Néstor Rivero Pérez

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El 23 de junio de 1772 nació en la ciudad de Trujillo (Estado Trujillo), Cristóbal Mendoza Montilla, primer presidente de Venezuela, durante la I República, y quien en 1813 propuso en asamblea de la municipalidad de Caracas que se aclamase a Simón Bolívar con el título de “Libertador”. Probo y diligente administrador y consejero confiable de Bolívar, el prócer dio inicio a la recopilación de documentos para la vida pública del Libertador, editando 20 pequeños volúmenes entre 1824 y 1828, cuando falleció en Caracas.

Su consigna

Mario Briceño Perozo, autor de Cristóbal Mendoza. Abogado de la libertad, recuerda que don Cristóbal, en Barinas, fue uno de los primeros en secundar el pronunciamiento de Caracas del 19 de abril de 1810, que estableció una Junta Suprema. El día 7 de mayo, un grupo de patriotas acaudillados por don Cristóbal, lanzó en Barinas la consigna “Morir o ser Libres”.

Primer magistrado

El Congreso de 1811 se instaló el 2 de marzo de ese año, y tres días después, el 5, acuerda un Poder Ejecutivo a ser desempeñado por un triunvirato en el cual cada triunviro gobernaría una semana, para rotar con los otros dos las siguientes semanas, hasta el fin del período. Este modelo, criticado por Simón Bolívar en su Manifiesto de Cartagena, respondió a la ideología del constitucionalismo liberal que imperaba en EE. UU. y que influyó de modo terminante en los letrados de la Primera República. Mendoza fue el primero en ocupar el cargo de presidente de Venezuela. Le seguirían las siguientes dos semanas los otros dos triúnviros, Baltasar Padrón y Juan Escalona.

Hombre probo

Tal era la confianza del Libertador Simón Bolívar en la probidad de Cristóbal Mendoza, que en el curso de la Campaña Admirable le nombró primero gobernador de Mérida y luego de la provincia de Caracas. “Yo marcho -le decía-, a poner en ejecución los tratados celebrados, y Ud debe volar por su parte a la reorganización del Estado… como Gobernador”. En otra oportunidad le escribió: “Yo le he dedicado a Ud el mote ‘Probidad‘ que una ninfa me presentaba”.

 

Descendientes

Entre los descendientes directos de don Cristóbal destacan nombres de la vida económica, política y académica del país. A mediados del siglo XX miembros de su progenie innovaron en el mundo empresarial nativo; y su homónimo el historiador Cristóbal L. Mendoza, ejerció en los años sesenta del siglo XX como director de Academia Nacional de la Historia, con obra y aportes a la comprensión del pasado venezolano. Sin embargo, en la Venezuela del siglo XXI, algunos descendientes suyos se han comprometido como corifeos de intereses geopolíticos externos, pregonando tesis de desestabilización e intervencionismo por parte de potencias extranjeras en contra de la patria de Bolívar.

 

Su carta a Bolívar

“…¿Qué puedo decir a Ud [sobre la Convención de Ocaña]? Su discurso es clarísimo para probar que no debe -Ud- concurrir; tampoco debería concurrir el Gral Santander y trabaja para que lo elijan, e irá con elección o sin ella. ¿Qué habría hecho la Convención del Norte (EE. UU.) sin la concurrencia y esfuerzos de [Jorge] Washington? Los enemigos de Ud le buscan siempre su modelo en Bonaparte; y Ud ha hecho más que siete veces de Washington, pero este no tenía gente tan perversa con quien lidiar (…) Haga Ud lo que mejor le parezca, y no lo que le aconsejen. En las grandes ocasiones Ud ha acertado” [Carta de Cristóbal Mendoza a Simón Bolívar, Cs, 1°-12-1827].

Sinóptico

1821

Batalla de El Calvario

El 23 de junio de 1821, el general José Francisco Bermúdez, quien dos meses antes había dado inicio a la diversión militar encomendada por el Libertador Simón Bolívar, combatió al jefe realista José Pereira en la colina de El Calvario (Caracas). Aquel 23 de junio de 1821, el realista Pereira, dueño de Caracas, toma posiciones en las alturas de El Calvario y aguarda el arribo de las fuerzas de Bermúdez, quien tras varias recorridas por la región central y luego de haber avanzado hasta La Victoria a fines de mayo, y escaso de municiones, regresa a Caracas. Así, no obstante lo desventajoso de su ubicación, como muy limitado en sus pertrechos, resuelve dar batalla a Pereira, quien se encontraba mejor preparado y equipado. Y en efecto, Bermúdez tras cuantiosas pérdidas, se ve obligado a retirarse vía el Tuy, perseguido por el enemigo. No obstante, la sustracción de efectivos al ejército español ordenada por La Torre para contener la diversión de Bermúdez, cumplió el cometido previsto por Bolívar, por cuanto ese mismo día “23 de Junio de 1821, a la misma hora en que Bermúdez está siendo derrotado en El Calvario, el Libertador sitúa todas sus fuerzas en la Sabana de Tinaquillo, les pasa la última revista (…) El Ejército de Apure será la Primera División… al mando de su general José Antonio Páez. La Segunda División irá bajo el mando del general Manuel Cedeño y la Tercera, al mando de Ambrosio Plaza” [Fuente: Germán Fleitas Núñez / http://germanfleitasnunez].

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