esta sabana larense, a cinco kilómetros de Barquisimeto y en vía a Quíbor. En el marco de la Campaña Admirable, el Libertador Simón Bolívar, quien procedente de Mérida arribó a Araure (Portuguesa), disponiendo que su vanguardia con 500 efectivos a las órdenes de José Félix Ribas, acometiese hacia Chabasquén. Ribas, deseoso de la gloria que brinda el triunfo, dio cara al español Francisco Oberto, quien contaba con 1.500 soldados y los curtidos oficiales Manuel Cañas y Pedro González de Fuentes. La rapidez de los republicanos y el sostenido accionar de su artillería, que respondía al también intenso cañoneo enemigo, desordenaron a un enemigo que les cuasitriplicaba. “Oberto, González y Cañas, con solo 15 soldados, se retiraron por la vía de San Felipe. El propio Ribas, con 50 soldados de caballería, se encargó de la persecución… hasta Cabudare, con la completa destrucción de las reliquias realistas” [https://bibliofep].

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