Vital enseñar buenas costumbres como una buena instrucción
El autor es periodista y docente.
Pedro Estacio
@Urgentess
Uno de los asuntos en los que creía ese guerrero, visionario y estadista que es para nosotros los venezolanos Simón Bolívar, es en lo esencial de la enseñanza de las buenas costumbres, tanto como la instrucción, aunque hoy, un par de siglos después, vemos que ha estado golpeada.
Y ha sido golpeada simplemente porque no se le ha dado la cabal importancia dentro de la sociedad, y porque algunos han pensado que es un asunto que le corresponde a la escuela, y eso no es así.
Compete a la escuela llevar una instrucción a las niñas y niños de modo que vayan conociendo el entorno en el que viven. Conocer sus líneas, si es cuadrado o redondo, saber el número de las cosas, lo alto y lo bajo, sus colores, las palabras, el sonido, los ambientes, la lluvia y el sol, el día y la noche, las herramientas, ropas, y un sinfín de cosas más.
Pero lo de las buenas costumbres es otra cosa; es una instrucción adicional ubicable en el entorno de las relaciones de conducta del individuo con sus semejantes, el mundo de los animales, el vegetal y el mismo ambiente, y en el que siempre habrá un conocimiento y respeto, como puede ser el frío, el calor, la lluvia, la tormenta, etc.
La profundización del conocimiento le da un mayor valor al respeto, porque le otorga al ser la información fundamental, si se quiere vital, de su propia identidad y de su ser geográfico, de su vinculación con la tierra que le vio nacer y es ese conocimiento y respeto que le orientan hacia su soberanía.
Es tiempo, dentro de la línea de transformación necesaria de la sociedad venezolana, que sus individuos tiendan a crear lo que necesitan para sí y para la misma sociedad en la que se desenvuelven, lo cual pasa por corregir los entuertos, enfoques que no dan resultado y rescatar e intervenir en la propia dinámica mundial de la creatividad y sumergirse en ella.
Simón Rodríguez -o Samuel Robinson- dijo que los hombres no formaban parte de una sociedad para contarse sus problemas ni para aconsejar cómo solucionarlos, sino para buscar los medios cómo satisfacerlos, so pena de padecer, y ello, a mi juicio, tiene que ver con ser creativos, inventores o padecer por haber errado.
Pienso que si no creamos lo necesario para fortalecer nuestras buenas costumbres, iremos por el camino del desorden, el irrespeto a nuestros semejantes, el irrespeto a las normas, al ambiente y a la improvisación como método de vida.
En los actuales momentos de este siglo XXI, en los que la humanidad se encuentra a punto de dar un salto gigantesco en lo que concierne al conocimiento y en el que la inteligencia artificial ya es casi una certeza en la vida de los seres humanos, es obligación de una revolución priorizar, apoyar y transformar la educación de sus individuos, así como la profundización del conocimiento científico y tecnológico, como parte de esa visión de un futuro al que se dirigirán las niñas y los niños de una nación y en este caso, la descendencia de los héroes que le dieron emancipación a la patria.