Néstor Rivero Pérez

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El 5 de diciembre de cada año se celebra el Día Mundial de los Suelos, con el propósito de ampliar la conciencia de la población acerca del significado y preservación de los ecosistemas, la gestión humana de la superficie terrestre y las iniciativas y tecnologías amigables que resguarden sus potencialidades y el mejoramiento con miras a su disfrute y calidad de vida de esta y las subsiguientes generaciones. La efemérides quedó establecida el 20 de diciembre de 2013, mediante Resolución 68/232, aprobada por la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

 

Del siglo XVIII al presente

Siendo los suelos, junto al océano, fuente principalísima de alimentos -y por ende de la manutención de las distintas especies de la escala zoológica-, las actividades de los seres humanos y el impacto cuasi irreversible derivado del modo de producción surgido a mediados del siglo XVIII con la Revolución Industrial, resulta impostergable evaluar dicho impacto, y la reversión de sus  efectos nocivos.

 

Capa orgánica

Y un grave problema a confrontar lo constituye la erosión de la capa orgánica, en cuyo interior echan sus raíces las especies vegetales, y sobre la cual transcurre la vida de los animales y homo sapiens. Y con la erosión  se identifica el acrecentamiento de la salinización, debida a “la intrusión de agua del mar en zonas costeras” [https://ec.europa.eu] y la acidificación derivada del uso de  productos químicos en espacios de cultivo, tales como “semillas de alto rendimiento, pesticidas, herbicidas, los monocultivos, que han aumentado los rendimientos y triplicado la producción agrícola, pero que han comprometido la biodiversidad de los suelos” [https://www.slowfood.com].

Miles de años

El suelo, en los términos de hábitat amigable para la especie humana, por cuanto provee de comestibles, tanto de origen vegetal como animal con sus proteínas, carbohidratos, vitaminas y minerales que nutren y fortifican el organismo humano, ha sido resultado de la evolución de la Tierra y sus recursos a lo largo de varios miles de millones de años. Y de ello dan cuenta organismos como la FAO, Unesco y las Cumbres Climáticas, que de tiempo en tiempo congrega a mandatarios y funcionarios públicos de los distintos países, y que propenden a la toma de decisiones destinadas a contrarrestar el deterioro de los hábitats. Y la incidencia de los grupos humanos sobre  los espacios en que desarrollan su existencia, se constituye en factores de modificación de su geografía y ambiente, conduciendo a riesgos que eventualmente podrían afectar a los propios seres humanos, al producirse en pocas décadas, alteraciones a un suelo en cuya calidad y fertilidad, la naturaleza tardó configurar, justamente varios millones de años.

 

Microsuelos

Por debajo de la superficie donde se asientan los grupos humanos y su civilización “hay más organismos vivos en una cucharada de suelo que personas en el planeta. El suelo bajo nuestros pies es un mundo compuesto de organismos, minerales y materia orgánica que proporciona alimentos a humanos y animales a través del crecimiento de las plantas (…) El Día Mundial del Suelo 2022 y su campaña «Los suelos, origen de los alimentos«, tiene como objetivo concienciar sobre la importancia de los suelos para una producción alimentaria, una nutrición y unas dietas óptimas, a la vez que se reivindica un manejo sostenible que garantice la salud de nuestros suelos. Pasemos a la acción y empaticemos con aquellos que soportan la peor parte de estas amenazas. [https://www.un.org/es].

Sinóptico

1813

Batalla de Araure

Este día se escenificó en la sabana de Araure (Portuguesa) una de las batallas donde el genio militar del Libertador Simón Bolívar brilló a plenitud. Con 2 mil quinientos hombres se enfrentaba a los tres mil realistas comandados por Ceballos, quien tenía control del terreno. El Libertador atiende la operación hasta en sus detalles, y nombra a Manuel Manrique jefe de la vanguardia; para comandar el Centro, a su sobrino Florencio Palacios.

Al frente de la retaguardia van Manuel Villapol y José María Ortega, y la reserva al mando de Vicente Campo Elías, todos con capacidad para coordinar el desplazamiento de sus cuerpos y el momento oportuno para ir sobre el flanco más débil del enemigo. La acción fue un duelo colectivo de sable, bayoneta y lanzas, destacándose el ‘Batallón Sin Nombre’.

En un momento de indecisión de la jornada y ante una acción envolvente del realista Yánez al frente de su caballería, el Libertador seguido de su escolta y espada, se arroja sobre la caballería enemiga, siendo emulado por sus oficiales y los cuerpos que les siguen, para asegurar la protección de su persona, alanceando a “más de 500 jinetes del terrible Ñaña” [Blanco y Azpurúa, Tomo 5, Pág. 24]. La bravura del Batallón Sin Nombre le ganó ese día el título de “Vencedores de Araure”.

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