Néstor Rivero Pérez

[email protected]

El 13 de julio de 1833, el general José Antonio Páez, a instancia de la Sociedad Económica de Amigos del País, dictó el Decreto de creación de la Biblioteca Nacional, antecedente del actual Instituto Autónomo Biblioteca Nacional (IABN).

Foro Libertador

En 1983, con motivo del Bicentenario del Libertador Simón Bolívar, el entonces presidente Luis Herrera Campíns inauguró la monumental edificación que hoy, junto con los repositorios impresos de la UCV y distintas Casas de la Cultura del país, sirve de custodio de la memoria bibliográfica y hemerográfica del país. El IABN, con su sede principal ubicada entre la avenida Panteón y el Foro Libertador (Parroquia Altagracia de Caracas), con sus subsedes en las capitales de Estado y distintos municipios del país, además de recoger y guardar para las futuras generaciones, y con las nuevas tecnologías disponibles, expresiones audiovisuales, sonoras y fotográficas del pasado venezolano, viene cumpliendo igualmente la invaluable función de poner al servicio de la población, en el marco de las restricciones impuestas por el cerco financiero imperial, así como por las limitaciones propias a que obligó la pandemia del Sars-Cov 2, las publicaciones internacionales en áreas científicas, del arte y la cultura, pedagógicas e historiográficas, entre otras. Y del mismo modo que el resto de las instituciones públicas, el IABN enfrenta el reto de la digitalización de sus archivos.

 

Algo de historia

Juan Germán Roscio, civil y figura central del pronunciamiento del 19 de abril de 1810 y luego de la Declaración de Independencia el 5 de julio de 1811, motorizó un proyecto de Biblioteca Pública en la Caracas de 1811, haciendo circular un folleto suyo, bajo el título de Pensamiento sobre una Biblioteca Pública en Caracas. Por entonces, ya Francisco de Miranda había constituido su voluminoso archivo de 64 volúmenes (Colombeia) con una biblioteca de más de 6 mil volúmenes en Londres, esmerándose en leer, según propias palabras “el gran libro del Universo”.

Decreto de 1833

Sin embargo, la terrible Guerra de Independencia que ha de culminar por parte de los soldados venezolanos con las jornadas de Junín y Ayacucho en Perú en 1824, obligaría a posponer por décadas reformas institucionales que hiciesen posible los salones públicos con estantes de libros para el cultivo de la lectura, paso indispensable en el progreso de las naciones, lo que a su vez hacía imprescindible difundir la alfabetización en un país, la Venezuela de 1833, cuya población en cerca del 90 por ciento desconocía el uso técnico del abecedario.

Otros tramos

Para 1850 un nuevo decreto retoma la decisión de crear una biblioteca pública en Caracas, con apoyo de la Universidad de Caracas y la Dirección de Instrucción Pública. Ya para 1860, según el inglés Edward B. Eastwick, la biblioteca poseía unos diez mil volúmenes. A inicios del siglo XX se levantó entre las esquinas de Bolsa a San Francisco, el edificio que habría de operar como asiento de la Biblioteca Nacional hasta 1985, cuando concluya su paulatino traslado al Foro Libertador en la avenida Panteón de Caracas. Ya en 1977, bajo la gestión de Virginia Betancourt, la institución había adquirido su condición de Instituto Autónomo.

Vocación y restricciones

Las salas de lectura del país a cargo del Estado, integradas a la red nacional de bibliotecas, cuentan con archivólogos, bibliotecólogos, historiadores y otros profesionales. Sin embargo, las restricciones presupuestarias que impone el actual cuadro de sanciones unilaterales ejercidas contra Venezuela, impacta a su vez en los niveles de actualización bibliográfica y hemerográfica.

Sinóptico

1822

Simón Bolívar: Guayaquil y la Gran Colombia”

Este día el Libertador Simón Bolívar emitió una proclama dirigida a la población de Guayaquil, brindándoles confianza respecto al carácter libertador del Ejército a su mando. El Padre de la Patria, con fundamento en el principio del Uti Possidetis, indica que la capital del nuevo Estado, la Gran Colombia, era Bogotá. A inicios de 1821, el Libertador Simón Bolívar, quien entonces se encontraba en San Cristóbal, designa al recién ascendido general de Brigada Antonio José de Sucre -por entonces de 24 años y quien ya daba muestras de sus dotes como estratega y diplomático-, para que se pusiese al frente del Ejército Patriota en el sur de Nueva Granada. De inmediato Sucre inicia operaciones, y el 6 de abril  de 1821, por vía marítima arriba a Guayaquil, donde asegura la protección grancolombiana de esta ciudad-puerto. A fines de ese año el Libertador se apersona en el Sur de Nueva Granada. Y ya en Ecuador, el 7 de abril dio la cruenta jornada de Bomboná, al tiempo que Sucre avanzaba hacia Quito, en cuyos bordes del Pichincha derrota a los españoles, coronando la independencia del país. Así, tal día como hoy, marchando desde Quito por vía terrestre, Simón Bolívar resguarda la incorporación de Guayaquil a la Gran Colombia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!