Néstor Rivero Pérez

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Durante la noche del 16 de diciembre de 1773, un grupo de cerca de sesenta hombres, liderados por Samuel Adams, destruyeron y arrojaron al mar, 54 toneladas de té, producto muy codiciado en la época, en las colonias británicas.

Los Hijos de la Libertad

A tenor con las corrientes ilustradas que se organizaban en Europa a partir de la primera edición de la Enciclopedia, también en las colonias norteamericanas se despertaron inquietudes respecto al modelo político imperante, constituyéndose grupos que se congregaban secretamente, a la manera de la francmasonería, y quienes acostumbran a juramentar a los novicios, grupos de letrados, artesanos, profesionales liberales y comerciantes, que cuestionaban abusos de funcionarios coloniales. Habiendo surgido inicialmente como “Boston Caucus Club”, dirigido por Samuel Adams, esta asociación local se uniría con otras para formar una de mayor proyección, denominada “Hijos de la Libertad”.

 

Samuel Adams

Este abogado, hermano y tío de dos presidentes de la Unión estadounidense, se distinguió como parlamentario de Massachusetts, colocándose al frente de “la facción más radical, que pedía el boicot a los productos británicos y al pago de impuestos” [https://www.biografiasyvidas.com]. Y justamente Adams pasaría a la historia como el participante con mayor ímpetu, en la jornada nocturna conocida como “Motín del Té del puerto de Boston” (Boston Tea Party). En reacción, la Corona inglesa ordenó cerrar dicho puerto. Adams sería asimismo firmante del Acta de Independencia de las Trece Colonias norteamericanas, que asumieron el nombre de EEUU de América, ya al parecer con designio de expansión territorial a expensas de los vecinos.

Fisco mermado

En contiendas contra Francia, España y Países Bajos, el Tesoro del Reino Unido sintió el achicamiento de sus caudales, especialmente tras la Guerra de los Siete Años. Dicho conflicto fue el primero que midió el poder militar de varios imperios en más de un continente en la misma época, puesto que Inglaterra junto a Portugal y varios pequeños principados del Viejo Mundo, se midieron en la tierra y el mar, contra Francia, España y Rusia, combatiéndose en escenarios tan separados entre sí, como Checoslovaquia, India y Canadá, entre otros. Ello indujo a Jorge III, del Reino Unido, a elevar las tasas de los tributos que pesaban sobre las distintas colonias.

Reacción y contienda

Y el alza de impuestos encontró su réplica en las Trece Colonias, en cuyo interior se venía formando una élite agrario-esclavista, y de comerciantes y artesanos ilustrados, que forjaba la conciencia de sus intereses económico-territoriales frente a Inglaterra. Y entre otras exacciones destacaban “(…) las Leyes Townshend, aprobadas en 1767 y que imponían impuestos a varios productos importados en las colonias británicas, como fue el caso del té. Debido a las diversas protestas, la ley fue derogada en 1770 a excepción del impuesto al té, que se mantuvo” [https://www.eldebate.com]. De allí, el mantenimiento del impuesto sobre el té, produjo “gran indignación entre los colonos que decidieron no contribuir a las ganancias británicas, dejando de comprar el té a la Compañía Británica de las Indias Orientales y adquirirlo de contrabando a comerciantes holandeses” [Ibídem]. Y ello derivaría en fuertes represalias militares de Inglaterra contra los colonos, quienes respondieron con las primeras acciones de la guerra de independencia.

Extracto

”Grandes cantidades de té se iban acumulando en el mar junto a los barcos: 46 toneladas de té fueron lanzadas por la borda. Esta fue la chispa que preparó la independencia de Estados Unidos, una rebelión que desencadenaría una serie de cambios sociales y políticos que llevarían a las Trece Colonias a convertirse en una nueva nación: Estados Unidos” [https://www.eldebate.com].

Sinóptico

1966

Pacto de Derechos Económicos y Sociales

Este día fue aprobado por la Asamblea General de la ONU, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

Y siendo que el texto proporciona un sustantivo aporte al diseño de los programas de desarrollo económico, social y cultural de las distintas regiones del globo, y en el desemboque de una encrucijada para la cooperación que se proponga reducir los factores de desequilibrio en las relaciones entre los Estados, así como la pobreza en el interior de cada país, resulta pertinente prestar atención al llamado de instituciones como la “Red Internacional para los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Red-DESC)”, cuando constata  que “existe una urgente necesidad para que los grupos de base, académicos y otras organizaciones y personas, se unan para… realizar en la práctica los derechos humanos para todas las personas (…) se le impone la obligación al Estado y, cada vez más, a las empresas y otros actores no estatales, de prevenir y reparar estas situaciones.” [https://www.escr-net.org].

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