Néstor Rivero Pérez

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El 20 de julio de 1911 nació en Ciudad Bolívar (Bolívar), el poeta Héctor Guillermo Villalobos, a quien el crítico literario Pedro Pablo Barnola, sj, reconoció como “Nuestro mejor romancero”, dada la pureza y maestría mostradas por el bardo en títulos como Berbechos y neblinas, El jaguey y Soledad en vela.3,6,3.

Nativismo en octosílabos

En comentario de presentación del poemario Barbechos en Neblina, Villalobos, editado en 2018 por el Minci, se resalta la línea nativista del vate que supo traducir la idiosincrasia de lo venezolano, al tomar de sus coterráneos “ambiente, lenguaje y personalidad… para convertirlos en una tersa y hermosa expresión poética definida por Luz Machado, como ‘señales liberadas de una caja de música inefable, eso sí, encontrando siempre en el interior suyo laverdad estética, que erige a este poeta de reconocido magisterio lírico y a su obra, como testimonio de una de las más nobles, ricas, puras expresiones de la poesía venezolana’…” [Luz Machado / Fuente: https://issuu.com› kmalave › docs].

Un volumen de romances

De acuerdo al padre y académico de la Lengua, Pedro Pablo Barnola, sj (QEPD) el libro Jaguey, de Héctor Guillermo Villalobos, constituye el primer volumen de romances en la literatura venezolana. “Y es -apunta Barnola-, el primer libro de poesía totalmente consagrado a presentarnos como en retablo natural y pintoresco el paisaje, la vida y las costumbres y los personajes… de un sector de la comunidad venezolana… en concreto: Ciudad Bolívar. El bardo bolivarense ocurre en la métrica al octosílabo, herencia del Medioevo hispánico, que como parte del idioma llegó al Nuevo Mundo con el proceso de Conquista y Colonización “rimado en asonante con versos pares”. Sus estudios en el Instituto Pedagógico de Caracas, donde cursó la especialidad de Castellano y Literatura, le dieron el instrumental metodológico para vestir su inspiración y su amor al suelo en que había nacido, con prestancia principesca, la que toma realce en cada símil y cuarteto de sus libros.

La luna lunera

Poemas suyos como La luna lunera recuerdan al poemario Marinero en tierra, publicado en 1924 y mediante el cual Rafael Alberti, empleando al personaje que da motivo al título, manifiesta en lenguaje provincial que anuda la musicalidad modernista con la añoranza del mar que ya pasó, los motivos de una poesía a la que le resulta imposible despojarse de la primera mirada de amor a las olas que surcan el océano. Así en La luna lunera, al toparse con la página de “Miedo a las niñas”, Héctor Guillermo Villalobos cuenta del canto que de pequeño habría oído de niñas que giran en ritual risueño en torno a una luna que temen se pueda desinflar “¡Ay!, la luna, / ¡la luna de goma! / Tan inflada, tan alta, / tan tranquila y tan rubia que está. / ¡Pobrecita la luna de goma / si se cae en el cardonal! / Esto cantan las niñas en ronda, / esas niñas que aún saben danzar / en torno a la luna lunera y redonda / que se les puede desinflar…”.

Juicio de Luz Machado

“Héctor Guillermo Villalobos permanece así fiel a su capacidad poética. Ni lafuerza en alardes de novedad por el solo gusto de que se le halle a ritmo en una evolución periódica que solo deslumbra a incautos, ni la empobrece en contención y sujeción innecesarias. Cuando ha querido limitarse —honor de ejercicio— le ha bastado como en esos inigualados romances guayaneses

usar determinada forma preceptiva. O se regodea en el endecasílabo del soneto o disfruta el alejandrino como un vino añejo embriagante o esculpe el corto engarce octosílabo de las viejas y clásicas formas rimadas” [Luz

 [Luz Machado / Fuente: http://www.minci.gob.ve].

 

Sinóptico

1969

Primer hombre en la luna

Este día el astronauta estadounidense Neil Amstrong, comandante de la nave Apolo 11, puso su pie en la luna, siendo el primer humano en lograrlo. El suceso fue contemplado por televisión en distintos países del mundo. El logro envolvía un antiguo sueño humano: Ya en días del Egipto de los faraones y de los presocráticos de Atenas, se indagaba acerca de los misterios del espacio. Y con su simple instrumento de la vista, permitía acopiar observaciones, cálculos y variaciones, unas menos precisas que otras entre aciertos, hasta que el telescopio de Galileo y, ya en el siglo XX, la exploración espacial de rusos y estadounidenses, diera el impulso decisivo para el arribo del primer hombre a la luna. A poco del alunizaje del Apolo 11, Amstrong pronunció su célebre frase: “Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”. Hoy día con la tecnología satelital de numerosos países, las fronteras de la Tierra traspasan en su uso pacífico los linderos del planeta. La luna sigue siendo objetivo de control por parte de superpotencias, que aspiran aprovechar el potencial de minerales eventualmente allí contenidos y que ven en la luna la estación para un viaje a Marte y otros linderos del sistema solar.

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