Néstor Rivero Pérez

El 11 de mayo de 1789, ya de regreso de su largo periplo por Rusia y regiones del Cercano Oriente -adonde había marchado para eludir la persecución española, y con el objeto de “leer en el gran libro del Universo”, el Precursor Francisco de Miranda se encontraba en Ginebra (Suiza). Allí, y en otras urbes del viejo continente, utiliza como resguardo contra la persecución, que sobre él mantenían las autoridades españolas, el nombre de “Conde de Meiroff”. En otros momentos Miranda ocurrirá al seudónimo para desarrollar su labor conspirativa en pro de la independencia hispanoamericana.

 De incógnito

Tras iniciarse en 1783 la abierta persecución contra Miranda por parte de la Inquisición y autoridades administrativas peninsulares, el caraqueño universal se ve compelido a ocultarse y viajar de incógnito a Estados Unidos. De allí saldrá a finales de 1784 para Inglaterra, de donde marcha a Alemania e Italia. En ambos países recorrerá y dejará constancia en su Diario-Archivo de variados aspectos de las ciudades de estos países que llamaron su atención. Luego el Precursor da continuidad a su itinerario por “las islas del Egeo, Grecia y Turquía” (www.revistamaguenescudo), deteniéndose y tomando apuntes de todo lo que considera de utilidad para ser aplicado en el Nuevo Mundo.

Tierra de estepas

Tras pasar por Polonia, Grecia y Turquía, en las postrimerías de 1786, el caraqueño universal se adentró en Rusia. Su don de gentes, erudición y talento como excepcional conversador le granjean pronto la amistad de diplomáticos y miembros de la corte de la emperatriz Catalina. De este modo le hacen continuo asistente a “convites, juegos, bailes, paseos y excursiones, relacionándose siempre con…las más relevantes personalidades de la alta sociedad rusa, en cuya cúspide por entonces se encontraba el príncipe Potemkin” (Íbidem). Este era figura muy cercana a Catalina la Grande. Ante la emperatriz de todas las Rusias -cuya corte por ese tiempo se hallaba en Kiev- se apersona Miranda el 14 de febrero de 1787, de la mano de Potenkim, con quien sostenía cordial amistad.

El peruano Miranda”

La emperatriz, quien representaba el despotismo ilustrado, valora la personalidad del visitante, integrándolo a su cuerpo de oficiales con el grado de coronel. El aquel tiempo la opinión pública europea carecía de mayores constataciones respecto al Nuevo Mundo, y el propio caraqueño era identificado como “el peruano Miranda”. Quizá ello respondía a que el virreinato del Perú era conocido en el mundo como una inmensa mina de metales preciosos que fluía a través del Atlántico, con destino al puerto de Cádiz y la Casa de Contratación de Sevilla.

El Conde de Meiroff

Cuando a mediados de 1787 el Precursor sale de Rusia va provisto de cartas de presentación, que debían servirle ante los diplomáticos rusos de “Viena, París, Londres, La Haya, Copenhague, Estocolmo, Berlín y Nápoles. Por ese tiempo periódicos de Londres se referían a él como “hombre ilustrado y amante de la libertad de Suramérica. Resguardando su identidad frente a la persecución que España mantenía contra su persona, pretendiendo su extradición a la Península, Miranda en ocasiones se presentaba como “Monsieur Meyrat”. Con dicho nombre transitó en el primer semestre de 1789 por Bélgica, Alemania, y el norte de Italia. Así, a su llegada a Ginebra (Suiza), Miranda logra que Monsieur Pictet, miembro del Gran Consejo, abogue a su favor ante las autoridades. Pictet escribe al capitán del Cuerpo Real de Ingenieros la siguiente esquela, “Me tomo la libertad de…recomendarle muy particularmente al ‘Conde de Meiroff’, gentilhombre livonio (…) me estimo poder ser útil a dos personas que me inspiran un interés grande” (Archivo Colombeia, Tomo 8, Pág. 442).

 

Sinóptico

Perú pide a Bolívar que dirija la Guerra de Independencia

El 11 de mayo de 1823 el Congreso Constituyente del Perú expidió decreto formalizando solicitud al Parlamento de la Gran Colombia para que autorizara al Libertador Simón Bolívar a marchar al suelo inca, a ponerse al frente de las fuerzas patriotas que luchaban por la independencia. Gestiones de autoridades peruanas, instando al Libertador a tomar en persona la dirección de la guerra, se hicieron insistentes desde fines de 1822. Ya antes de la Entrevista de Guayaquil -celebrada en julio de ese año- Bolívar había acordado con emisarios del general José de San Martín el auxilio al Perú con tropas grancolombianas. Años después grupos de la oligarquía e intelectuales peruanos insurgirían contra el Padre de la Patria, culpándole de todos los males, y apenas reconociendo algún talento en la espada del caraqueño “Sin Bolívar el Perú no se hubiera independizado el año 1824. Pero sin él el Perú hubiera sido más grande y fuerte” (Hebert Morote, Bolívar, Libertador y enemigo Nº 1 del Perú / Fuente: http://www.herbertmorote.com).

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